martes, 4 de noviembre de 2014

Horquilla

Ahora me siento frustrado.
Es cuando las cosas van mal,
cuando me llueven palos,
cuando la bilis quiere manar...
es ahí
cuando nace mi mejor poesía.
Y ahora se da la ironía
de que quiero componer para ti,
para la mujer que amo,
para quien me hace feliz
en este aún, al año, país extraño.
Enfrentado al folio en blanco,
veo que no estoy acostumbrado
a escribir así...
Pero igual quiero intentarlo.

La brisa caliente abre la puerta
de este bar de carretera.
¿Afuera?
Es el dominio del sol y el polvo.
No exagero, sobreviví por poco.
¿Acá dentro?
El café está hirviendo,
el aire demasiado reseco
y yo (obvio po), pienso en ti.
Sol, café y viento del desierto.
Mis labios se han quemado;
están doloridos, agrietados,
heridos pero, aún así,
pagaría ahora mismo
por besarte de nuevo
desesperada, apasionadamente...
Sentir tu respiración,
el roce de tus dientes,
el latir de tu corazón,
perder mis dedos entre tu cabello...

No conseguí acabar la poesía en el bar.

Y ahora, tumbado en mi cama,
desnudo y chascón en la madrugada,
contemplo la luna que vigila la ciudad.
Miro tu horquilla
que la otra noche quedó olvidada
en mi mesilla
y acaricio cada uno de tus recuerdos
hasta quedarme dormido.
Quizás pueda seguirte escribiendo
esta noche desde el sueño...
Aunque mi mejor esfuerzo
no haga justicia a todo lo que eres
ni tampoco a lo que siento.

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