jueves, 24 de junio de 2021

Lechuza y búho (y otras poesías dedicadas)

Anochece en mi ciudad,
mis pasos carecen de destino.
La lluvia se niega a escampar;
te busco en un intento sin sentido.
Empapado, vago pensando en ti,
sabiendo poco más que existes.
Por ti cruzaré océano, cordillera,
vuelvo a arriesgar el alma entera.
Aunque te ame en base a imaginarte,
aunque el pasado mi nombre manche...
Negamos, desconfiamos, dudamos,
pero estás dejando que me acerque.
Dices mi nombre, creo que me sientes,
eriges un puente entre continentes.
Ríes tan lejos de mí que otra vida parece,
mas con tu risa siento mi amor creciendo.
Amor que creía olvidado hace tanto tiempo,
pasión que, aún sin tocarnos, abraza tu cuerpo.


***

En un bosque oscuro de viejos robles cubiertos de musgo

se escucha en la niebla el desganado ulular de un gran búho.

Sus plumas de color gris han perdido brillo;
el errante vuelo no tiene patrón ni destino;
sus fuertes garras ya no tienen tanto filo;
cien cicatrices salpican las largas alas...
pero a él poco parece importarle.  

El gran búho gris vuela libre bajo la luna menguante
acompañando las correrías de ciervos y lobos.
Gritando en la noche, esquiva cuervos, azores y ramas,
volando rasante sobre las aguas de los arroyos.

Nadie sabe de dónde vino,
nadie sabe qué hace en el bosque.
La vida podría haber seguido así para el gran búho
de no ser por la noche que se acercó al gran abismo
que parte en dos el arcano bosque oscuro.
Un profundo y ancho despeñadero
de tan fuertes ráfagas de viento
que hacen imposible cruzar al otro extremo.
El animal cazaba por allí cada pocas noches
pero, en esta ocasión, todo cambió en un momento.

En el otro lado de la sima,
volando grácilmente, una joven lechuza
apareció reflejando los rayos de luna.
Su oscuro plumaje, sus ojos centelleantes,
su ulular vibrante, su belleza notable...

El gran búho gris quedó en silencio, perplejo,
contemplando a la joven lechuza oscura,
observando cada uno de sus movimientos,
admirando su silencioso vuelo,
tan cerca y, a la vez, tan lejos.
Algo se movió en su pecho. 

A partir de ese momento,
el gran búho acudió cada noche
al precipicio, al encuentro
de esa joven lechuza cuyo vuelo
le provocaba olvidados sentimientos.
Se olvidó hasta de cazar;
nada más le podía importar
que el mirar desde una orilla
la que le parecía la más bella criatura
aunque fuera imposible de alcanzar.

Estuviera la noche lluviosa o fría,
ya nevara o la tormenta amenazara,
el búho gris cumplía su ritual.
Pero, ¿era esa su felicidad?
¿El ver a la joven lechuza volar?
¿O era esa su frustración?
¿El que no pudieran volar juntos los dos?

El gran búho gris observó el despeñadero.
Las corrientes de aire amenazaban
incluso el pensamiento.
Pero esa joven lechuza merecía la pena,
no importa lo arriesgado del intento.

El gran búho gris abrió sus largas alas
y, con un aleteo, desafió al viento.


***


Como una gota de agua
encuentra su otra mitad
en medio del océano,
a la deriva en el mar,
nos encontramos,
así por casualidad.

Si la vida complotó
para que nos conociéramos,
si a pesar de los pesares
nos amamos,
si abrazo la locura
con tal de llegar hasta ti...

Con los pies descalzos
camino, metro a metro,
camino, mi negrita,
hasta tenerte frente a mí. 

Mis manos ensangrentadas
apartan cada roca en la calzada,
mis ojos te buscan bajo la luz del alba,
mi pecho late por ti hasta doler
y es que no existe problema, pena o fuerza
que me impida llegar hasta donde estés...

Extraño tus besos y aún ni te besé.
Extraño acariciar tu pecho y aún no te amé.
Si ya conozco tu olor, el tacto de tu piel,
tu sabor y tus caricias, si en otra vida, quizás
fuimos ya un único ser...
no existe distancia, tiempo o problema
que pueda evitar que te vuelva a abrazar.

Me reflejaré en tus ojos siempre,
te amaré aunque el mundo se derrumbe...
porque no necesito más luz o calor
que la que me das con tu amor;
porque no quiero más vida
si no es contigo, mi negrita.


***

Veinte años y un océano 

nos separan.

Miedos y dudas hacen larga

la madrugada.

Abrazo la almohada,

una opresión en el corazón.

La gente no comprende, 

a veces, tampoco yo.


Pero me dices "te amo"

y rompes toda distancia.

Escuchar tu voz 

devuelve a mi vida la esperanza.

Perdóname, Alexandra,

al final sólo soy humano.

Aunque lo que sí te juro

es que nadie te ama como yo te amo.

Y no tengo presente ni futuro

si no estoy al lado tuyo.

Puedes llamarme loco, 

pero eres mi amor, mi esposa, mi todo.

Alexandra, mi himno es tu nombre,

mi bandera son tus ojos.

Y solo existe la alegría

si estás en mi vida.


martes, 15 de junio de 2021

GdP2: XXXVI

 Me sorprendo al comprobar que el hombre-dragón tiene razón. Desde la fortaleza de La Doctrina, el estruendo causado por disparos, gritos y ráfagas de ametralladora aumenta. Estoy a punto de ordenar un ataque general cuando suena detrás de mí unas notas musicales que recuerdan a... ¿lambada?

-¡Désirée ha llegado! -grita una joven que parece haberse materializado desde la propia música-. ¡Alegrad esas caras! Sé que todo parece perdido, pero la música me ha llevado hasta aquí para ayudaros a derrotar el caos y...

La tal Désirée dejó de hablar y se quedó mirando fijamente a Sir Rosis, Fresón, Cubbi y Cuchuflí Montoya.

-Esto... se supone que sois el Comando Caprino... ¿qué hacen aquí estas criaturas caóticas?

-Hemos firmado una tregua -respondí sin saber muy bien qué estaba ocurriendo.

-Ah... el pentagrama no me había dicho nada de esto... ¿podría hablar con Celia, vuestra líder?

Suspiré apesadumbrado.

-Celia abandonó hace unas cuantas entradas. Podría decirse que soy el líder ahora mismo, pero con estos pirados cualquier cosa es cuestionable. 

Désirée frunció el ceño.

-¿Y por qué está aquí el Señor del Castillo de la Rosa, el mayor supervillano de este universo?

-Bueno... al parecer, él también está aliado con nosotros temporalmente -respondí sin ganas.

-Hubo una nota discordante en el tejido de la realidad musical, pero nunca creí que fuera tan enormemente discordante -Désirée sacudió la cabeza.

-No entiendo muy bien a qué te refieres, pero...

En ese momento, Chencho llegó corriendo.

-¡Tú! ¡Tú eres una músicamante! -gritó nuestro interdimensionador.

-¡Sí! -contestó orgullosa la recién llegada-. ¡Así es!

-No entiendo nada -reconocí.

Los demás se acercaron, curiosos. Chencho parecía el más entusiasmado, a pesar de la mirada celosa de Rigoberta.

-¡Llevo años intentando encontrar a alguien con el dominio de la músicamancia! ¡Esto es maravilloso!

-Vale, la chica es muy maja y tal -dijo Cafre encogiéndose de hombros- pero, ¿por qué tanta emoción?

El Señor del Castillo de la Rosa le respondió:

-Los músicamantes pueden alterar la propia realidad al modificar el entramado musical que se entrelaza con nuestra existencia. Si sus poderes se combinan con un interdimensionador, el contínuo espacio temporal puede ser...

-Vale, vale -le interrumpió Cafre-. Ahora explícalo para legos.

Daniel resopló.

-Imagina que estás jugando un videojuego de rol. Puedes desarrollar tu personaje como un mago o como un guerrero. Terminas el juego como guerrero. Vuelves a jugarlo, y lo terminas como mago. Ahora, imagina que pudieras coger los puntos fuertes de esos dos personajes (que en realidad es el mismo, sólo que en historias alternativas) y fusionarlos en una versión mejorada del mismo personaje... un interdimensionador y una músicamante pueden hacer lo mismo en la realidad. Tomar los puntos fuertes de otras versiones nuestras de universos alternativos y fusionarlos en nosotros.

-Sólo entendí que vamos a jugar un videojuego -contestó Cafre abriendo los brazos, ante la exasperación del Señor del Castillo de la Rosa.

-¡No hay tiempo para más explicaciones! -dijo Désirée-. ¡Una gran nota desafinada amenaza nuestra existencia! -y añadió, mirando a Chencho-. ¡Interpretemos nuestros poderes al mismo tiempo y aumentemos nuestro poder junto al de nuestros aliados!

Y así lo hicieron. Yo mismo no entiendo lo que ocurría, pero una intensa música inundó nuestras mentes al mismo tiempo que multitud de extraños recuerdos y vivencias de nosotros mismos en universos distintos saturaban nuestras almas.

De repente, tal como había comenzado, todo terminó. Nos miramos los unos a los otros. Podíamos sentirlo. Éramos más fuertes, más inteligentes, más guapos. Incluso Vicky parecía haber crecido un par de centímetros. 

Chencho estaba pletórico. Sin embargo, Désirée se extrañó y preguntó:

-Pero esos dos, el Señor del Castillo de la Rosa y Cafre, no han cambiado... ¿acaso sus versiones en este mundo eran mejores en todo que cientos de versiones en otros universos?

Era cierto. Al menos en apariencia. Porque Chencho explicó enseguida:

-No. Echa un ojo a sus habilidades en vez de sus atributos... es en lo que han mejorado estos dos panolis... 

Désirée comenzó a enumerar:

-El Señor del Castillo de la Rosa ha aumentado su habilidad "traición" en siete rangos; su habilidad "uso de venenos" en cuatro rangos; "apuñalar por la espalda" en cinco; "planificar maléficamente" en tres; "exterminio de héroes" en cuatro; "invertir en bolsa" en seis... ¡Ay, ay, ay! ¿Y Cafre? ¿En qué ha mejorado Cafre? Vamos a ver... no puede ser... "resistencia a embriagarse con cerveza" ha aumentado en dos rangos; "conocimiento rolero" ha aumentado en trece rangos; "dominio de preliminares sexuales" en cinco rangos; "conocimiento de anime" en ocho rangos; "silvicultura" en dos rangos...

Suspiré. Mientras seguían sonando las notas musicales en mi cabeza, me di cuenta de que ya ni siquiera estaba sorprendido.




sábado, 6 de febrero de 2021

GdP2: XXXV

-¡Gatitos! ¡Gatitos, gatitos! ¡Gatitos! ¡Gatitoooos! ¡Gatitos, gatitos! ¡Gatitos! ¡Muchos gatitos! ¡Muchos gatitos para la nena! ¡Gatitos bonitos! ¡Gatitos chiquititos! ¡Gatitos adorables!

El lugar está lleno de los chillidos de Vicky mientras abraza, besa, acuna, apapacha y lame a un montón de cachorros de gato desconcertados por la loca que les abruma.

Fer está en lo alto de una colina, observando desde allí mi aldea ocupada, tenuemente iluminada en la noche. Me acerco hacia él, en parte deseando saber qué está pensando el hombre-dragón, en parte para alejarme de los gritos. 

-¿Cómo lo llevas, Fer? 

-Hola, Herji -me saluda-. Deberíamos tener novedades pronto.

-¿Novedades? -me extraño-. Creí que una vez Vicky hubiera rescatado a los gatos rehenes, ella misma iría asesinando a los miembros de La Doctrina, o lanzaríamos un ataque, o...

Fer niega con la cabeza.

-No, Herji. Estos enemigos no son un enjambre caótico. Están preparados contra nosotros y seguro que tienen algún plan alternativo para compensar la desaparición de los gatitos. Pero las piezas están ya en su sitio. Sólo tenemos que esperar.

-¿Las piezas? No lo entiendo... lo único que hemos hecho ha sido rescatar a unos cuantos gatos...

-Gracias a la información obtenida por un político comprado por un plato de canelones, no lo olvides. Eso ha hecho que la rueda comience a girar. Calculo que en unas horas, como muy tarde, La Doctrina perderá una parte de sus efectivos... y no tendremos que mover un dedo hasta que eso ocurra.

No comprendo al hombre-dragón. Parece completamente seguro de sus palabras, pero no alcanzo a imaginar por qué...

 

***

 

Dentro de la fortaleza, se escuchan otra clase de gritos. Militarus mira con expresión ausente los alicates que sostiene en su mano, con otro diente recién arrancado.

-Así que te vendiste por un plato de canelones, permitiendo que esa ninja enana rescatara a todos los gatos. Lo que más me duele no es que se ha hayan llevado esas mugrosas bolas de pelo. Lo que me duele es la traición. Nuestra sociedad se basa en la confianza; en la lealtad. Y si cometemos un error o tenemos un momento de debilidad, lo asumimos y lo informamos a nuestro superior al instante. Es algo que los soldados tenemos grabado en nuestra alma. Pero tú te callaste, y me has obligado a interrogar a otras cinco personas antes que tú. Me decepcionas.

El desdichado solloza mientras mira sus dientes y uñas tirados por el suelo. La puerta se abre, y entran los otros cinco miembros de La Doctrina.

-Militarus -habla Políticus con expresión sombría-. Has apresado indebidamente a cinco de mis hombres de confianza. Te has extralimitado en tus funciones y no has informado a Gobernus de estos cuestionables procedimientos. Solicito formalmente a Gobernus y Legalitus que proclamen la exacción debida por tu modo de actuar.

Militarus mira con desdén a Políticus antes de responder:

-Políticus, han sido tus burócratas los que han provocado esta crisis. Han traicionado nuestros valores e ideales, y llegarán a provocar nuestra caída si se mantienen bajo tu mando, que se ha probado incompetente y falto de recursos. Propongo formalmente a Gobernus y Legalitus que se traspasen las competencias de Políticus a mi persona mientras dure esta crisis.

-Denegado, Militarus -responde Gobernus-. De acuerdo con Legalitus, has tomado una serie de decisiones que sólo corresponden a mi persona. Antes de decidir lo más mínimo, vamos a esclarecer esta situación.

-Lo único que se debe esclarecer es si Políticus sirve para algo y si tú, Gobernus, estás haciendo un buen trabajo -escupe Militarus-. Religiosus, Legalitus, Económicus, me gustaría conocer vuestra opinión al respecto.

-La traición es una gran ofensa hacia Dios -pronuncia Religiosus-. Militarus ha hecho lo correcto al aplicar la penitencia correspondiente a los pecadores. No podemos permitir que el libertinaje campe a sus anchas.

Legalitus se encoge de hombros mientras hojea un código de leyes.

-Según nuestras leyes, Militarus ha obrado incorrectamente. Pero, como bien sabemos todos, en cualquier momento puedo tachar lo dispuesto, sustituir las disposiciones necesarias y que todo sea correcto. 

Economicus no habla, tan sólo mira a unos y a otros mientras intenta aparentar calma y valora de qué lado le interesa ponerse. 

Gobernus levanta el tono, mientras sus guardaespaldas toman posiciones:

-Militarus, quedas temporalmente despojado de tus funciones y tu rango mientras se investigan tus recientes actuaciones.

Militarus frunce el ceño mientras le rodea un grupo de soldados:

-¿Me investigas a mí cuando no has movido un dedo frente a la traición de los hombres de Políticus?


***


De repente, comienzan a escucharse disparos. Me pongo en tensión, pero Fer sonríe.

-Tranquilo, Herji. Estos imbéciles son tan predecibles como imaginé. Ya ha empezado.

-Ya ha empezado... ¿el qué?

-El golpe de estado -dice el hombre-dragón con una maquiavélica sonrisa en su rostro.


Continuará