domingo, 30 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 51


Isabel levantó la cabeza y vio entrar a su padre. Instintivamente se puso en tensión y cerró los puños, dispuesta a soportar la gran bronca de su padre si había decidido venir a por ella hasta la casa de su tia. Pero algo la inquietó aún más. Su padre tenía en su cara una expresión que ella jamás había visto antes.

Su padre entró lentamente y se sentó en la cama, a su lado.

-Isabel, yo... -titubeó- venía a decirte que lo siento.

Isabel quedó sorprendida y boquiabierta. ¿Era una trampa?

-Siento tanto lo de tu novio... como... como el haberte tratado... de una manera que no merecías.

Isabel no respondió y miró fijamente a su padre con el ceño fruncido. Así pasó algo más de un minuto, en completo silencio.
Su padre respiró hondo, torció el labio, se levantó y caminó hasta la puerta de la habitación.

-¿Papá?

Su padre dio media vuelta torpemente. Tenía los ojos anegados en lágrimas y no dijo nada a su hija, tan sólo dio un par de pasos hacia ella.
Isabel se mordió el labio, temblorosa.

Su padre se sentó a su lado y la abrazó con fuerza.
Isabel correspondió al abrazo. Hundió su rostro en el pecho de su padre y comenzó a llorar.

-Anoche tuve un sueño, papá -le dijo Isabel cuando ya se habían calmado ambos-. Rubén estaba vivo en el sueño, parecía vivo... estaba preocupado por mí y me buscaba. ¡Pero es tan horrible! Le acompañaban demonios y muertos y... pero a él le daba todo igual, sólo le importaba llegar hasta mí... Sé que no es más que un sueño, pero parecía demasiado real. Me desperté asustada y ya no pude volver a dormirme...

Hubo un momento de silencio.

-Sabes de sobra que yo no soy bueno en esto -respondió su padre entre titubeos-, pero si yo muriera… yo también estaría preocupado por ti. Estoy... estoy seguro de que te quería mucho.
Isabel forzó una sonrisa.
-Gracias, papá.
-¿Quieres... quieres volver a casa? ¿O prefieres pasar la noche aquí?

La voz de su tia sonó desde el pasillo:

-Acabo de hablar con tu mujer. Te da permiso para que duermas aquí y por la mañana te lleves a Isabel de vuelta.
-¿Que mamá te da permiso? -preguntó Isabel extrañada; acto seguido intentó corregirse rápidamente-. Quiero decir, que...
-No, no intentes arreglarlo -contestó su padre con un tono resignado-. Me temo que hoy han cambiado muchas cosas.
-¿Qué?
-Tu madre... ha... digamos... yo... es... no es fácil explicarlo…
-¿Qué? -insistió extrañada Isabel.
-Tu madre ha dado un golpe de estado.
-¿Que mamá que coño qué?
-Mejor que te lo cuente ella... yo no he sido... quiero decir, intenté... quizás... quizás lo mejor es que empecemos de cero, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -asintió Isabel sin comprender nada.
-Bien, pues ahora... descansa, ¿vale? Mañana hablaremos. Y… y no digas más palabrotas.
-Vale.
-Entonces... buenas noches.
-Buenas noches, papá -se despidió Isabel, aún sin creerse del todo que no estuviera soñando.

Continuará

viernes, 28 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 50


Mientras tanto, Isabel respiraba profundamente, acostada en la cama de su tía. Consumida en su dolor, releía una y otra vez las cartas que Rubén le había escrito y que siempre llevaba consigo. Cada piropo, cada juramento, cada “te quiero” se clavaban en su pecho y la destrozaban. Y cuando recordaba que tan sólo poco más de dos semanas antes Rubén la abrazaba y cubría su rostro con sus besos... Isabel no podía hacer otra cosa que echarse a llorar.

Un día antes de morir, Rubén le había cedido todas aquellas poesías que le había escrito antes y después de confesarle su amor. Isabel estaba leyendo la más antigua, la primera de todas, con la que Rubén pudo haber declarado su amor si se hubiese atrevido a hacerlo por carta:

Mi ordenador decidió colgarse nada más terminé tu poesía
dejándome con cara de estúpido a las dos de la madrugada.
Al final había logrado cuadrar rima, medida y melancolía…
Lo mismo me hubiera dado el ahorcarme con mi almohada.

Reconozco que no quiero reconocer que me estoy enamorando
mas mis sueños se ocupan de que cada noche recuerde tu sonrisa.
Y así paso el tiempo orando porque el “si” se convierta en “cuando”,
rezando porque tus ojos se conviertan asimismo en mi divisa.

Lo cual me recuerda mi oración: que me tengas en la más alta cota
Mas sé al menos de dos muchachas que igual piden a Dios respecto de mí.
Así que ahora voy palmando dos a uno en un partido idiota
con mi corazón haciendo de balón, con mi voz queriendo ir hasta ti.

Al ver ondear tu pelo ya me es difícil mantener la compostura,
así que imagina mi tormento cuando llegas enseñando ombligo.
Me esfuerzo por controlarme y no comer a besos tu cintura
Y apenas resisto la tentación de raptarte y llevarte conmigo.

Insisto e insisto e insisto en mirar mi correo electrónico
y éste casi siempre contesta “tienes cero mensajes sin leer”.
Yo me siento como un mudo que se hubiera quedado afónico,
sin saber si habré dicho algo malo en mi último mensaje sin querer.

Está el problema de tu juventud, está también el de mi prudencia.
Está el problema de que no sé si a tus padres les parecerá bien.
Pero el mayor problema es que se va agotando mi paciencia:
Cuando sin ti pasa una hora parece que hayan pasado más de cien.

Ahora ya me despido, puesto que no tengo nada más que contarte.
Sólo faltaba que todo lo que te he dicho te parezca poco.
Aún tengo reiniciar mi ordenador para poder retratarte
todo lo que por ti siento en una poesía… antes de que me vuelva loco.

Justo al acabar de leerla, se abrió la puerta de la habitación.

Continuará

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 49


-¡Ha sido genial! -gritaba Fito en ese momento.
-¡Bravo! -aplaudió Rubén.
-Poeta, retiro todo lo malo que haya podido decir de ti -dijo Cosme con orgullo.
-Sí, Poeta -asintió Sheila-. ¡Eres nuestro héroe!
-Estoy impresionado -reconoció a su vez Canael.
-“No ha sido nada, mis amigos queridos.
Si os he sido de ayuda, soy yo el agradecido…
¡Cuando tantos años estás ni vivo ni muerto,
en alguna afición hay que matar el tiempo!
-De todos modos, sigue pisando el acelerador, Fito -recomendó Cosme-. No quisiera volvérmelos a encontrar muy pronto.
-¿Quiénes eran? -preguntó Fito-. ¿Cazadores de vampiros?
-Algo así -respondió Cosme-. Desde luego, no parecían sorprendidos de vernos.
-Hemos llamado demasiado la atención -dijo Canael con un tono de reproche en su voz.
-¡Oye, no me mires a mí! -protestó Fito-. Aún no habíais abandonado el cementerio y ya estábais presumiendo del escándalo que íbais a armar en la ciudad.
-Ya da igual -dijo Cosme-. ¿Se os ocurre algún sitio donde podamos relajarnos?
-Por esta carretera vamos hacia la capital -informó Rubén.
-¿Seguimos adelante? -preguntó Fito al resto.
-¿Prefieres dar media vuelta y volver a encontrarnos con esos idiotas del C.I.P.O.T.E.?
-A la capital, pues -concluyó Fito.

Y pisó a fondo el acelerador.

Continuará

domingo, 23 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 48


-¡Se escapan! -gritó el Pater.
-¡Harry está herido! -avisó Manolo a la vez.
-No es nada -replicó éste mientras se palpaba la cabeza. La sangre procedente de una pequeña brecha le bañaba la cara. Su mano derecha también sangraba abundante tras haber retirado el destornillador, cuya punta se había hincado en la carne y le había producido una pequeña pero profunda herida.
-Les hemos perdido -concluyó Jingjing-. Pater, saca el botiquín y ayuda a Harry. ¿Crees que las balas les habrían detenido?
-Lo dudo mucho -contestó el Pater mientras atendía al herido.
-Eran de plata -informó Harry.
-De todos modos. Esas criaturas no son de este mundo -replicó el sacerdote.
-¿Os habéis fijado en cuántas “criaturas” viajaban en el coche? -preguntó Jingjing.
-Mínimo tres o cuatro -respondió Harry-. Quizás más.
-Hemos de volver a encontrarlos antes que acabe la noche -advirtió el Pater-. ¿Aún funciona la furgoneta?
-Espero que sí -respondió Harry-. ¿Cómo está la furgoneta, Manolo?

Nadie contestó.

-¿Manolo?

Manolo se encontraba varios metros más lejos, vomitando todo lo que había comido durante el día.

-Antes de que acabe la noche... -murmuró Jingjing-. Antes de que acabe la noche pueden estar en cualquier parte. Volvemos al refugio. Manolo y Harry necesitan reponerse.
-Pero... -comenzó a protestar el Pater.
-Yo estoy bien -aseguró Harry a su vez.
-Esta noche se nos han escapado -reconoció Jingjing-. Tengo la intuición de que pronto nos llegarán noticias de esos monstruos.

Continuará

viernes, 21 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 47


-¡Nos persiguen! -gritó Sheila-. Esos cazadores investigadores... ¡lo que sean! Canael, ¿no puedes hacer algo?
-Lo intento, pero el sacerdote que va con ellos debe ser un exorcista de primer grado -contestó el demonio-. No logro invocar ninguno de mis poderes.
-¿Entonces qué hacemos? -se alarmó Fito-. ¿Les regalamos a Poeta para que lo estudien? ¿Nos ponemos de rodillas y rezamos a San Jacobo, patrón de los empanados?

Harry se asomó por la ventana de la furgoneta y apuntó con su pistola durante un par de segundos. Apretó el gatillo y los muertos vivientes escucharon como el faro trasero izquierdo del vehículo reventaba.

-¡Van a matar a Sebas! -chilló Rubén.
-¡Es verdad! -asintió Cosme-. ¡Aún está en el maletero!
-¡No puedo quitármelos de encima! -protestó Fito-. ¡Esos torquemadas nos comen terreno!

Poeta agarró su lira y se asomó por la ventanilla.

-“Este atropello no lo puedo permitir.
Acabaré con esos estúpidos
sin darles siquiera la ocasión de huir.
Han desatado la más cruel tormenta:
pasadme la caja de herramientas”.
-¿La caja de...? ¿Para qué? -preguntó Fito sin comprender.
-“¡Obedéceme aunque sea a tientas,
y pásame la puta caja de herramientas!

Sheila, rápidamente, hizo caso al enfadado Poeta y le dio la caja de herramientas. Mientras, un segundo disparo destrozaba el espejo retrovisor derecho. Poeta agarró de la caja un martillo, una llave inglesa y un destornillador. Con rapidez y pericia, apoyó las herramientas sobre los tendones de su lira y estiró lo más que pudo. Apuntó con presteza y, cuando el coche de los cazadores estuvo a tiro, los soltó.

Harry se preparaba para efectuar su tercer disparo cuando un destornillador se clavó en su mano, haciéndole gritar de dolor. Logró sujetar la pistola, pero tuvo que dejarla caer al momento siguiente, cuando una llave inglesa impactó en su cabeza.
Por su parte, el martillo hizo añicos la luna delantera del vehículo de los cazadores. El conductor, Manolo, se sobresaltó tanto que dió un volantazo y la furgoneta se salió de la carretera, quedando inmóvil en la cuneta.

-¡Chupaos esa, idiotas! -chilló Fito carcajeándose.

Continuará

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 46


Habría pasado media hora. En ambos vehículos sólo se escuchaban divagaciones. En el coche de Sebas, Canael explicaba lo poco que sabía de los espectros a sus amigos, quienes intentaban imaginar cómo podrían encontrar una sombra en la noche. Además, Fito y Poeta discutían con Cosme acerca de llamarle “Cosme” o “Ramón”. La calavera prefería fervientemente lo primero, lo que para los otros dos era una excusa perfecta para meterse con él.

En la furgoneta de los cazadores, por el contrario, había una acalorada discusión de lo que habría podido pasar en el cementerio. Manolo defendía la teoría de que los causantes habían sido científicos extraterrestres, Harry abogaba por lunáticos degenerados y el Pater por las hordas del infierno. Jingjing sólo escuchaba y suspiraba de vez en cuando.

Así, no es de extrañar que los conductores se despistaran y estuvieran ambos coches a punto de chocar en una rotonda, colisión sólo impedida por un oportuno frenazo de Manolo.

-¿Es que no tienes ojos en la cara o qué? -gritó éste tras bajar la ventanilla.
-¡Si la culpa ha sido tuya, idiota! -chilló a su vez Fito, tras bajar su propia ventanilla sólo lo suficiente para que se escucharan sus gritos.
-¿Idiota yo? -se indignó Manolo- ¡Bajo y te mato, desgraciado!
-¿Que me matas? -rió Fito por su parte- ¡Te llevarías una sorpresa! ¡Idiota!
-¡Que no me llames idiota que bajo! -gritó Manolo ya casi fuera de sus casillas.
-¿Que no te llame qué? -preguntó con sorna Fito- ¿Idiota? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idioooooota! ¡Idiotaidiotaidiotaidiotaidiota! ¡IDIOTA!
Y no contento con eso, Fito comenzó a cantar:
-¡Idio-idio-idiota-ta-ta-ta-idio-idio-idiooota-idiota-idiota-idioooota-ta-ta...!
-¡Fito, por favor! -intentó contenerle Cosme.

Pero era demasiado tarde. Manolo, todo rojo, se había bajado de la furgoneta (para desesperación de sus propios compañeros) y se dirigía hacia ellos.
-¡Baja si tienes huevos! -gritaba a Fito-. ¡Baja!

Fito sonrió antes de gritar:
-No tengo huevos, idiota... ¡ya se me han descompuesto!

Y Fito abrió la puerta y lanzó su carcajada diabólica.

Hubo un momento de silencio. Al segundo siguiente, delante del aterrorizado Manolo se encontraba Jingjing (con una katana en cada mano), Harry (con un viejo revólver y un cuchillo de caza) y el Pater (con una estaca de madera, una Biblia y un crucifijo).

-Ahí va... -dijo Fito anonadado.
-¡Bestias del averno! -gritó entonces el Pater-. ¡Rendíos ante los Cazadores Investigadores de lo Paranormal y lo Oculto Taumatúrgicamente Eficientes!
-Vale, pero una pregunta antes -se escuchó la voz de Cosme- ¿He escuchado mal o vuestras siglas son C.I.P.O.T.E.?

Los cazadores se miraron confusos unos a otros.

-Os dije que debíamos cambiar el nombre -intervino Manolo, mientras una oscura mancha crecía en sus pantalones.

Fito pisó a fondo el acelerador.

-¡Se escapan! -gritó Jingjing-. ¡A por ellos! ¡Rápido!

Continuará...

lunes, 17 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 45


-Nada -dijo por fin Manolo, quien parecía más ocupado en buscar petróleo en su nariz que zombies en el cementerio.
-¿Nada? -preguntó incrédula Jingjing.
-Al contrario, todo -replicó Harry-. Las tumbas han sido abiertas desde dentro y son el comienzo de un rastro de tierra que llega hasta la puerta del cementerio. Allí los rastros se separan en diferentes caminos, pero la mayoría llevan a la ciudad.
-Estupendo -sonrió Jingjing.
-Esperad un momento -pidió Manolo-. No creeréis realmente en muertos vivientes, ¿verdad? O sea, yo pensé que...
-¿Que este trabajo era una coña? -le interrumpió Jingjing-. ¿Que sólo nos dedicaríamos a vender psicofonías a programas cutres de televisiones locales? Por favor, Manolo, madura.
-Si son engendros diabólicos, es nuestra misión el devolver a esas criaturas a los abismos -dijo muy serio el Pater.
-¿Y si no lo son? -se burló Harry-. ¿Y si sólo querían estirar las piernas?
-¡Blasfemo! -le gritó el Pater mientras echaba a andar hacia la furgoneta- ¡Contra los demonios del averno no debemos permitirnos la más mínima relajación moral!
-Se toma esto muy a pecho, ¿no? -le susurró Manolo a Jingjing.
-Ha visto mucho más que el resto de nosotros, Manolo -le respondió ésta-. Vamos a la ciudad.
-Ha visto mucho más que el resto de nosotros... ¿mucho más qué? -preguntó Manolo- ¿Películas de miedo?

Y los Cazadores Investigadores de lo Paranormal y lo Oculto Taumatúrgicamente Eficientes montaron en su furgoneta y arrancaron, en dirección a la ciudad.

Continuará

sábado, 15 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 44


-Has dicho unos ángeles. Eso quiere decir que has... ¿subido al cielo? -preguntó en un susurro respetuoso Cosme.
-Sí -respondió Felisa.
-Eres nuestra protectora -razonó Cosme-. Quizás lo que te voy a pedir esté fuera de tus competencias pero... pero si no me ayudas tú no me ayudará nadie. Verás, no recuerdo nada de mi vida anterior. No sé como morí, no sé quién era, no sé nada de lo que pudo ser mi vida. Me llamo Cosme por llamarme algo, pero ni siquiera sé si realmente es mi verdadero nombre. Y no imaginas como me duele.
-Quieres que te explique quién eres -dijo Felisa.
-Sí.

Felisa cerró los ojos y no habló durante unos momentos. Realmente, lo que estaba haciendo era hablar con Doradiel, y éste le dió permiso para decirle a Cosme lo que quería saber. Felisa sonrió antes de hablar:
-Tu verdadero nombre es Ramón Montes, eras un fornido y apuesto gitano que...
-Espera un momento -la interrumpió Cosme-. ¿Has dicho gitano?
-Sí -asintió Felisa-, te dedicabas a...
-Espera, espera... ¿estás segura de que era gitano?
-Bueno, es lo que me está dictando un arcángel.
-Debe haber algún error...

Poeta comenzó a reir a carcajadas mientras tocaba su arpa:

-“¡Vaya, vaya! Al racista de Cosme le dicen que es gitano
y le ha sentado igual de mal que si le dieran por el ano!”
-¡No soy racista! -se indignó Cosme.
-¿Y por qué te molestas tanto entonces? -preguntó Fito.
-¡No sé porqué me molesta ni sé porqué creeis que me molesta, pero desde luego si me molesta algo, lo que me molesta no me molesta y sí, y si me molesta, lo que es seguro es que no me molesta por racismo!
-No he entendido nada -reconoció Fito.
-¡No importa! -gruñó Cosme-. ¿Y cómo morí?
-Te descuidaste haciendo trabajos de electricista, estabas subido a una escalera. Metiste los dedos en un enchufe y...
-Me hago a la idea, gracias -cortó Cosme con las cuencas de sus ojos brillando completamente rojas mientras Fito y Poeta se revolcaban por el suelo sin disimular un ápice sus carcajadas.
-¿Quieres que te hable de tus dos divorcios? -preguntó Felisa condescendiente.

Canael, con un estremecimiento, no pudo evitar que las cuencas de Cosme le recordaran a las mismas llamas del infierno.

-Creo que mi curiosidad ha quedado más que satisfecha, gracias -contestó secamente la calavera.
-Ojalá pudiera ayudaros más -dijo Felisa.
-Oh, no te preocupes -respondió Cosme mascullando las palabras-. Nos has ayudado mucho.
-Buscad al Espectro. No tardeis.

Y no más lo hubo dicho, Felisa desapareció.

-Esto es de muy mal gusto -se quejó Fito-. ¿Por qué los muertos no podrán quedarse quietecitos?
-Una palabra más y serás un cadáver descompuesto -dijo Cosme-. Subamos al coche, a ver si alguien me explica como se caza a un espectro...
-Uy, qué enfadado está Ramón -susurró Fito a sus compañeros.
-Yo que tú no tentaría a la suerte -le replicó Sheila en un murmullo.

Continuará

jueves, 13 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 43


-Quizás yo pueda daros una razón para continuar juntos -les interrumpió una voz dulce-. Aunque sea sólo por unas horas... y no sea por un motivo agradable.

Los seis amigos se giraron entre sorprendidos y atemorizados. Y no disminuyó su asombro cuando vieron delante suya no a una persona común (como todos temían), si no al dorado y juvenil espíritu de Felisa.

-Tú... -comenzó a decir Fito.
-Eres... eras la anciana que encontramos -acabó Sheila.
-Se supone que no debíais verme -explicó Felisa nerviosamente-. Quise hacer algo por vosotros y unos ángeles me nombraron vuestra protectora pero... pero ha sucedido algo malo.
-¿Unos ángeles? ¿Nuestra protectora? ¿Algo malo? -preguntó Fito de carrerilla- Yo lo flipo.
-Lamento no saber mucho... aún soy nueva en esto. Se trata del cementerio -Canael cerró los ojos mientras Felisa hablaba-. Un espectro ha nacido allí.
-No -murmuró el demonio.
-Ha escapado y... y Canael debe detenerle.
-Vamos por partes -dijo Fito-. ¿Un espectro es poderoso?
-Sí -respondió Canael.
-¿Más que tú?
-Si se ha… “alimentado”, sí.
-¿Y tienes que detenerle obligatoriamente?
-Sí, Fito. Quería redimirme y lo único que he hecho ha sido faltar a mi juramento. Quizás nunca se me perdone, pero he de intentarlo.
-¿De cuánto tiempo disponemos? -preguntó Fito a Felisa.
-Poco más de veinticuatro horas -respondió-. Canael... si antes de que pase ese plazo el Espectro es detenido, quedarás libre y en paz. Si no...
-Lo entiendo -asintió el demonio.
-¡Qué bien, tíos! -exclamó Fito- ¡Un día más de vacaciones!
-¿Es que no lo entiendes? -rugió Canael- ¡Puede estar muriendo gente ahora mismo!
-¿Me estás diciendo que un espectro mata gente? -preguntó Fito sin comprender.

Canael le miró fijamente.

-¡Oye, no me mires así! ¡Yo soy un muerto viviente y no por ello voy comiendo los sesos de las personas! ¿O sí?
-Acompañaremos a Canael. Nosotros le metimos en esto, es justo que le ayudemos -suspiró Cosme-. ¿Por dónde empezamos a buscar a ese espectro?

Felisa bajó la cabeza.

-Lo más probable es que él os esté buscando a vosotros.

Continuará...

martes, 11 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 42


Sheila y Canael, mientras tanto, estaban sentados en el alféizar de la ventana.

-Sé que fui yo quien te pidió que intervinieras -comenzó a hablar el fantasma-, pero... ¿no crees que ha sido un poco exagerado? Quizás hayamos traumatizado a ese crío de por vida.
-No -Canael negó con la cabeza-. Todos, de niños, vivís experiencias traumáticas. Auténticos horrores nocturnos os acechan cada noche, y todos, todos, lo sabéis. Pero según crecéis, olvidáis. No importa la cicatriz que os quede y que, bien visible, os acompañará toda la vida. No importa, porque lo habréis olvidado. Y lo que se ha olvidado ya no existe. Eso será lo que le pasará a Nando. Le quedará la cicatriz, pero antes o después, olvidará.

Sheila asintió en silencio y ambos descendieron hasta el suelo.

No más llegaron junto a los otros, tuvieron que volverse de nuevo invisibles mientras los otros cuatro entraban rápidamente en el coche de Sebas y cerraban la puerta. La luz del portal de Isabel se había encendido.
Expectantes, observaron como el padre de Isabel salía del portal a la noche, llegaba hasta su propio coche, se metía en él y arrancaba, desapareciendo por una calle contigua a los pocos segundos.

-Era el padre de Isabel -murmuró Rubén.
-¿Adónde irá a estas horas? -se preguntó Cosme.
-¿Le será infiel a su mujer? -aventuró Fito.
-¿Y bien? -preguntó Rubén, impaciente, a Sheila y Canael-. ¿Qué ha pasado allí arriba?
-Tu novia está en casa de su tía -explicó el demonio-. Y debo decirte que su hermano pequeño es...
-Tonto del culo -terminó Sheila.
-¡Por favor, muchacha! -exclamó Fito-. ¡Qué lenguaje!
-Es decir, que hemos hecho el viaje para nada -Rubén se sentía destrozado por dentro-. Y aunque estuviera, ¿qué importa? Yo jamás tendré el valor para decirle que sigo viv... que sigo aquí. Lo mejor será que vuelva al cementerio -Rubén no pudo contener las lágrimas-. Esto se ha acabado. Ya no hago nada aquí.

Todos callaron por un momento.

-Supongo que tiene razón -comentó pesaroso Cosme-. Y eso vale para el resto de nosotros. Nos embarcamos en este viaje para acompañar a Rubén. Si él decide que es lo mejor, los demás tenemos que apoyarle. Han sido unas bonitas horas...

Sheila asintió con la cabeza mientras se deslizaba una etérea lágrima por su mejilla translucida.

-¡Os podéis ir todos a la mierda! -les gritó Fito-. ¿Ahora os rendís? ¡Vale, yo no quería salir del cementerio! Pero, ¿no os dais cuenta? Ahora que hemos salido, esa prisión... ¡antes era sólo eterna! Ahora será inaguantable. Mi corazón me dice que hicimos bien, y mi corazón me dice ahora que no debemos volver.
-Tu corazón se pudrió hace años -le recordó Cosme.
-Yo siento aprecio por ti -dijo Fito en un tono de voz que ninguno de ellos había escuchado antes-. Sigo teniendo corazón.
-Pero antes teníamos un motivo para seguir -razonó Cosme-. Ahora no. Ahora sólo nos queda vagar por callejones ocultándonos de la gente corriente. 

Continuará... 

lunes, 10 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 41


Nando quedó perplejo, respirando rápida y hondamente, sudando como un cerdo mientras su madre se alejaba. El niño pestañeó e intentó pensar con claridad.

-Ha sido una alucinación -se dijo-. Tiene que serlo...

Nando volvió a la habitación de su hermana. Estaba vacía pero... ¿era su imaginación o le había parecido ver el rostro de una linda muchacha en el cristal de la ventana?

Intrigado, olvidando por un momento su terror, se asomó. Y lo que vió heló su corazón. Pudo reconocerle a pesar de la oscuridad de la noche, a pesar de la fina lluvia que comenzaba a caer. De pie, al lado de un viejo coche, con un viejo atrapasueños de su hermana colgando de su cuello, mirándole fijamente.

Rubén.

Nando sintió desvanecerse. Había venido a por él. Quería vengar a Isabel. Y había traido una horda de demonios consigo.

A Nando sólo se le ocurrió una cosa...

En casa de tía Asun sonó el teléfono. La tía Asun sonrió y lo cogió con delicadeza.

-¿Dígame?
-¡Tía, tía, tía! ¡Soy Nando! ¡Nando! ¡Ponme con Isa! ¡Isa! ¡Ponme con Isa!
-Vale, vale, tranquilo... te paso con tu hermana. ¡Isabel! ¡Es tu hermano!

Isabel se extrañó. Que ella recordara, Nando nunca la había llamado... sorprendida, agarró el auricular.

-Dime, Nando.
-¡Te quiero! -gritó su hermano mientras comenzaba a llorar- ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quieroooo!
-¿Te estás riendo de mí?
-¡No! ¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡No! ¡Te quiero!
-Nando... ¿te encuentras bien?
-¡Sí! ¡No! ¡Te quiero! ¡Sí!
-Nando... ¿me pones con mamá?
-¡Sí! ¡Con mamá! ¡Con mamá! ¡MAMAAAAAAAÁ!

Isabel comenzó a buscar en el listín de su tía números de teléfono de psicólogos mientras su madre, que había oido la conversación telefónica, se disponía a coger el auricular a la vez que se admiraba de lo eficaces que eran un par de cachetes en el momento oportuno y se preguntaba porqué no lo habría hecho mucho antes...

Continuará...

sábado, 8 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 40


Dentro de la habitación de Isabel, Nando miró a su alrededor. Había creido oir algo, pero no vió nada raro. Jamás nadie le había pegado, y sería Isabel quien pagara por ello.

-Tienes que detenerlo, Canael -pidió Sheila-. Por favor.

Canael miró a los ojos del fantasma. Respiró hondo y asintió con la cabeza.

Nando encendió el mechero y comenzó a acercarlo a las fotografías...
Inesperadamente, la luz se apagó y la habitación sólo quedó iluminada por la tenue luz del mechero.

-¿Qué...? -comenzó a preguntar el muchacho.

De repente, sonó una voz de ultratumba que parecía venir de su propio corazón.

-Nando.

Nando palideció y mantuvo alto el mechero.

-¿Qui-quién hay ahí? -tartamudeó.
-Me llamo Canael, Nando -respondió la voz-. Soy el demonio que se lleva a los niños malos.

Y Nando, a pesar de la oscuridad, vió como se materializaba ante él un horrible ser con alas de murciélago, largos cuernos de ébano y ojos rojos como el mismo infierno. Y cuando el ser volvió a hablar, lo hizo mostrando unos horribles colmillos blanquecinos.

-He venido a por ti, Nando...

Las fotos cayeron al suelo. Nando comenzó a chillar y salió corriendo de la habitación. Aterrorizado, chocó con su madre en el pasillo.

-¿Qué es éste escándalo? -le gritó su madre.

Y volvió a cruzarle la cara.

Continuará

jueves, 6 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 39


-¡Esa es! -gritó Rubén-. ¡Esa es la calle donde vive Isabel! En el número catorce, el piso séptimo...
-¡Por fin! -exclamó Fito-. Ahora sólo tienes que bajarte del coche, llamar al telefonillo y decirle a tu novia que eres un muerto viviente.

Rubén miró horrorizado a su amigo.

-Quizás Rubén prefiera que un demonio invisible tantee el camino -dijo Canael con tono educado.
-Yo también puedo hacerme invisible, podría acompañarle -añadió Sheila-. Si quieres echaremos un vistazo de como está tu novia...

Rubén asintió con la cabeza. Parecía que todo el arrojo que había tenido hasta este momento se hubiera esfumado. Se sentía completamente inseguro y sólo quería retrasar el momento de reencontrarse con Isabel lo más posible.

Canael y Sheila se desvanecieron. Los dos amigos, invisibles e intangibles, visibles sólo por ellos mismos, volaron hasta un alféizar del piso que Rubén les había indiciado y se asomaron por la ventana.

Era la habitación de Isabel, ordenada y limpia. Dentro de ella, había un chico gordo de unos once años, que parecía furioso y con las mejillas rojas, revolviendo los cajones de su hermana. Por fin, pareció hallar lo que buscaba. Con una malvada sonrisa de triunfo, cogió un puñado de fotos de uno de los cajones. Eran las únicas fotos que Isabel y Rubén se habían hecho juntos en dos o tres fotomatones. Nando habría preferido quemar todas esas cartas cursis que Rubén le escribía a su hermana cada pocos días, pero Isabel las llevaba siempre encima como un amuleto, bien en el bolso, bien en la mochila.

-¿Qué está haciendo? -susurró Sheila desde el alféizar.
-Daño -respondió el demonio, quien permaneció inmutable cuando Nando sacó un mechero del bolsillo. Sheila se indignó.
-Canael... ¡tenemos que hacer algo!

Continuará...

martes, 4 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 38


No había pasado ni media hora cuando los Cazadores Independientes de lo Paranormal y lo Oculto Taumatúrgicamente Eficientes llegaron al cementerio.

-¡Bendito sea Dios! -exclamó el Pater nada más bajar de la vieja furgoneta-. ¿Qué ha pasado aquí?
-Un mínimo de treinta y cinco tumbas abiertas y vacías -contó Harry-. Quizá más. Manolo tenía razón, algo ha ocurrido esta noche.
-¿Muertos vivientes o simples sectarios profanadores? -preguntó Manolo.
-Algún juego de rol, seguro -opinó Harry.
-¡Eh! ¡Que yo juego al rol! -protestó Manolo, a la vez que sacaba un dedo índice de su nariz.
-Nos es indiferente, amigos -les interrumpió Jingjing-. Sea lo que sea, investigar esto puede darnos el empujón que necesitamos. Buscad rastros, buscad pruebas, cualquier cosa. En cuanto tengamos algo...
-Si tenemos algo -la corrigió Harry.
-En cuanto tengamos algo -recalcó Jingjing-, nos pondremos en marcha.

Continuará...

lunes, 3 de diciembre de 2012

Estoy de Vuelta 37


Sheila miró con tristeza a Canael. Se sentía muy culpable, pues era obvio que los recuerdos, fueran los que fueran éstos, habían vuelto a desgarrar el corazón del demonio. Sheila dudaba si debería disculparse o si Canael preferiría seguir en silencio.

Rubén se sentía amilanado al lado del demonio. ¿Qué importaban sus sufrimientos frente a todo lo que Canael habría debido pasar?

-Perdóname si te he hecho recordar algo malo -dijo por fin Sheila.

El demonio pareció despertar y la miró fijamente.

-No hay nada que perdonar -respondió-. Algunos hechos... no son buenos. Eso es todo.
-Lo entiendo.
-Además -continuó hablando Canael-, para seros sincero, aún no me hago a la idea de haber dejado sin protección el cementerio...
-¡Vamos, Canael! -intentó animarlo Fito-. ¡No seas nenaza! Tú mismo dijiste que no te habías estrenado de portero durante años, ¿no? ¿Qué problema hay? ¿Crees que los otros difuntos van a encargar una pizza mientras juegan al parchís o qué? ¿O que quizás se hayan ido de pingoneo? ¡Deberías disfrutar el momento, tío! ¡Estás rodeado de amigos en una noche de juerga por la ciudad! ¡Incluso tenemos coche prestado! Y ahora mismo vamos a salir de este mugriento polígono industrial para conocer a la chavala de uno de los nuestros...

Y, para sorpresa del mismo demonio, Canael esbozó una sonrisa.

-Tienes razón -asintió el demonio-. ¿Qué muerto querrá salir esta noche del cementerio si no lo ha hecho durante siglos?

Continuará...