Habría pasado media hora. En ambos vehículos sólo se
escuchaban divagaciones. En el coche de Sebas, Canael explicaba lo
poco que sabía de los espectros a sus amigos, quienes intentaban
imaginar cómo podrían encontrar una sombra en la noche. Además,
Fito y Poeta discutían con Cosme acerca de llamarle “Cosme” o
“Ramón”. La calavera prefería fervientemente lo primero, lo que
para los otros dos era una excusa perfecta para meterse con él.
En la furgoneta de los cazadores, por el contrario,
había una acalorada discusión de lo que habría podido pasar en el
cementerio. Manolo defendía la teoría de que los causantes habían
sido científicos extraterrestres, Harry abogaba por lunáticos
degenerados y el Pater por las hordas del infierno. Jingjing sólo
escuchaba y suspiraba de vez en cuando.
Así, no es de extrañar que los conductores se
despistaran y estuvieran ambos coches a punto de chocar en una
rotonda, colisión sólo impedida por un oportuno frenazo de Manolo.
-¿Es que no tienes ojos en la cara o qué? -gritó éste
tras bajar la ventanilla.
-¡Si la culpa ha sido tuya, idiota! -chilló a su vez
Fito, tras bajar su propia ventanilla sólo lo suficiente para que se
escucharan sus gritos.
-¿Idiota yo? -se indignó Manolo- ¡Bajo y te mato,
desgraciado!
-¿Que me matas? -rió Fito por su parte- ¡Te llevarías
una sorpresa! ¡Idiota!
-¡Que no me llames idiota que bajo! -gritó Manolo ya
casi fuera de sus casillas.
-¿Que no te llame qué? -preguntó con sorna Fito-
¿Idiota? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idioooooota!
¡Idiotaidiotaidiotaidiotaidiota! ¡IDIOTA!
Y no contento con eso, Fito comenzó a cantar:
-¡Idio-idio-idiota-ta-ta-ta-idio-idio-idiooota-idiota-idiota-idioooota-ta-ta...!
-¡Fito, por favor! -intentó contenerle Cosme.
Pero era demasiado tarde. Manolo, todo rojo, se había
bajado de la furgoneta (para desesperación de sus propios
compañeros) y se dirigía hacia ellos.
-¡Baja si tienes huevos! -gritaba a Fito-. ¡Baja!
Fito sonrió antes de gritar:
-No tengo huevos, idiota... ¡ya se me han descompuesto!
Y Fito abrió la puerta y lanzó su carcajada diabólica.
Hubo un momento de silencio. Al segundo siguiente,
delante del aterrorizado Manolo se encontraba Jingjing (con una
katana en cada mano), Harry (con un viejo revólver y un cuchillo de
caza) y el Pater (con una estaca de madera, una Biblia y un
crucifijo).
-Ahí va... -dijo Fito anonadado.
-¡Bestias del averno! -gritó entonces el Pater-.
¡Rendíos ante los Cazadores Investigadores de lo Paranormal y lo
Oculto Taumatúrgicamente Eficientes!
-Vale, pero una pregunta antes -se escuchó la voz de
Cosme- ¿He escuchado mal o vuestras siglas son C.I.P.O.T.E.?
Los cazadores se miraron confusos unos a otros.
-Os dije que debíamos cambiar el nombre -intervino
Manolo, mientras una oscura mancha crecía en sus pantalones.
Fito pisó a fondo el acelerador.
-¡Se escapan! -gritó Jingjing-. ¡A por ellos!
¡Rápido!
Continuará...
Uff, con lo mal que huelen los huevos descompuestos, estar cerca de Fito... y aún diría más, dentro de un coche con las ventanillas subidas casi del todo... menos mal que el eau du azufre de canael limpia el aire y lo hace respirable...
ResponderEliminarDebí haberte conocido mucho antes... por lo menos, cuando escribí mi primer libro. Las aportaciones habrían hecho que sí mereciera la pena leerlo... xDDD
ResponderEliminar¡Ya vale la pena leerlo!
ResponderEliminar