-Has dicho unos ángeles. Eso quiere decir que has...
¿subido al cielo? -preguntó en un susurro respetuoso Cosme.
-Sí -respondió Felisa.
-Eres nuestra protectora -razonó Cosme-. Quizás lo que
te voy a pedir esté fuera de tus competencias pero... pero si no me
ayudas tú no me ayudará nadie. Verás, no recuerdo nada de mi vida
anterior. No sé como morí, no sé quién era, no sé nada de lo que
pudo ser mi vida. Me llamo Cosme por llamarme algo, pero ni siquiera
sé si realmente es mi verdadero nombre. Y no imaginas como me duele.
-Quieres que te explique quién eres -dijo Felisa.
-Sí.
Felisa cerró los ojos y no habló durante unos
momentos. Realmente, lo que estaba haciendo era hablar con Doradiel,
y éste le dió permiso para decirle a Cosme lo que quería saber.
Felisa sonrió antes de hablar:
-Tu verdadero nombre es Ramón Montes, eras un fornido y
apuesto gitano que...
-Espera un momento -la interrumpió Cosme-. ¿Has dicho
gitano?
-Sí -asintió Felisa-, te dedicabas a...
-Espera, espera... ¿estás segura de que era gitano?
-Bueno, es lo que me está dictando un arcángel.
-Debe haber algún error...
Poeta comenzó a reir a carcajadas mientras tocaba su
arpa:
-“¡Vaya, vaya! Al racista de Cosme le dicen que es
gitano
y le ha sentado igual de mal que si le dieran por el
ano!”
-¡No soy racista! -se indignó Cosme.
-¿Y por qué te molestas tanto entonces? -preguntó
Fito.
-¡No sé porqué me molesta ni sé porqué creeis que
me molesta, pero desde luego si me molesta algo, lo que me molesta no
me molesta y sí, y si me molesta, lo que es seguro es que no me
molesta por racismo!
-No he entendido nada -reconoció Fito.
-¡No importa! -gruñó Cosme-. ¿Y cómo morí?
-Te descuidaste haciendo trabajos de electricista,
estabas subido a una escalera. Metiste los dedos en un enchufe y...
-Me hago a la idea, gracias -cortó Cosme con las
cuencas de sus ojos brillando completamente rojas mientras Fito y
Poeta se revolcaban por el suelo sin disimular un ápice sus
carcajadas.
-¿Quieres que te hable de tus dos divorcios? -preguntó
Felisa condescendiente.
Canael, con un estremecimiento, no pudo evitar que las
cuencas de Cosme le recordaran a las mismas llamas del infierno.
-Creo que mi curiosidad ha quedado más que satisfecha,
gracias -contestó secamente la calavera.
-Ojalá pudiera ayudaros más -dijo Felisa.
-Oh, no te preocupes -respondió Cosme mascullando las
palabras-. Nos has ayudado mucho.
-Buscad al Espectro. No tardeis.
Y no más lo hubo dicho, Felisa desapareció.
-Esto es de muy mal gusto -se quejó Fito-. ¿Por qué
los muertos no podrán quedarse quietecitos?
-Una palabra más y serás un cadáver descompuesto
-dijo Cosme-. Subamos al coche, a ver si alguien me explica como se
caza a un espectro...
-Uy, qué enfadado está Ramón -susurró Fito a sus
compañeros.
-Yo que tú no tentaría a la suerte -le replicó Sheila
en un murmullo.
Continuará
ay payor que te saco la navaja, aléjate de la fragoneta o te vas a enterar
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