Sheila y Canael, mientras tanto, estaban sentados en el
alféizar de la ventana.
-Sé que fui yo quien te pidió que intervinieras
-comenzó a hablar el fantasma-, pero... ¿no crees que ha sido un
poco exagerado? Quizás hayamos traumatizado a ese crío de por vida.
-No -Canael negó con la cabeza-. Todos, de niños,
vivís experiencias traumáticas. Auténticos horrores nocturnos os
acechan cada noche, y todos, todos, lo sabéis. Pero según crecéis,
olvidáis. No importa la cicatriz que os quede y que, bien visible,
os acompañará toda la vida. No importa, porque lo habréis
olvidado. Y lo que se ha olvidado ya no existe. Eso será lo que le
pasará a Nando. Le quedará la cicatriz, pero antes o después,
olvidará.
Sheila asintió en silencio y ambos descendieron hasta
el suelo.
No más llegaron junto a los otros, tuvieron que
volverse de nuevo invisibles mientras los otros cuatro entraban
rápidamente en el coche de Sebas y cerraban la puerta. La luz del
portal de Isabel se había encendido.
Expectantes, observaron como el padre de Isabel salía
del portal a la noche, llegaba hasta su propio coche, se metía en él
y arrancaba, desapareciendo por una calle contigua a los pocos
segundos.
-Era el padre de Isabel -murmuró Rubén.
-¿Adónde irá a estas horas? -se preguntó Cosme.
-¿Le será infiel a su mujer? -aventuró Fito.
-¿Y bien? -preguntó Rubén, impaciente, a Sheila y
Canael-. ¿Qué ha pasado allí arriba?
-Tu novia está en casa de su tía -explicó el
demonio-. Y debo decirte que su hermano pequeño es...
-Tonto del culo -terminó Sheila.
-¡Por favor, muchacha! -exclamó Fito-. ¡Qué
lenguaje!
-Es decir, que hemos hecho el viaje para nada -Rubén se
sentía destrozado por dentro-. Y aunque estuviera, ¿qué importa?
Yo jamás tendré el valor para decirle que sigo viv... que sigo
aquí. Lo mejor será que vuelva al cementerio -Rubén no pudo
contener las lágrimas-. Esto se ha acabado. Ya no hago nada aquí.
Todos callaron por un momento.
-Supongo que tiene razón -comentó pesaroso Cosme-. Y
eso vale para el resto de nosotros. Nos embarcamos en este viaje para
acompañar a Rubén. Si él decide que es lo mejor, los demás
tenemos que apoyarle. Han sido unas bonitas horas...
Sheila asintió con la cabeza mientras se deslizaba una
etérea lágrima por su mejilla translucida.
-¡Os podéis ir todos a la mierda! -les gritó Fito-.
¿Ahora os rendís? ¡Vale, yo no quería salir del cementerio! Pero,
¿no os dais cuenta? Ahora que hemos salido, esa prisión... ¡antes
era sólo eterna! Ahora será inaguantable. Mi corazón me dice que
hicimos bien, y mi corazón me dice ahora que no debemos volver.
-Tu corazón se pudrió hace años -le recordó Cosme.
-Yo siento aprecio por ti -dijo Fito en un tono de voz
que ninguno de ellos había escuchado antes-. Sigo teniendo corazón.
-Pero antes teníamos un motivo para seguir -razonó
Cosme-. Ahora no. Ahora sólo nos queda vagar por callejones
ocultándonos de la gente corriente.
Continuará...
Con lo divertido que es acojonar a Nando y dicen que han salido del cementerio para nada...
ResponderEliminarYa te digo... sólo porque volvieran cada noche a hacerle una visita merecía la pena... xDD
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