lunes, 28 de enero de 2019

GdP2: XXI

-¡Chencho-sensei!

Parpadeé y miré a mi alrededor. Un montón de niños me miraban con ojos impacientes.

-Oh, lo siento -me disculpé-. Me quedé absorto en mis pensamientos...
-¿Absorto? ¡Chencho-sensei, por favor! ¡Parece que llevas meses sin continuar con la historia! ¡Queremos saber cómo termina la batalla del Comando Caprino contra el Grupo Armado Mata-Cabras!

La batalla, sí. Por ese motivo me quedé absorto. Supongo que es algo inevitable. Esa batalla... ¿cómo puede alterarme tanto algo que ha pasado hace tantos años? 

Ahora, soy el guardián y el maestro de estas jóvenes criaturas en este intento de renacimiento de la humanidad. Supongo que debería contarles la verdad. No ocultar los hechos, por terribles que sean. Pero, ¿qué ganaríamos con ello? ¿Acaso no es necesario que la esperanza se mantenga por irreal que resulte? Para estos niños, el Comando Caprino es un grupo de leyenda en el que se inspiran. ¿Cómo puedo mirar a los ojos a estas criaturas y decirles lo que realmente pasó?

Como decirles que nobles soldados como Herji y Chess fueron vencidos y humillados. Que Celia, nuestra líder, desertó y nos abandonó en plena lucha. Que la sanadora Rigoberta tuvo que hacer horas extras. Y que Chencho murió asesinado a manos de su archienemigo Daniel, el Señor del Castillo de la Rosa.

Daniel. El Señor del Castillo de la Rosa. Es el villano que ninguna novela querría tener, pues el héroe perecería antes de las cinco primeras páginas. Y no desaprovechó su oportunidad. Cuando vio a Chencho grogui, cantando "soy la viudita del conde Laurel" por el campo de batalla, actuó sin vacilar. La cabeza de Chencho, el componente más poderoso del Comando Caprino, rodó por el campo de batalla.

¿Qué soy yo, entonces? Supongo que únicamente soy una copia de seguridad. Chencho, haciendo gala de sus poderes como interdimensionador, había dejado planificado un botón de "cargar partida" en caso de que muriera: traer a otro Chencho de otro universo para reemplazarle. El planteamiento es sencillo. Cada vez que un interdimensionador cambia de universo o se traslada de pliegue espaciotemporal, crea una nueva dimensión. Y cuando el interdimensionador de una de esas nuevas realidades vuelve a trasladarse, crea otra nueva dimensión. Y así sucesivamene... es un crecimiento exponencial de los diversos planos de existencia, una pesadilla de la física cuántica.

Chencho lo sabía. En el momento que murió, yo me vi arrastrado de mi propia línea temporal para sustituir a mi otro yo recién fallecido... creando, de ese modo, un nuevo plano de existencia. Lo cual plantea unas cuestiones interesantes.

¿El Chencho al que sustituí era el Chencho que tuvo la idea originaria de hacer copias de seguridad en base a versiones de sí mismo provenientes de otros planos de existencia? ¿O él era a su vez la copia de seguridad de otro Checho fallecido anteriormente? ¿Es posible que el Chencho original estuviera aún vivo, contemplando desde más allá del multiverso cómo "n-ésimas" versiones de sí mismo se multiplican a un ritmo exponencial y, al mismo tiempo, sustituyen a los Chenchos caídos en combate? ¿Y si tal proliferación de realidades terminan colapsando la propia existencia del multiverso? Quizás, lo que yo debería hacer es ir eliminando a otras versiones de mí mismo y reducir el número de Chenchos activos. Pero, si hiciera eso, ¿sería asesinato o suicidio? ¿Tendrían todos los Chenchos las mismas pautas celebrales? ¿Cómo puedes hacer una copia de seguridad de ti mismo sin estar seguro de que el Chencho al que traigas de otra dimensión piensa de un modo semejante a ti? ¿Y si le gusta la pizza con piña'? ¿Y si...?

-¡Chencho-sensei!

Parpadeé y miré a mi alrededor. Los niños seguían esperando que les contara cómo había terminado esa batalla. Fingí entusiasmo y forcé una sonrisa al responder:

-¡El Comando Caprino ganó, por supuesto! ¿No es eso lo que hacen los héroes?

Pero yo sabía que, en otra dimensión y en otro espacio-tiempo, las cosas habían terminado de una manera diferente...


Continuará