jueves, 3 de abril de 2014

Pequeño Interludio 4: Sin dedicatoria

Agarro una silla.
Me sirvo un largo trago de tónica.
Miro a mis invitados.

Me siento descortés
pues sé que pedirán alcohol los tres,
y yo no quiero acompañarlos.
Pero también sé
que esta será una larga noche
y yo necesito estar sobrio para enfrentarlos...

Mis invitados.

Quieren hablar
de mi estabilidad mental,
de mi situación sentimental,
de si estoy bien o estoy mal.

Qué novedad.

Mis invitados.
Mis tres invitados...
Mi futuro, mi presente, mi pasado.

Le sirvo a mi futuro un generoso chorro de whisky
en un ancho vaso con tres hielos.

Mi presente pide simplemente tomar un poco de pisco
sin nada que acompañar.

Mi pasado agarra una botella de cerveza negra,
un trozo de chocolate puro y una bolsa de cortezas...
Después levanta su bebida e, irónico,
brinda por mí.

Aún no me ha perdonado.

Mi pasado
me odia por todas las veces que dijo "te amo".
Por cada vez que ha jurado que no se marcharía de su lado.
Por todas esas promesas que debieron haber sido eternas,
porque se atrevió a soñar con cuidar
a cada muchacha que ha amado hasta el fin de los tiempos,
porque cada vez que su boca pronunció "te quiero"...
Era cierto.
Él lo decía de corazón.

Pero yo le he convertido en un mentiroso.
Y siento en mi pecho el rencor de sus ojos.

Todos correspondemos al brindis.
Todos nos llevamos la bebida a los labios.
¿Qué otra cosa podemos hacer?
Por mucho que escucharlo duela,
mi pasado ya no tiene aquí influencia.

Mi futuro,
esta noche, parece divertido pero desdibujado.
Y quizás, ligeramente ebrio,
hace el juramento
de entregarse por completo
a la primera mujer que lo encuentre
tras haberlo buscado
con la única intención de abrazarlo.

Pobre estúpido.
A pesar de que sabe lo que está por llegar,
aún se escapa como un gato bohemio
a los tejados para recitar a la luna sus poesías,
sin querer reconocer que a esa lejana roca sin alma
poco puede importarle si vive, si muere o si ama.

Mi presente se ríe
y hace un comentario soez
acerca de su futura ocurrencia.

Él sólo quiere seguir adelante,
independientemente de lo que sea que pase.

Parece que está orgulloso
de saber lidiar con la nostalgia,
de limpiar todo lo que Dios le ha vomitado,
de prosperar en un país lejano;
y presume de superar también
todas las rupturas con cada mujer
que mi pasado ha amado...

Pero todos sabemos que,
a pesar de la suerte que tiene,
a pesar de a lo que ha sobrevivido,
a pesar de que hace amigos
incluso en las madrugadas
de los peores suburbios santiaguinos...

En realidad...

En realidad oculta
que se muere
porque tú
no estás
con él
ahora
aquí.

Mi pasado, mi presente, mi futuro,
dirigen sus miradas hacia mí;
quieren saberlo...

¿Y yo? ¿Qué es lo que yo quiero?

Lo que quiero es imposible.
Porque...
Quizás únicamente quiero escapar del tiempo,
romper las reglas de la realidad,
dormir y no estar solo al despertar
y
(por irrazonable que sea),
dar a la vez
a mi futuro, mi presente y mi pasado
todo lo que quieren.

Y aunque haciendo eso yo no consiga nada,
y aunque haciendo eso yo incluso pierda,
quizás al menos sirva
para que esos tres invitados,
por fin,
de una puta vez,
callen.


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