jueves, 12 de junio de 2014

II de V

Bajo el escudo protector.
Siempre parece la decisión adecuada
pero, extrañamente,
siempre se tarda demasiado en tomarla.

Sed bienvenidos, frío y calor.
Bienvenidas también, dificultades.
Bienvenidos riscos, escabrosidades,
heridas, nostalgias, tempestades...
Ahora que habéis llegado
y ya nos hemos saludado,
nos hemos enfrentado
y os he vencido...
ya podéis partir.

Otros ocuparán vuestro lugar,
no tengo la más mínima duda,
y os agradezco el hacerme más fuerte...
pero en mi espíritu ya he llevado suficiente lastre
como para querer teneros siempre presentes.

Y ahora estoy aquí
(estúpida frase que sin embargo encierra
tal verdad obvia y universal
que es imposible de negar).

Con las manos en los bolsillos, de pie en la playa,
viene el olor del Pacífico en el frío viento de poniente.
Se cuela entre las nubes la primera luz del alba,
el sol aún tan débil que puedo mirarlo de frente.
Me he convertido, inesperadamente,
en el vértice entre tierra, cielo y mar.
Respiro y grabo este momento en mi mente
en el cual el mundo me dedica una sonrisa
y yo me he dado cuenta de ello.

Aún queda mucho por recorrer.
No importa qué problema se presente:
Pueden ser horas perdidas en la madrugada,
en busca y captura de una calle inexistente
entre las sombras de una ciudad extraña;
la niebla que todo lo engulle en las montañas,
o que la camioneta decida que ya no anda...

Siempre habrá una solución.
Siempre.
Aunque sea mandar el problema al carajo.

Y aunque se comporte la vida
como un manco conduciendo un coche
en lo más profundo de la noche,
a más velocidad de la debida
mientras se fuma un cigarrillo...

Aunque te comportes así, vida...
Te atraparé.

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