miércoles, 25 de julio de 2018

GdP2: XX

Recuperé mi wakizashi del cuerpo sin vida de un desafortunado engendro del caos. Delante de mí, retándome, se erguía ese extraño ser llamado Kuroko. Era más parecido a una sombra que a un ser de carne y hueso. Pero la letal energía verdosa que emitía su cuerpo no era broma alguna.

Eché un vistazo al campo de batalla. En nuestro bando Herji, Chess y Chencho estaban fuera de combate. Respecto a nuestros enemigos, Xhugra había pasado a mejor vida. Me gustaría decir lo mismo respecto al Mariscal de Campo, pero ese cadáver viviente tiene la mala costumbre de recomponerse tarde o temprano.

El multitudinario combate inicial se había convertido en diversos duelos individuales. Sonreí. Al parecer, iba a poder concentrarme en el combate contra Kuroko.

-Tú. Vicky -dijo mi enemigo-. La pequeña ninja. Uno de los componentes del Comando Caprino original. Mi venganza también ha de alcanzarte a ti.

Me reí en su cara.

-Imagino que debes ser uno de los cientos de perdedores que hemos hecho añicos en alguna ocasión... quítate esa tela negra y muestra tu rostro. Quizás así te recuerde. O, ¿quién sabe? Es posible que no. Sólo eres un mindundi rencoroso, ¿verdad?

El ser llamado Kuroko saltó hacia delante. La letal energía verde golpeó el lugar donde yo me encontraba... un segundo antes. Trozos de roca saltaron por los aires. Lancé un tajo con mi wakizashi, pero Kuroko saltó hacia atrás, esquivándolo. Mi treta de intentar enfurecerlo no había dado resultado. De hecho, yo sentía que había algo no natural en él. ¿Podría ser un androide o algo similar?

Mantuve el wakizashi en mi mano izquierda y levanté mi katana con la derecha. La extraña sombra permanecía frente a mí, sin adoptar postura alguna de combate. Sin embargo, yo sabía que si conseguía rozarme, todo habría terminado. Más aún, sentía en Kuroko algo familiar... ¿quién o qué era esta criatura? ¿Algún antiguo enemigo? Quizás debiera releer el libro que escribió mi hermano recopilando nuestras antiguas aventuras, y buscar alguna pista... pero me daba mucha pereza. Después de todo, el muy idiota había inventado o magnificado más de la mitad de esas historias y había omitido aquellas en las que no era él el protagonista...

Un rayo de energía verdosa surcó el aire. Salté, hice una acrobacia y caí sobre mis pies. Me regañé a mí misma. ¡No te despistes, Vicky! Mantén la concentración... o al menos, inténtalo. Porque alguien había encendido la radio y volvíamos a tener a los malditos Pollastres Mitológicos de banda sonora...

Debería estar escribiendo algo muy distinto.
Pero la vida es la que dicta y la que decide. 
Lancé la moneda al pozo y susurré mi deseo.

Ahora, la luna brilla. 
Lo que pedí se ha cumplido.
Tumbado en la cama, desnudo,
contigo sobre mí.
Sé que te gusto. 
Incluso me parece verte sonreír
cuando comienzas a succionar. 

Tras matarte de un manotazo, medito
que debí especificar que no fueras una mosquito. 

Contengo un suspiro. 
Por fin me atrevo y miro
el hilo rojo atado a mi meñique. 
Y lo sigo.
Es hora de conocer mi destino...

El otro extremo termina
en un nudo corredizo
atado alrededor de mi cuello.
Es bonito saber
que continuaré conmigo
hasta que se me ocurra estirar del hilo.

Eso digo,
pero sé que estoy jodido. 
Cuesta echar de tu lado a ti mismo.
Cada vez me aguanto menos.
Pero mi último chiste es demasiado bueno.
Suspiro, me reconcilio conmigo mismo
y decido dedicarme un sincero cariño...
hasta que vuelvo a escuchar un zumbido. 

-Es imposible luchar con esta puta música -maldigo en voz alta.
-A mi pesar, estoy completamente de acuerdo -asiente Kuroko.

***

Por fin, conseguí arrastrarme desde debajo de ese estúpido pavo gigante. Me pregunté qué dirían mis conciudadanos de Nueva Ávila si me vieran a mí, su campeón, en estas circunstancias. Reptando a duras penas, con múltiples fracturas, cubierto debajo de la armadura por pulgas y chinches haciendo su agosto y, lo más doloroso, habiendo reclutado como salvadores a una banda que es un manicomio ambulante. Yo, un campeón. ¿Cómo puedo ser un campeón? En esta historia, cada decisión acertada es cometer un error.

Aspiré una bocanada de aire... y me arrepentí al momento. El dolor era insoportable. Mis costillas estaban rotas. No era capaz de ponerme en pie. Rigoberta... ¿dónde estás? Desde mi forzada posición no podía ver a nuestra sanadora. Al contrario, mi campo visual lo ocupaba el duelo entre el aweonao de mi compañero Cafre y Cubbi.

Es decir, un duelo entre un estúpido pansexual de amplio espectro y un (o una) hermafrodita ninfómano (o ninfómana) capaz de chupar toda tu energía vital.

Yo lo único que quería era arrancarme los ojos. Y lo habría hecho, de haber podido moverme.

Cubbi y Cafre estaban frente a frente, desnudos, con sus respectivos miembros saludándose bien erectos.

¿Por qué? ¿Por qué tengo que ser yo quien vea esto?

Cafre comenzó a caminar tambaleándose hacia su perdición. Era obvio que las feromonas de Cubbi lo habían afectado.

Oh, por favor. Si existe alguna deidad, por favor... os lo ruego... parad. No permitáis esto. No me refiero a salvar la vida de Cafre, porque yo no la salvaría ni cagando. Incluso disfrutaría viéndolo... pero así no. Así no voy a disfrutar ver morir a Cafre. Por favor, no me hagáis ver una escena de Cafre y Cubbi teniendo sexo...

Demasiado tarde. Quiero morirme.

Cubbi se ha tumbado boca arriba en el suelo, separando sus piernas. Cafre se arrodilla y, poco a poco, introduce su pene en la vagina de su enemigo. El andrógino rostro de Cubbi se contrae de placer. Al mismo tiempo, el pene del hermafrodita crece un poco más y ya llega casi hasta la barbilla de Cafre.

¡No quiero ver eso!

Cafre comienza con sus acometidas. Juro que si ambos eyaculan a la vez, me suicido en cuanto pueda moverme...

De todos modos, debería pensar en ir consiguiendo otros campeones que liberen a mi pueblo. Cafre va a pasar a mejor vida en cuanto Cubbi comience a robarle la energía vital a... un momento... ¿Por qué está sonriendo Cafre?

Puedo escuchar la voz de Cafre. Ahora, además de sacarme los ojos, quiero reventar mis tímpanos. No es posible que haya dicho lo que ha dicho. Pero sí... sí lo ha dicho...

-¿Sabes que cuando me convierto en hombre chivo, crecen todas las partes de mi cuerpo?

Los ojos de Cubbi se desorbitan por el terror. En menos de un segundo, lo que está fornicando con Cubbi no es un humano. Es una inmensa bestia humanoide con forma de chivo.

Cubbi chilla de terror y dolor. Yo también. Puedo verlo desde aquí. Es un terrible desgarro vaginal.

El hombre chivo se incorpora. Quiero creer que ha terminado la tortura para Cubbi, pero no. El hombre chivo usa una de sus manazas y agarra el aún erecto miembro de Cubbi. Conociendo lo perturbado que es Cafre, quiero pensar que no va a masturbar a su enemigo...

Cubbi chilla de terror y dolor. Yo también. Puedo verlo desde aquí. Es una fractura de pene.

Desgarro vaginal y fractura de pene en un mismo cuerpo. Ni puedo ni quiero seguir viéndolo...

-¡Herji! -escucho la voz de Rigoberta- ¡Estás herido! Voy a sanarte lo más rápido que... ¿eh?

Miro a Rigoberta con los ojos anegados en lágrimas y niego con la cabeza.

-No, amiga mía -susurro-. No me cures a mí todavía. Cura antes a Cubbi, para que al menos mi alma deje de sangrar...


Continuará


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