lunes, 18 de noviembre de 2019

GdP2: XXXII


Respiro hondo. Un hedor acre inunda mis pulmones. A duras penas consigo que mis manos dejen de temblar. Los ojos me lloran. Quiero pensar que es por las nubes de gas y no por los compañeros que han muerto. El sonido de las balas parece detenerse por un momento. Están recargando. Miro hacia arriba. Busco el cielo, pero sólo veo humo.

El cadáver de Fresón, la fiel montura de Sir Rosis, me sirve de improvisada trinchera. De repente, entre varias explosiones, escucho lo que parece una melodía. ¿Estoy acaso desvariando? Echo una rápida ojeada al campo de batalla y mi corazón se encoge.

Es Cafre. Transformado en hombre-chivo, lucha contra un pelotón de soldados. Los enemigos disparan, pero a él no parece importarle las balas que perforan su cuerpo. Les embiste, quebrando huesos y rompiendo cabezas. No sé si admirarle o compadecerle. Si en su forma alternativa tuviera el suficiente cerebro, sabría que sus heridas son ya mortales. Pero no lo sabe. Y mientras la parca no decide que ha sido suficiente, continúa luchando. Si le quedan minutos o segundos de vida, sólo el destino lo sabe.

Y mientras riega con su sangre el campo de batalla, en su desvencijada radio suena su grupo favorito, "Los Pollastres Mitológicos".

Otra noche sueño contigo
aunque aún siga sin conocerte.
En este plano oscuro
sólo intuyo la línea que nos une.
Mis ojos buscan el punto
donde consiga encontrarte.
Reconozco que dudo 
si lo conseguiré en esta vida
o será ya en la siguiente.
No importa.
Aunque sólo me quede la muerte
seguiré corriendo hacia ti.

Cierro los ojos y sueño
y te busco sin ser consciente.
Quiero creer que existe
la línea invisible que nos une.
Que, aunque tiempo y espacio
se retuercen,
tú también me sientes.
Quiero descifrar
la pista que me dejé a mí mismo
cuando estaba borracho y dormido.
Mas sólo veo un garabato;
tengo miedo de volver a dormir
por si todo cobra sentido
y deja de tenerlo al despertar. 

Mi pecho se oprime
al querer llenarse con lo que aún no eres.
Mi voz se enmudece
al escuchar la realidad.
Mi razón quiere justificar
lo que no tiene existencia.

Mi instinto quiere cambiar la canción,
quiere olvidarte antes de que llegues;
prefiere caminar con mi única compañía
y me mira, mitad pena, mitad desprecio. 
Me siento tentado de darle la razón;
pero eso implica reconocer 
que he desperdiciado mi vida
y prefiero creer la esperanza de una mentira
antes que en una realidad vacía.

La música termina, antes de tiempo, con una explosión. También la vida de Cafre. Mi compañero, el que tantos dolores de cabeza me provocó, el supuesto salvador de mi pueblo, cae al suelo desmembrado. Recuerdo que esa canción terminaba con el instinto llamando gilipollas al autor y reventándole la cabeza para que dejase de sufrir.

Se hace, por un instante, el silencio en el campo de batalla.

El humo se dispersa. Veo a Chencho tendido sobre las piernas de Rigoberta. La sanadora llora mientras, impotente, intenta devolver la salud al maltrecho cuerpo. Grita que le ama, que le ama desde la primera vez que le vio. Pero Chencho no tiene fuerzas para responder. Sólo consigue alzar la mano lo suficiente como para acariciar una mejilla anegada en lágrimas.

Me levanto. Todo está perdido, pero aún puedo llevarme a alguno por delante. Ni siquiera eso me es concedido. Sin comprender, siento cómo algo atraviesa mi espalda y veo sobresalir la hoja de una espada por mi abdomen. La voz de Daniel, el Señor del Castillo de la Rosa, resuena en mi nuca.

-Lo siento, Herji. Esta batalla se ha perdido. Prefiero apostar a caballo ganador.

Todo se vuelve negro.

-Y ya está -dijo Chess, recogiendo sus dados de hueso-. Ese es el relato de los antiguos espíritus difuntos. Lo siento, Herji. Según sus predicciones, todos morimos si decidimos seguir esa mierda de estrategia tuya.

Sentí como todos me miraban con cara de circunstancias. Tragué saliva.
-¿Puedo preguntar cuántos posibles futuros alternativos has visto?
Chess me miró como si fuera imbécil.
-¿Posibles futuros alternativos? ¿De qué coño hablas? ¿Te crees que estás en una película de superhéroes? Yo le he preguntado a los antiguos espíritus difuntos si tu estrategia tendría éxito. Y la respuesta está clara. Nos fostian de mala manera. Así de claro. Fin de la consulta.

No conseguí controlar mi frustración. Me encaré con el Señor del Castillo de la Rosa. 
-¡Aunque quizás nuestras posibilidades sean mejores si terminamos con un traidor antes de que él termine con nosotros!
Daniel me miró como quien mira a un insecto.
-¿Estás seguro que me quieres acusar de algo que no ha ocurrido?

En ese momento Chencho se acercó con ademán serio.
-Herji, ¿podemos hablar a solas?
Asentí con la cabeza y nos alejamos unos metros de los demás.

-Dime, Chencho.
-Herji, ¿estás seguro de que ese destino sea erróneo? Quizás debamos llevar a cabo tu plan de todos modos.
-¿Qué? ¿De qué me estás hablando? ¡Pero si nos matan a todos!
-Sí, pero si te fijas, Rigoberta y yo terminamos juntos...
-¡Morís juntos! ¡Es algo distinto!
-No sé, a mí me parece tierno...

Si no fuera porque en ese momento llegaron Fer y Cafre, habría estrangulado a nuestro interdimensionador.
-¿Y vosotros? ¿Qué queréis?
-Sé cómo vencer a La Doctrina -respondió el hombre-dragón.

Miré a Fer a los ojos. Y supe que decía la verdad.

Continuará

lunes, 7 de octubre de 2019

GdP2: XXXI

Sir Rosis tomó la palabra y me señaló:

-Campeón Hernández Jiménez de Nueva Ávila, informalmente conocido como Herji. Has intentado tomar el liderazgo de esta alianza y has comenzado a formular una estrategia. Yo mismo te he enfrentado en combate y reconozco que eres un luchador digno. Además, el objetivo es salvar tu propia tierra. No me opongo a que tomes el mando, pero sólo puedo hablar por mí. Propongo que hagamos una votación. Aquellos que lo acepten como líder, que se coloquen a su derecha. Aquellos que no, a su izquierda.

Suspiré, sin querer mirar.

A mi derecha estaban el propio Sir Rosis, Chess, Vicky, Rigoberta, Cuchuflí Montoya, Cubbi, Fresón y el pavo gigante de Cafre. A la izquierda se hallaban Fer, Chencho, el Señor del Castillo de la Rosa y Cafre.

-¡Vicky, joía disléxica, es la otra izquierda! -se escuchó una voz.
-¡Ostras!

Y la ninja corrió a colocarse a mi izquierda.

-Pero, ¿seréis cabrones? -grité a los que erróneamente creía que eran mis fieles compañeros.

-Ejem... bueno, por un resultado de siete a cinco, Herji tiene la oportunidad de dirigir esta alianza -resumió Cuchuflí Montoya-. ¿Cuáles son tus órdenes?
-¿Mis órdenes? Mis órdenes no son otras que agarrar a esos hijos de puta de La Doctrina y arrancarles el corazón aún palpitante. Lo que vamos a discutir ahora, es cómo hacerlo..

Y para dar más énfasis a mis palabras, invoqué a mis dos lobos espirituales.

Mi intención es que quedara una estampa molona, en plan conmigo en primer plano, con expresión decidida, marcando músculos, cerrando el puño y flanqueados por los lobos...

Pero, sí.

Olvidé que estaba Vicky.

-¡Cositas monas! ¡Cositas peluditas! ¡Gatitos lobitos! ¡Gatitos perrunos! ¡Gatitos bonitos! ¡Gatitos aulladores! -gritó la ninja, toda entusiasmada, mientras agarraba por el cuello a mis animales espirituales, abrazándolos y prácticamente ahogándolos.

Suspiré.

-Oye, ¿cómo haces ese truco de los lobos? -me preguntó Fer.
-Se supone que cada uno de nosotros tenemos un tótem animal que nos protege -expliqué-. Con mucha meditación y entrenamiento, podemos invocarlo de modo que la energía espiritual se manifieste en este mundo físico.
-¿Eso significa que cada uno de nosotros tenemos un tótem?
-Así es -respondí-. Mis ojos pueden ver sus auras. ¿Queréis saber qué tótem protector tenéis?
-¡Sí!

Sonreí. El truco del tótem siempre levanta la moral. Me concentré un momento y dirigí mi mirada hacia los que ahora eran mis soldados. Ya sabía que, como criaturas del Caos, Sir Rosis, Cuchuflí Montoya, Cubbi y Fresón no tenían tótem protector. Es algo completamente incompatible con las energías caóticas. Pero, sí. Reconozco que yo tenía mucha curiosidad por saber el tótem del resto...

Miré a Rigoberta. Una tórtola me devolvió la mirada.

Miré a Chess. Un escorpión levantó el aguijón.

Miré a Daniel, el Señor del Castillo de la Rosa. Una terrible araña siseó en el centro de su red.

Miré a Chencho. Un... un shiba inu ladró moviendo la colita.

Miré a Fer, el hombre-dragón. Eh... esto... un hombre barbudo saludó con los brazos en alto, con una hoz en una mano y un martillo en la otra...

No, en serio, ¿qué cojones?

Miré a Vicky. Un inmensa criatura con cuerpo de mujer, cabeza de gata doméstica y adornos egipcios parecía ocupar todo el firmamento. Ni se dignó a devolverme la mirada.

¿En serio?

Miré a Cafre. Un hombre canoso, extremadamente delgado, me miraba con los ojos inyectados en sangre y una taza en la mano. Su cuerpo temblaba sin cesar. Vestía una túnica blanca, manchada debido al café que derramaba por los temblores. Dos raquíticos alones, ya sin plumas por el estrés, decoraban su espalda. 

Así fue como descubrí que Cafre no tenía tótem, sino ángel de la guarda.

-¿Y bien? ¿Cuál es nuestro tótem?
-Gatitos bonitos -respondí.


Próximo capítulo: Herji lidera el ataque contra la doctrina (a menos que se me ocurra alguna otra mierda para rellenar)

domingo, 25 de agosto de 2019

GdP2: XXX

-¡Amenazó gatitos! ¡Gatitos! ¡Lo mataré! ¡Juro que lo mataré!

Quien así chillaba era Vicky, yendo de aquí para allá, al tiempo que hacía grandes aspavientos. Como portaba una nagakami en una mano y una kuga en la otra, teníamos que estar atentos para esquivar o saldría volando alguna de nuestras orejas.

Resoplé. Era obvio que el encuentro de la ninja con Militarus, el integrante de La Doctrina, la había alterado profundamente. Eso, sumado a que esta alianza entre el Comando Caprino y los restos del Grupo Armado Mata-Cabras no me inspiraba confianza alguna, hizo que me decidiera. Después de todo, soy Herji. Soy el campeón de Nueva Ávila. Es necesario que demuestre mi resolución. Di un paso al frente.

-¡Suficiente! ¡Que nuestras cabezas permanezcan calmadas! Entre nosotros se encuentran varios de los seres más poderosos de este mundo. ¡Podemos vencer a La Doctrina! Empecemos tramando un plan de acción. Se me ocurre que, con sus monturas, Sir Rosis y Cafre encabecen un asalto frontal mientras Vicky y Chess...
-Ya, ya, muy bien. Corta el rollo, tío -me interrumpió Cafre-. ¿Quién te ha elegido líder? ¡El Comando Caprino sólo sigue las órdenes de nuestra jefa, Celia!

Le miré sin comprender. Tragué saliva antes de contestarle:

-Tu "jefa" se largó hace como tres entradas de esta mierda blog, harta de que no le hiciérais caso.

Cafre puso cara de incredulidad y masculló mientras miraba alrededor. Después se dirigió a sus compañeros:

-¡Vicky! ¡Fer! Dice el capullo de Herji que Celia se ha pirado. No puede ser, ¿verdad?
-Qué va -dijo extrañado el hombre-dragón-, si estaba aquí mismo... ¿no? Oh, espera...
-Yo no la veo -Cafre abrió los brazos.
-¿No está Celia? -preguntó Vicky-. Jobar, no me había dado cuenta...
-¿Qué vamos a hacer? -se alarmó Cafre- ¡Dependemos de su liderazgo!

A mí se me hinchó la vena y empecé a gritar:
-¿Qué coño es eso de depender de su liderazgo? ¡No le habéis hecho nunca ni puto caso! ¡Se fue porque pasabais de ella! ¡Joder! ¡Si ni os habíais dado cuenta de que se había ido!

Se hizo un momento de silencio. Cafre se acercó y puso una mano en mi hombro.
-Herji. Te doy las gracias. Nos has hecho comprender que no necesitamos a Celia para luchar. Has aumentado la confianza en nosotros mismos. Gracias, hermano.
-Tranquilo, compañero. No ha sido nad... ¡No! ¿Qué coño? ¡No! -grité a punto de echarme a llorar- ¡No has entendido lo más mínimo de lo que he dicho!

Me di la vuelta y me alejé dando grandes pasos. Estos imbéciles podían volver loco a cualquiera, no me extraña que su jefa se hubiera pirado ya dos veces. Respiré hondo. En ese momento, escuché a otros dando voces. Daniel, mejor conocido como el Señor del Castillo de la Rosa, y Chencho, el poderoso interdimensionador, estaban discutiendo acaloradamente. La cuestión es, ¿quiero saber el motivo? Suspiré. Me acerqué.

-¡No tengo intención de unirme a esta estúpida alianza! -gritaba Daniel.
-¡Me parece perfecto! -asentía Chencho- ¡Porque yo tampoco quiero que te unas! ¡Puedes irte ya con viente fresco!
-¡Ni se te ocurra decir qué tengo que hacer! ¡Si quiero quedarme, lo haré!
-¡Yo no quiero que te quedes!
-¡Razón de más para quedarme!
-¡Podemos encargamos de La Doctrina sin ti!
-¡Te puedo decir lo que os vais a comer si no me tenéis a mí!
-¿No decías que te ibas? ¡Vete!
-¡Ahora no quiero!

Y así, Daniel, el Señor del Castillo de la Rosa, se unió a nosotros. 

Empiezo a entender a Celia. Y eso me preocupa. Profundamente.

Continuará

martes, 14 de mayo de 2019

GdP2: XXIX


La luna llena brilla sobre mi cabeza. Una tenue brisa me acaricia. En otras circunstancias, diría que la noche es hermosa. Esta vez, no. Esta noche, la luna es otra enemiga.

No debería influir demasiado. Las hojas de mis armas están teñidas de negro para evitar que un destello revele mi posición. Puedo caminar sobre hojas secas sin que se escuche el más leve crujido. Puedo estar a tu lado a plena luz del día y, si yo no quiero, no te darás cuenta. Soy la más silenciosa. Soy indetectable. Soy...

-Ya, joder, no te des tantos aires. Es porque eres tan bajita, que es muy fácil que no te vean... ¡ah! ¡No! ¡Con la kusarigama, no! ¡Ay! ¡Mis tripas! ¡Avisad a Rigoberta! ¡Que se me salen las tripas...!

Como decía antes de que el imbécil de mi hermano me interrumpiera, soy la mejor ninja que existe. Soy Vicky. La persona más experta de este mundo en bojutsu, kuji-kiri, aikido, naginatajutsu, kyudo, hapkido, suijutsu, shinobi iri, inton jutsu, cho ho, kayakujutsu, crochet y punto de cruz.

Nadie puede detenerme. Y menos lo harán esos idiotas de La Doctrina. 

Herji describió su pueblo de Nueva Ávila como poco más que una aldea. Sin embargo, unas murallas de doce metros de altura, hechas de hormigón armado, rodean el lugar. La construcción es reciente. Según el Grupo Armado Mata-Cabras, los de La Doctrina llegaron a usar civiles como escudos humanos. Si no tienen escrúpulos, me parece bien. Yo tampoco los tendré.

Um. Estoy pensando... las murallas no son muy efectivas contra las manifestaciones caóticas. Estas murallas (en realidad, cualquier cosa que exista en este mundo) pueden convertirse en flores, gusanos, caramelos chupados, leche de cabra o todo junto, en menos de un segundo. Alguien se ha esforzado mucho en construirlas y hay guardias patrullando, sí. Pero eso no detendrá una maera caótica. Y tampoco me detendrá a mí.

Dicho y hecho. En menos de cinco segundos he cruzado el muro de hormigón y he puesto a dormir a dos guardias. ¿Lo he dicho ya? ¡No hay quien pueda detener a la mejor ninja!

Fundiéndome con la noche, me muevo sin ser advertida. Detrás de las murallas, el paisaje no es homogéneo. Viviendas de diversos tipos salpican el lugar aquí y allá, aparentemente sin orden alguno y sin observar la más mínima recomendación urbanística. Improvisadas chabolas, tiendas de campaña, cabañas hechas con troncos y ramas, casas sencillas de adobe... Me pregunto si ésto es la población original de Nueva Ávila. Quizás lo sea. Lo que tengo claro que no lo es, es la gran fortaleza que se alza en el centro del lugar. También construida en hormigón armado y rodeada de alambradas, parece un gigantesco y feo búnker de tres pisos. Veo al menos dos torretas con armas en su azotea, y varios guardias que vigilan un gran portón blindado. Poca cosa, si se trata de impedir que yo pase.

Así es. Ya estoy dentro de la fortaleza, y ni se han enterado. Se supone que mi misión consiste únicamente en recopilar información, pero dado lo sencillo que está resultando todo, me planteo acabar uno a uno con todos los dirigentes de La Doctrina. Mmmm... mejor no me despisto. El interior del búnker es laberíntico, lleno de pasillos y puertas que no sé a donde llevan. Me cruzo con varios guardias y lo que parecen intendentes, oficiales o administrativos, pero no me ven. Nadie puede verme, si yo no quiero.

Una habitación llama mi atención. Parece una opresiva sala de reuniones, con una gran mesa rodeada de una docena de sillas, llena de cuadernos y papeles. Decido echar un vistazo... y no puedo creerlo. Entre hojas de inventario y memorandos, hay informes. Informes sobre los potenciales enemigos de La Doctrina, incluyendo los componentes del Grupo Armado Mata-Cabras... y el Comando Caprino. Comencé a hojear rápidamente

Nombre: Rigoberta. Facción: Nueva Ávila. Habilidades o poderes: Sanación nivel A++. Debilidades: Nulas habilidades de combate.

Nombre: Némesis. Facción: Caos. Habilidades o poderes: Combatiente nivel A+. Debilidades: Caído en desgracia. Nota adicional: Montura (Chupacabras) - Actualización: Montura fallecida en combate.

Nombre: Mariscal de Campo. Facción: Caos - Grupo Armado Mata-cabras. Habilidades o poderes: Combatiente nivel B; regeneración (muerto viviente). Debilidades: Alta probabilidad de rotura de huesos. 

Nombre: Carol. Facción: Independiente, anteriormente Comando Caprino. Habilidades o poderes: Elementalista nivel A++. Debilidades: No se conocen debilidades a explotar.

Nombre: Cafre. Facción: Comando Caprino. Habilidades o poderes: Combatiente nivel B++; forma alternativa (hombre chivo). Debilidades: Inestabilidad mental. Nota adicional: Usa un número indeterminado de pavos gigantes como monturas.

Nombre: Míster Transssporterr. Facción: Independiente - aliado ocasional de miembros del Comando Caprino. Habilidades o poderes: Teletransportación nivel A+++ (margen de error aproximado de 3 a 7 kilómetros). Debilidades: Tendencia a sufrir lapsus y pérdidas de consciencia.

Nombre: Vicky. Facción: Comando Caprino. Habilidades o poderes: Ninja nivel A+. Debilidades: G...

-Interesante, ¿no es así?

La voz suena a mi espalda. Doy un respingo, y salto sobre la mesa al tiempo que desenvaino mi ninjato y adopto una postura defensiva. Imperdonable. Me he distraído tanto leyendo los informes que he bajado la guardia. En la puerta hay un feo hombretón. Lleva gafas de sol y un uniforme marcial color verde caqui. Una pistola y una cartuchera cuelgan de su cinturón. Mientras habla, entra en la sala con aparente calma.

-Mi nombre es Militarus. Soy el responsable de que existan esos informes que tanto te interesan. Tenemos muchos enemigos motivados por la ignorancia y la envidia, por lo que debemos estar preparados para todo. Supuse que si alguien podía llegar hasta aquí, serías tú.
-Me siento halagada. Ahora, dime... ¿qué me impide matarte aquí y ahora?
-Oh, no sé si llegaste a leer tu informe, pero sabemos tus puntos débiles. No estoy solo.

No. No puede ser. Eso son... ¿maullidos? Entran al menos trece soldados, cada uno con un gatito de pocos meses en una mano, y una pistola apuntando al animalito en la otra.

-No te subestimo, señorita ninja -dice el llamado Militarus-. Sé que eres tan rápida como para terminar con mi vida y con la de varios de mis hombres en un único movimiento. Pero dudo que puedas salvar a todos los gatitos.

Por dentro, aúllo de frustración. Tiene razón. No puedo. Los gatitos maullan sin comprender qué puede ocurrirles.  

-Doy por hecho que no te unirás a nosotros. Así que te ofrezco simplemente que salgas de aquí y no vuelvas a molestarnos. De ese modo, no se derramará sangre no humana. Creo que nos entendemos...

No ha terminado de hablar Militarus y yo ya he desaparecido ante sus ojos. Salgo lo más rápidamente que puedo de la fortaleza de La Doctrina y echo a correr bajo la luz de la luna. Tengo que informar a los demás. Nos enfrentamos a monstruos. Monstruos con forma humana. Monstruos...

Continuará

lunes, 29 de abril de 2019

GdP2: XXVIII


Aún necesité un par de horas hasta que mis dolores desaparecieron por completo.

El cielo había enrojecido con la llegada del ocaso. El estridular de los grillos gigantes se volvía insoportable por momentos. El olor de los cadáveres de demonios descomponiéndose en el campo de batalla me hacía sentir naúseas. No entendía como esta puta gente, enemigos mortales hasta hace un rato, podía estar tranquilamente ahí, hablando unos con otros.

Decidí acercarme. Tanto los miembros del Comando Caprino como los del Grupo Armado Mata Cabras comían brochetas (supuse que hechas con carne de demonio) y conversaban, separados en pequeños grupos.

La ninja Vicky y su novio, el hombre-dragón llamado Fer, discutían estrategias junto al simio gigante Cuchuflí Montoya y el caballero Sir Rosis. Los cuatro parecían estar decididos a atacar a La Doctrina por simple cuestión ideológica.

Decidí pasar de largo. Por lo general, me encanta hablar sobre tácticas, ataques y defensas, pero no tenía la cabeza para pensar demasiado.

Por otro lado, Chencho, Cafre y el Señor del Castillo de la Rosa estaban charlando, apartados del resto y haciendo grandes aspavientos. Me picó la curiosidad. ¿De qué estarían hablando estos tres? ¿Acaso no se odiaban?

Me acerqué. Ninguno de ellos hizo ademán de cambiar de tema o mostrarse incómodo por mi llegada.

-No puedo -decía Chencho, con la mirada baja y negando con la cabeza.
-Ridículo -contestó el Señor del Castillo de la Rosa.
-¡Es lo más fácil del mundo! -exclamó Cafre abriendo los brazos.
-No puedo -repitió Chencho, con la mirada baja y negando con la cabeza.
-Ridículo -se reafirmó el Señor del Castillo de la Rosa.
-¡Es lo más fácil del mundo! -exclamó nuevamente Cafre abriendo los brazos.
-No puedo -repitió Chencho, con la mirada baja y negando con la cabeza.
-Ridículo -se reafirmó el Señor del Castillo de la Rosa.
-¡Es lo más fácil del mundo! -exclamó nuevamente Cafre abriendo los brazos.
-No puedo -repitió Chencho, con la mirada baja y negando con la cabeza.
-Ridículo -se reafirmó el Señor del Castillo de la Rosa.
-¡Es lo más fácil del mundo! -exclamó nuevamente Cafre abriendo los brazos.
-No puedo -repitió Chencho, con la mirada baja y negando con la cabeza.
-Ridículo -se reafirmó el Señor del Castillo de la Rosa.
-¡Es lo más fácil del mundo! -exclamó nuevamente Cafre abriendo los brazos.
-No pued...
-Perdón por interrumpir pero, ¿qué coño pasa aquí? -pregunté, aliviado por romper el bucle.

Los tres me miraron. Cafre fue quien contestó:
-¡Hola, Herji! Nada, es sólo que a Chencho le gusta una chica.
-¿Mi compañera Rigoberta? Eso lo sabemos todos, los dos son libros abiertos -dije sin darle importancia, hasta que me di cuenta que Chencho me miraba rojo como la grana.
-¿Lo ves? -Cafre le dio una palmada al interdimensionador-. ¡La tienes en el bote!
-¡No es tan fácil! -gritó Chencho.
-¡Es lo más fácil! -contestó Cafre.
-¡Me gustaría verte a ti! -resopló Chencho mientras le señalaba.

Cafre asintió con la cabeza.
-Muy bien. Te haré una demostración. Y si sale bien, tú debes hacer lo mismo con Rigoberta. ¿De acuerdo?
-De... de acuerdo... -contestó Chencho, aparentemente no demasido seguro.
-¡Chess! ¡Chess! -llamó a voces Cafre.

La nigromante se acercó desconfiada, con paso lento.
-¿Se puede saber qué tripa se te ha roto?
-Oh, nada -Cafre se encogió de hombros-. Es sólo que, con todo el jaleo de las últimas horas, creo que todos necesitamos un poco de relax, y yo había pensado en ti. ¿Te apetece un poco de sexo sin compromiso?
Chess miró a Cafre como quien mira a una hormiga.
-En circunstancias normales, te asesinaría. Pero es tu día de suerte. Me han machacado tanto el ego que, la verdad, lo necesito. Hagámoslo.

Y así, Chess y Cafre se alejaron juntos, no sin que éste último susurrara a Chencho un casi inaudible "ahora te toca a ti".

Nuestro amigo interdimensionador estaba pálido. Tragó saliva y se acercó a la sanadora.
-Ri... Rigoberta...
-¡Chencho, querido! ¡Dime!
-Oh... oh, nada... es sólo... es sólo que... con todo el jaleo... de las últimas horas... creo que todos necesitamos... un poco de relax y... y yo había... yo había... yo había pensado...
-¿Sí? ¿Tú habías pensado? -preguntó Rigoberta mientras tomaba la mano de Chencho.
-Yo... yo... yo había pensado...

Y de repente, Chencho, nuestro interdimensionador, el más poderoso de todos los presentes, con la cara completamente roja, se desmayó frente a Rigoberta.
-¡Chencho! -gritó la sanadora mientras comenzaba a usar su magia curativa en él-. ¡Chencho! ¡Vuelve!

El Señor del Castillo de la Rosa resopló con desdén.
-Ridículo.

Próximo capítulo: A hostias con La Doctrina



martes, 26 de febrero de 2019

GdP2: XXII


Abrí los ojos. Todo mi cuerpo dolía. Podía sentir cada una de mis células ardiendo de dolor. El rostro de Chess ocupaba todo mi campo visual.

-¿Herji? ¿Estás despierto? Te desmayaste y Rigoberta gastó un montón de energía curativa en ti. Por un momento, no supe si mi nigromancia sería más apropiada que sus sanaciones...

Me incorporé despacio. La cabeza me daba vueltas y mis oídos zumbaban.

-¿La batalla? -pregunté-. ¿Hemos ganado?

Chess se encogió de hombros al responder.

-Podríamos decir que ha sido un empate. Yo vencí al Mariscal de Campo, a mí me venció Cuchuflí Montoya. Fer asesinó a Xhugra, a ti te derrotó Sir Rosis. Cafre venció a Cubbi, pero él quedó también demasiado debilitado para seguir luchando...

El zumbido de mis oídos comenzó a descender y comencé a distinguir unas voces lejanas, discutiendo a gritos.

-¿Qué está pasando ahí?
-Chencho y el Señor del Castillo de la Rosa llevan como dos horas chillándose el uno al otro. El Señor del Castillo de la Rosa acusa a Chencho de hacer trampas, dice que le cortó la cabeza y no es justo que siga vivo. Chencho se ríe de él y dice que pruebe entonces que lo ha matado...
-¿El Señor del Castillo de la Rosa? ¿Nuestros enemigos siguen aquí?
-No todos. Además del "amigo" de Chencho, también están Sir Rosis, Cuchuflí Montoya y Cubbi. El resto huyeron. Hemos pactado una tregua.
-¿Una tregua?
-Sí, digamos que todos perdimos el espíritu combativo.
-¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Bueno, tú sabes que Cafre suele poner música cuando batallamos, ¿cierto?
-Sí. Es música mala de solemnidad, pero tiene un ritmo que te hace querer seguir dando leches hasta que se te caigan las manos.
-Así es. Pues su hermana Vicky decidió en mitad del combate poner música ella.
-¿Y? ¿Qué pasó?

Chess respiró hondamente antes de responder.
-Puso pop coreano.
-Me estás jodiendo. No puede ser verdad.
-Lo es, Herji.

Negué con la cabeza y recorrí con la mirada el campo de batalla, repleto de cadáveres de demonios. No me extraña que la batalla hubiera terminado abruptamente. Es imposible luchar con esa puta música.
-Por fortuna, no tenemos que lamentar bajas -musité.
-A decir verdad... -comenzó a decir Chess.
-¿Malas noticias? ¿Qué ha pasado?
-La líder, Celia. Comenzó a dar órdenes tácticas al resto, pero como nadie hacía caso... bueno, desertó.
-¿Se fue?
-Sí.
-¿En mitad de la batalla?
-Sí.
-Así que nos ha abandonado la única persona que, según Cafre, podía poner orden en un grupo tan caótico y tenemos que tratar ahora, además, con cuatro enemigos...
-No todo es malo. Resulta que el Grupo Armado Mata Cabras también tiene cuentas pendientes con La Doctrina.
-¿Cómo? Estás diciendo que...
-Estoy diciendo que estamos pactando una alianza.


Continuará

lunes, 28 de enero de 2019

GdP2: XXI

-¡Chencho-sensei!

Parpadeé y miré a mi alrededor. Un montón de niños me miraban con ojos impacientes.

-Oh, lo siento -me disculpé-. Me quedé absorto en mis pensamientos...
-¿Absorto? ¡Chencho-sensei, por favor! ¡Parece que llevas meses sin continuar con la historia! ¡Queremos saber cómo termina la batalla del Comando Caprino contra el Grupo Armado Mata-Cabras!

La batalla, sí. Por ese motivo me quedé absorto. Supongo que es algo inevitable. Esa batalla... ¿cómo puede alterarme tanto algo que ha pasado hace tantos años? 

Ahora, soy el guardián y el maestro de estas jóvenes criaturas en este intento de renacimiento de la humanidad. Supongo que debería contarles la verdad. No ocultar los hechos, por terribles que sean. Pero, ¿qué ganaríamos con ello? ¿Acaso no es necesario que la esperanza se mantenga por irreal que resulte? Para estos niños, el Comando Caprino es un grupo de leyenda en el que se inspiran. ¿Cómo puedo mirar a los ojos a estas criaturas y decirles lo que realmente pasó?

Como decirles que nobles soldados como Herji y Chess fueron vencidos y humillados. Que Celia, nuestra líder, desertó y nos abandonó en plena lucha. Que la sanadora Rigoberta tuvo que hacer horas extras. Y que Chencho murió asesinado a manos de su archienemigo Daniel, el Señor del Castillo de la Rosa.

Daniel. El Señor del Castillo de la Rosa. Es el villano que ninguna novela querría tener, pues el héroe perecería antes de las cinco primeras páginas. Y no desaprovechó su oportunidad. Cuando vio a Chencho grogui, cantando "soy la viudita del conde Laurel" por el campo de batalla, actuó sin vacilar. La cabeza de Chencho, el componente más poderoso del Comando Caprino, rodó por el campo de batalla.

¿Qué soy yo, entonces? Supongo que únicamente soy una copia de seguridad. Chencho, haciendo gala de sus poderes como interdimensionador, había dejado planificado un botón de "cargar partida" en caso de que muriera: traer a otro Chencho de otro universo para reemplazarle. El planteamiento es sencillo. Cada vez que un interdimensionador cambia de universo o se traslada de pliegue espaciotemporal, crea una nueva dimensión. Y cuando el interdimensionador de una de esas nuevas realidades vuelve a trasladarse, crea otra nueva dimensión. Y así sucesivamene... es un crecimiento exponencial de los diversos planos de existencia, una pesadilla de la física cuántica.

Chencho lo sabía. En el momento que murió, yo me vi arrastrado de mi propia línea temporal para sustituir a mi otro yo recién fallecido... creando, de ese modo, un nuevo plano de existencia. Lo cual plantea unas cuestiones interesantes.

¿El Chencho al que sustituí era el Chencho que tuvo la idea originaria de hacer copias de seguridad en base a versiones de sí mismo provenientes de otros planos de existencia? ¿O él era a su vez la copia de seguridad de otro Checho fallecido anteriormente? ¿Es posible que el Chencho original estuviera aún vivo, contemplando desde más allá del multiverso cómo "n-ésimas" versiones de sí mismo se multiplican a un ritmo exponencial y, al mismo tiempo, sustituyen a los Chenchos caídos en combate? ¿Y si tal proliferación de realidades terminan colapsando la propia existencia del multiverso? Quizás, lo que yo debería hacer es ir eliminando a otras versiones de mí mismo y reducir el número de Chenchos activos. Pero, si hiciera eso, ¿sería asesinato o suicidio? ¿Tendrían todos los Chenchos las mismas pautas celebrales? ¿Cómo puedes hacer una copia de seguridad de ti mismo sin estar seguro de que el Chencho al que traigas de otra dimensión piensa de un modo semejante a ti? ¿Y si le gusta la pizza con piña'? ¿Y si...?

-¡Chencho-sensei!

Parpadeé y miré a mi alrededor. Los niños seguían esperando que les contara cómo había terminado esa batalla. Fingí entusiasmo y forcé una sonrisa al responder:

-¡El Comando Caprino ganó, por supuesto! ¿No es eso lo que hacen los héroes?

Pero yo sabía que, en otra dimensión y en otro espacio-tiempo, las cosas habían terminado de una manera diferente...


Continuará