martes, 23 de abril de 2013

Estoy de Vuelta 84


Isabel estaba tumbada en la cama. No sabía aún si comería en casa de su tía o volvería a la suya. No sabía nada, ni le importaba. Tan sólo emborronaba papel y más papel. De vez en cuando, una lágrima surcaba su mejilla, hasta caer y fundirse con la tinta…

Él era mi vida. Ahora que no está, quiero creer que él sigue vivo en otro lugar, en otro país, en otro universo fuera de mi alcance. Me siento como si él siguiera vivo en algún sitio y fuera yo quien realmente ha muerto.

No quiero entender que nunca volveré a ver sus ojos. Que jamás volverá a acariciarme con sus manos. Que nunca me desnudaré frente a él para entregarme a alguien por primera vez. Que nuestra historia ha quedado inacabada.

Amigas. Exámenes. Familia. Futuro. Rubén. Rubén… todo estaba vinculado a él. Todo estaba enlazado y era él el centro, mi piedra angular. Ahora Rubén no está, y todo se derrumba. Yo me derrumbo. Todo se convierte en una mentira, en la peor mentira cuando él no está.

Muerdo mis nudillos hasta que sangran. No puedo entender que tras tantos días llorando aún me queden lágrimas, pero incluso cuando consigo dormir unos minutos, mis ojos se desbordan.

Las noches son sólo una masa de oscuridad. El pensamiento se vuelve cruel.

Sueño con él, está a mi lado. Está atado a mí. No es cierto. Sí lo es. Quiero que sea cierto, pero lo sé en el fondo. Rubén ya no está.

Estoy vacía. Nunca había entendido antes el sentido de esa frase. De tener las manos vacías a tenerlo todo en un instante… y luego te lo arrebatan todo y estoy más vacía que al principio y...

Vacía. Agotada. Rubén…

Continuará

2 comentarios: