martes, 30 de septiembre de 2014

Delicada

Te conocí por casualidad.
Como así sucede, quizás,
todo lo importante en la vida.
Te convertiste pronto en amiga;
nuestras circunstancias
eran lo bastante complicadas
como para que ninguno pensara
en dar un paso más allá...

¿Y ahora?
Debería asustarme ante lo que siento.
Sin embargo, has hecho tuyo mi nombre
y yo, en lo único que pienso,
es en no luchar contra el viento
si es que no intenta alejarme de ti.

Podría haber tardado años
y, en cambio,
el corazón parecía tener prisa...
En tan sólo unos días
he besado tus lágrimas tanto
como he besado tu sonrisa.

Si los dos hemos sufrido,
si los dos hemos luchado,
si los dos hemos caído al barro,
si los dos nos hemos levantado...
¿Es mucho pedir hacer lo mismo
estando uno del otro al lado?

He visto amanecer y atardecer
en diferentes océanos.
He conocido cientos de parajes,
he caminado por mil ciudades,
me ha rodeado la belleza salvaje,
la brisa de la noche, el púrpura de la tarde...
Y no me importaría olvidarlo todo
por estar tan sólo un rato más
acariciando tu mejilla y mirándote a los ojos.

Tú no crees en Dios,
yo no creo en la suerte.
Cada noche, antes de dormirme,
sin embargo,
mi suerte da las gracias a tu Dios
por haberte encontrado.

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