miércoles, 6 de marzo de 2013

Estoy de Vuelta 76


Sin embargo, una imperiosa orden les hizo dar un respingo:

-¡Alto, monstruos! –gritó el Pater.
-¡Son los plastas de anoche! –avisó Cosme-. ¡Corred!

Al momento obedecieron Rubén, Fito y Poeta, que comenzaron a huir en dirección contraria. Sheila y Canael se hicieron visibles y no se movieron.

-¡Harry! –gritó Jingjing- ¡Esos tres huyen! ¿Crees que podrás con ellos?
-¡Sin problemas, jefa! –exclamó el inglés mientras desenfundaba su pistola. Acto seguido, disparó al aire.

En este punto, toda la Estación Sur era el maremagnum de gente huyendo y chillando predicho por Cosme.

Jingjing, mientras tanto, avanzó con sus dos katanas desenvainadas hacia Canael y Sheila. El demonio, en un acto reflejo, se puso delante de su amiga fantasma.

-Estas katanas fueron consagradas hace siglos para acabar con cualquier demonio al que se enfrentasen –dijo la joven oriental sin dejar de avanzar.
-Y yo soy vulnerable a ellas –protestó en voz baja Canael, quien intentó hacerse invisible… y no pudo.
-¡Te estoy exorcizando, demonio! –chilló el Pater-. ¡No escaparás!
-Y el clero usando sus poderes sin antes discernir el contexto, como siempre –se desesperó el demonio mientras retrocedía.

Jingjing saltó hacia delante y sus katanas silbaron. Canael gruñó de dolor cuando su pecho fue alcanzado por las hojas. Dos tajos se abrieron en su piel y sangró un líquido ardiente y anaranjado.

-¡Canael! –gritó Sheila, que sintió petrificarse al ver a Canael herido.

Sheila no supo como lo hizo, sólo corrió asustada y furiosa hacia Jingjing… y entró dentro de ella.

Jingjing gritó y sus dos katanas cayeron al suelo.
-¡El frío! –gritó la joven- ¡El frío!

Y cayó desmayada al suelo mientras Sheila volvía a materializarse.
-¡Es un ánima del purgatorio! –se alarmó el Pater.
-No sé lo que soy –dijo Sheila con heladas lágrimas cayendo de sus ojos-. ¡Pero le habeis hecho daño a mi amigo!

En ese momento, en otra sección del centro comercial, Harry apuntaba con su pistola a Fito, Rubén y Poeta. El caos había favorecido al inglés, con la aterrorizada marea humana desorientando a los tres amigos.

-Las balas de esta pistola están hechas de plata y son de punta hueca, bendecidas por el Pater –amenazó-. Si algo puede deteneros, es esto…

Si Harry estaba dispuesto o no a disparar contra ellos, no llegaron a saberlo, puesto que lo siguiente que hizo el inglés fue chillar de dolor. Harry miró hacia abajo y contuvo una náusea provocada por el horror. Cosme había atacado y su mandíbula superior (su única mandíbula, de hecho) estaba enterrada profundamente en su pantorrilla.

Harry gritó y comenzó a patalear histérico, pero por mucho que bailaba no lograba desembarazarse de la calavera cada vez más bañada en sangre.

-¡Muere, maldito! –gritó Harry.

Y le descerrajó a quemarropa un tiro a Cosme, que estalló en una decena de pedazos y astillas de hueso.

-¡Cosme! –chilló Rubén.
-¡Ramón! –gritó a su vez Fito.

Continuará

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