Sin
embargo, una imperiosa orden les hizo dar un respingo:
-¡Alto,
monstruos! –gritó el Pater.
-¡Son
los plastas de anoche! –avisó Cosme-. ¡Corred!
Al
momento obedecieron Rubén, Fito y Poeta, que comenzaron a huir en
dirección contraria. Sheila y Canael se hicieron visibles y no se
movieron.
-¡Harry!
–gritó Jingjing- ¡Esos tres huyen! ¿Crees que podrás con ellos?
-¡Sin
problemas, jefa! –exclamó el inglés mientras desenfundaba su
pistola. Acto seguido, disparó al aire.
En
este punto, toda la Estación Sur era el maremagnum de gente huyendo
y chillando predicho por Cosme.
Jingjing,
mientras tanto, avanzó con sus dos katanas desenvainadas hacia
Canael y Sheila. El demonio, en un acto reflejo, se puso delante de
su amiga fantasma.
-Estas
katanas fueron consagradas hace siglos para acabar con cualquier
demonio al que se enfrentasen –dijo la joven oriental sin dejar de
avanzar.
-Y
yo soy vulnerable a ellas –protestó en voz baja Canael, quien
intentó hacerse invisible… y no pudo.
-¡Te
estoy exorcizando, demonio! –chilló el Pater-. ¡No escaparás!
-Y
el clero usando sus poderes sin antes discernir el contexto, como
siempre –se desesperó el demonio mientras retrocedía.
Jingjing
saltó hacia delante y sus katanas silbaron. Canael gruñó de dolor
cuando su pecho fue alcanzado por las hojas. Dos tajos se abrieron en
su piel y sangró un líquido ardiente y anaranjado.
-¡Canael!
–gritó Sheila, que sintió petrificarse al ver a Canael herido.
Sheila
no supo como lo hizo, sólo corrió asustada y furiosa hacia
Jingjing… y entró dentro de ella.
Jingjing
gritó y sus dos katanas cayeron al suelo.
-¡El
frío! –gritó la joven- ¡El frío!
Y
cayó desmayada al suelo mientras Sheila volvía a materializarse.
-¡Es
un ánima del purgatorio! –se alarmó el Pater.
-No
sé lo que soy –dijo Sheila con heladas lágrimas cayendo de sus
ojos-. ¡Pero le habeis hecho daño a mi amigo!
En
ese momento, en otra sección del centro comercial, Harry apuntaba
con su pistola a Fito, Rubén y Poeta. El caos había favorecido al
inglés, con la aterrorizada marea humana desorientando a los tres
amigos.
-Las
balas de esta pistola están hechas de plata y son de punta hueca,
bendecidas por el Pater –amenazó-. Si algo puede deteneros, es
esto…
Si
Harry estaba dispuesto o no a disparar contra ellos, no llegaron a
saberlo, puesto que lo siguiente que hizo el inglés fue chillar de
dolor. Harry miró hacia abajo y contuvo una náusea provocada por el
horror. Cosme había atacado y su mandíbula superior (su única
mandíbula, de hecho) estaba enterrada profundamente en su
pantorrilla.
Harry gritó y comenzó a patalear histérico, pero por
mucho que bailaba no lograba desembarazarse de la calavera cada vez
más bañada en sangre.
-¡Muere,
maldito! –gritó Harry.
Y
le descerrajó a quemarropa un tiro a Cosme, que estalló en una
decena de pedazos y astillas de hueso.
-¡Cosme!
–chilló Rubén.
-¡Ramón!
–gritó a su vez Fito.
Continuará
¿Volverá la mandíbula de abajo para vengarse??
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