Fito condujo por una carretera secundaria hasta llegar a
un camino de tierra. Allí, entre dos campos de cultivo en barbecho,
detuvo el vehículo y lo aparcó tras unos árboles, oculto de
miradas curiosas.
Los amigos salieron del coche. Nadie dijo lo más mínimo
durante un rato.
-¿Y bien? –preguntó Cosme- ¿Ya está?
Rubén frunció el ceño. No terminaba de encajar…
Nadie se había percatado pero, sorprendentemente, Fito
había logrado robar un tubo de pegamento instantáneo en su huida. Y
Rubén parecía tener el mejor pulso de todos…
El joven observó la recompuesta calavera. Las grietas
rellenas de pegamento eran ostensiblemente visibles y algunas piezas
no encajaban bien con otras, dejando pequeños huecos por todas
partes.
-Bueno, eh… -respondió Rubén, sin atreverse a decir
que había realizado una chapuza.
-¿Puedes auparme para que me vea en el espejo
retrovisor? –pidió la recompuesta calavera.
Rubén tragó saliva, cogió a Cosme y le puso enfrente
del espejo.
Un premolar se cayó al suelo en ese momento.
-“¡Oh, Cosme, amigo de mi corazón,
deja que te cante una loa
para sacarte de tu depresión!”
-¡Vete a tomar por culo, Poeta! –gruñó Cosme-.
¿Estás viendo como estoy?
-“Naturalmente que lo estoy viendo.
Y eres feo, he de reconocer.
Pero te recuerdo y te advierto:
¡tampoco antes eras de buen ver!”
-¿Sabes dónde puedes meterte tus versos, puñetero
trovador? ¿No? ¡Dónde te he mandado a tomar hace un momento!
Continuará
Bueno, al menos está entero... (el que no se consuela es porque no quiere)
ResponderEliminarRealmente, Cosme nunca ha estado entero, me temo...
ResponderEliminarPodían haber aprovechado para hacer alguna reforma. No sé, ponerle extensiones o rastas o algo. Igual algún miembro o pegarle alguna costilla o algo...
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