jueves, 1 de mayo de 2014

La poesía del subfusil


Crucé el océano
y subí a las colinas cubiertas de bruma.
Me hice amigo del aguacero en el desierto,
de la contaminación de la ciudad,
de la soledad en los parques por la noche
y de cada animal que me quiera escuchar.

Acaricio el subfusil.

Alcancé la cima de las montañas,
rodé por los senderos cubiertos de polvo,
me dejé los pies en los rompientes,
y mi superyó pregunta nuevamente
"¿te arrepientes?"
pues él mejor que nadie sabe
que todo esto lo hice buscándote
sin saber siquiera si existías.

Dos cartuchos en la recortada.

Me instalé en la cueva más profunda
y es tentador quedarme acá,
arropado, en paz,
olvidarme del mundo de fuera
y olvidarte también a ti.
Pero sin saber muy bien
qué quiero conseguir,
escalo y salgo al exterior.

El cuchillo está bien afilado.

Los precedentes no son buenos.
Quizás realmente esté enfermo
por eliminar de forma consciente
todo pensamiento racional,
ignorar mis cicatrices
y querer compartir momentos contigo.

No debería hacer tantas locuras tan a menudo.

Pero esta vez no se cumplirá el guión...
El error me encontró preparado.
Y mis instintos y mi mente enferma
no se saldrán nuevamente con la suya.

Apoyo el subfusil en mi pecho y aprieto el gatillo.
El corazón sale despedido;
uno de mis gatos callejeros lo olisquea,
lo agarra con la boca y se lo lleva.

Me vuelo la cabeza con la recortada.
Mis sesos desperdigados protestan con vehemencia...
luego se distraen viendo por sí mismos el exterior
y se olvidan de mí.

Agarro el cuchillo y de un certero tajo
elimino también mis bajos instintos.
Resulta que se parecen algo a mí tras tanto tiempo juntos:
Una vez libres, mis genitales se van a hacer turismo.

Desde entonces camino por la vida
convertido en un eunuco con un agujero en el pecho
y con otro hueco donde antes había un cerebro.
He eliminado toda posibilidad de acercarme a ti.

Ahora mis amigos me dicen que,
últimamente,
mi conversación ha mejorado.
Que se me ve más inteligente,
que me visto con mayor propiedad,
que no estoy tan desubicado.
Que las muchachas se fijan más en mí
y que todos quieren llevarse bien conmigo
porque les parezco, de manera extraña,
un tipo muy interesante.

Es lo que pasa siempre:
Todo el mundo habla bien de ti
cuando no estás vivo.

Pero si yo me convertí en esto
fue para dejar de pensar en ti,
para dejar de soñar contigo,
para dejar de imaginar queriéndonos,
para llevar a cero la probabilidad
de acariciar tu cuerpo.

Sin embargo
las cosas no están funcionando.
En mis tres ausencias
la carne se regenera
y es tu nombre el que están formando.
Y de nuevo quiero salir afuera
para encontrarme contigo
y volver a enamorarme.

Preparo la motosierra.

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