cuanto peor me siento.
Pero en esta ocasión
tengo detrás mía a Erató,
con una ametralladora
apuntando a mi pescuezo
y diciendo a voz en grito:
"imbécil, continúa escribiendo".
Tampoco tengo nada mejor que hacer.
El día es gris y frío tras el cristal,
y parece que hoy tampoco te veré.
Miro el desorden a mi alrededor.
Las sombras se alargan en mi habitación
y cada pliegue en mi manta
quiere ser una muesca por cada vez
que perdí una ocasión.
Es curioso que ni en la mejor fiesta,
ni con los mejores amigos,
se alivie esta eterna sensación de soledad.
Una silueta femenina se dibuja
en el blanco cielo de invierno,
y me pregunto si es buen momento
para atreverme a acercarme más.
La araña de rincón
que desde hace siete meses habita en mi corazón
baila un agarrado
con la araña tigre
que hizo un nido en mi cerebro.
Por una vez, esas dos parecen tenerlo claro.
Yo no estoy tan seguro.
Pero realmente no sé si viviré tres mil años
o si sobreviviré siquiera
a las próximas dos horas.
Mirándolo de ese modo,
tampoco cuesta tanto tomar cualquier decisión...
pero a cambio sí cuesta demasiado
tomar la vida en serio.
Y mi vida no ha dejado de ser una broma.
Una broma divertida, estúpida, demente,
desubicada, incorrecta, sincera, vehemente...
Pero siempre solitaria.
Decido salir a la ciudad y enfrentarme al frío.
¿Quién sabe?
Quizás, por una casualidad, te encuentre.
Dejo a las dos arañas bailando mientras me visto.
Iré pensando si merece la pena arriesgarse,
iré pensando si me acerco a ti conscientemente...
Pero creo que la respuesta es "sí" porque,
aunque saliera mal...
¿qué importa?
No creo que pueda estar más solo que ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario