La verdad es que Rubén no recordaba cuando había
comenzado a enamorarse de Isabel. Eran compañeros de clase en el
instituto, ¿y quién no se ha enamorado en el instituto?
Si algún profesor hubiera decidido pasar a su lado
cuando Rubén tomaba apuntes, sentado en su pupitre, sólo habría
podido leer en sus anotaciones, repetidos cientos de veces, el nombre
de Isabel.
Por suerte, aunque la inmensa mayoría nos volvemos
imbéciles cuando nos enamoramos, Rubén era un tipo listo. Así que
llevaba en un bolsillo de su pantalón una desvencijada grabadora,
para luego, en su casa, tomar los apuntes tranquilamente.
Habría quien podría decir que eso es una estupidez,
que por la mañana podría tomar los apuntes sin arriesgarse a ser
descubierto por el profesor y por la tarde podría hacer el
gilipollas emborronando papel todo lo que quisiera pero, como hemos
dicho anteriormente, cuando uno se enamora pierde parte de la
plenitud de sus facultades psíquicas.
De todos modos, qué bonito es el amor, ¿verdad? Al
menos, hay gente que parece estar enamorada eternamente... cuánto
imbécil.
La verdad es que Rubén no era un tipo guapo. Era
majete, sí, de pelo negro y rizado, corpulento y ojos profundos,
vestido siempre con desgastada ropa deportiva.
Pero Isabel... ¡ah, Isabel! Ni siquiera la palabra
“preciosa” haría justicia a su cabello rubio y a sus ojos
azules, a su sonrisa franca y la delicia del roce de sus manos. Allá
donde fuera la seguía una cohorte de babeantes admiradores. Éstos
no estaban ya enamorados, sino obsesionados; es decir, que el
apartado de imbéciles se les había quedado pequeño hacía mucho
tiempo.
Y puedo entenderlo, porque Isabel siempre tenía un
gesto cariñoso hacia cualquiera, una sonrisa para todos y capaz de
mantener una conversación amena y (¡atención!) inteligente con
todo el mundo. O sea, que si estaba enamorada, lo disimulaba muy
bien cuando hablaba.
Y uno con los que Isabel conversaba asiduamente era
Rubén. Habían llegado a ser los mejores amigos que pueden llegar a
ser un chico y una chica sin dar un paso adelante y convertirse en
novios. Justo por lo que Rubén rezaba cada noche a San José.
Y hablaban, hablaban y hablaban. Hablaban de moda, de
películas, de música, de sus amigos, de libros, de sus familias,
de la pasión que sentía Isabel por la cultura amerindia... de
todo, menos de ellos mismos y sus sentimientos. Pero hablaban, y eso
es ya algo valioso cuando te enamoras, pues muchas veces no puedes
hacer otra cosa que mirar de lejos a la persona que te gusta.
Cualquiera desde fuera habría visto a la legua que
Rubén estaba enamorado de Isabel, y que Isabel estaba loquita por
Rubén. Pero eso siempre se ve desde fuera, lo ven todos menos los
implicados en el romance. Y no es que nos guste insistir, pero ésto
es otra prueba de que, cuando te enamoras, te vuelves imbécil.
Pero por tímido que seas, llega un momento en que el
corazón te dice basta, decide que ya ha tragado con todo y con más,
y que es el momento de vomitar parte de lo que llevas dentro.
Y eso mismo fue lo que le pasó a Rubén. Era un día
como otro cualquiera, pero Rubén comenzó a sentir una opresión en
el pecho cuando quedaba un cuarto de hora para que las clases
terminaran.
Y esa opresión fue extendiéndose, y Rubén sintió
como se le hacía un nudo en la garganta, como los brazos comenzaban
a temblarle tímidamente, como la frente se cubría de perlas de
sudor, como se revolvía su estómago, como se hinchaba su
entrepierna, como sus pies se tornaban fríos como un témpano...
Rubén, que ya sabía que cuando uno se enamora se
vuelve imbécil, comezó a dudar si no se volvería también
epiléptico.
Lo malo fue que ese mágico instante no se rompió con
la sirena que indicaba el final de las clases, sino con la ronca voz
del profesor de historia:
-¿... Rubén?
Rubén no había oído la pregunta... ¡bastante que
había oído su nombre! Pero su cuerpo se negó a actuar con la poca
racionalidad que quedaba en su mente, y Rubén gritó:
-¡Isabel!
Continuará
Bienvenido a la blogosfera, hermanito!! Espero que este paso dé sus frutos de una forma u otra!! Besitos!!!
ResponderEliminarBuenas! bienvenido por estos lares!!
ResponderEliminarPues muchas gracias a ambos... vamos a ver como se va desenvolviendo esto de las novelas por entregas...
ResponderEliminarPensé en abrir un blog que hablase de política, pero creo que esto es lo que yo hago mejor! xD
Abrazos!
El problema de la política es que tu hablarías en serio y solo unos pocos te creerían. Pensarías que estás hablando de cosas graciosas...
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