miércoles, 12 de septiembre de 2012

Estoy de Vuelta 1

La verdad es que Rubén no recordaba cuando había comenzado a enamorarse de Isabel. Eran compañeros de clase en el instituto, ¿y quién no se ha enamorado en el instituto?

Si algún profesor hubiera decidido pasar a su lado cuando Rubén tomaba apuntes, sentado en su pupitre, sólo habría podido leer en sus anotaciones, repetidos cientos de veces, el nombre de Isabel.

Por suerte, aunque la inmensa mayoría nos volvemos imbéciles cuando nos enamoramos, Rubén era un tipo listo. Así que llevaba en un bolsillo de su pantalón una desvencijada grabadora, para luego, en su casa, tomar los apuntes tranquilamente.

Habría quien podría decir que eso es una estupidez, que por la mañana podría tomar los apuntes sin arriesgarse a ser descubierto por el profesor y por la tarde podría hacer el gilipollas emborronando papel todo lo que quisiera pero, como hemos dicho anteriormente, cuando uno se enamora pierde parte de la plenitud de sus facultades psíquicas.

De todos modos, qué bonito es el amor, ¿verdad? Al menos, hay gente que parece estar enamorada eternamente... cuánto imbécil.

La verdad es que Rubén no era un tipo guapo. Era majete, sí, de pelo negro y rizado, corpulento y ojos profundos, vestido siempre con desgastada ropa deportiva.

Pero Isabel... ¡ah, Isabel! Ni siquiera la palabra “preciosa” haría justicia a su cabello rubio y a sus ojos azules, a su sonrisa franca y la delicia del roce de sus manos. Allá donde fuera la seguía una cohorte de babeantes admiradores. Éstos no estaban ya enamorados, sino obsesionados; es decir, que el apartado de imbéciles se les había quedado pequeño hacía mucho tiempo.

Y puedo entenderlo, porque Isabel siempre tenía un gesto cariñoso hacia cualquiera, una sonrisa para todos y capaz de mantener una conversación amena y (¡atención!) inteligente con todo el mundo. O sea, que si estaba enamorada, lo disimulaba muy bien cuando hablaba.

Y uno con los que Isabel conversaba asiduamente era Rubén. Habían llegado a ser los mejores amigos que pueden llegar a ser un chico y una chica sin dar un paso adelante y convertirse en novios. Justo por lo que Rubén rezaba cada noche a San José.

Y hablaban, hablaban y hablaban. Hablaban de moda, de películas, de música, de sus amigos, de libros, de sus familias, de la pasión que sentía Isabel por la cultura amerindia... de todo, menos de ellos mismos y sus sentimientos. Pero hablaban, y eso es ya algo valioso cuando te enamoras, pues muchas veces no puedes hacer otra cosa que mirar de lejos a la persona que te gusta.

Cualquiera desde fuera habría visto a la legua que Rubén estaba enamorado de Isabel, y que Isabel estaba loquita por Rubén. Pero eso siempre se ve desde fuera, lo ven todos menos los implicados en el romance. Y no es que nos guste insistir, pero ésto es otra prueba de que, cuando te enamoras, te vuelves imbécil.

Pero por tímido que seas, llega un momento en que el corazón te dice basta, decide que ya ha tragado con todo y con más, y que es el momento de vomitar parte de lo que llevas dentro.

Y eso mismo fue lo que le pasó a Rubén. Era un día como otro cualquiera, pero Rubén comenzó a sentir una opresión en el pecho cuando quedaba un cuarto de hora para que las clases terminaran.

Y esa opresión fue extendiéndose, y Rubén sintió como se le hacía un nudo en la garganta, como los brazos comenzaban a temblarle tímidamente, como la frente se cubría de perlas de sudor, como se revolvía su estómago, como se hinchaba su entrepierna, como sus pies se tornaban fríos como un témpano...
Rubén, que ya sabía que cuando uno se enamora se vuelve imbécil, comezó a dudar si no se volvería también epiléptico.

Lo malo fue que ese mágico instante no se rompió con la sirena que indicaba el final de las clases, sino con la ronca voz del profesor de historia:
-¿... Rubén?

Rubén no había oído la pregunta... ¡bastante que había oído su nombre! Pero su cuerpo se negó a actuar con la poca racionalidad que quedaba en su mente, y Rubén gritó:
-¡Isabel!


                                                                                  Continuará

4 comentarios:

  1. Bienvenido a la blogosfera, hermanito!! Espero que este paso dé sus frutos de una forma u otra!! Besitos!!!

    ResponderEliminar
  2. Pues muchas gracias a ambos... vamos a ver como se va desenvolviendo esto de las novelas por entregas...
    Pensé en abrir un blog que hablase de política, pero creo que esto es lo que yo hago mejor! xD
    Abrazos!

    ResponderEliminar
  3. El problema de la política es que tu hablarías en serio y solo unos pocos te creerían. Pensarías que estás hablando de cosas graciosas...

    ResponderEliminar