Rubén no tenía ni idea de cuánto tiempo habría pasado cuando comenzó a escuchar ruidos. Eran ruidos extraños, chirriantes como el rasgar de una uña en una pizarra, inquietos como pisadas que en vano intentan amortiguarse.
A Rubén le llegó también el olor. Un olor dulzón a descomposición, a tierra recién removida… junto con un tenue hedor que no pudo identificar. Sintió miedo.
Los ruidos comenzaron a escucharse más cercanos e, instintivamente, Rubén se quedó inmóvil, con todos sus sentidos alerta.
Un repentino estruendo le hizo gritar a la vez que una explosión de luz le cegaba. Rubén protegió sus ojos con las manos, al mismo tiempo que escuchaba la voz que unas horas antes le había hablado.
-¿Pero eres idiota? ¿Por qué chillas de esa manera? ¿Tienes idea del susto que me has dado?
Rubén apartó poco a poco sus manos y comprendió que el brillo que le había cegado era el de la luna. Miró a quien había abierto su ataud... y comenzó a chillar.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -chillaba Rubén.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -chilló a su vez el esqueleto manchado de carne descompuesta que tenía delante.-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -siguió gritando Rubén, aterrado.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -le respondía el esqueleto, visiblemente divertido.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -Rubén continuaba profiriendo alaridos.
El esqueleto, en ese momento, agarró con su mano izquierda su brazo derecho, lo desencajó y golpeó con su húmero la cabeza de Rubén.
-Ya está bien de hacer el gilipollas, ¿no? -preguntó el esqueleto.
Rubén le miró fijamente, sin comprender.
-Ya basta de tanto gritar -continuó hablando el esqueleto con un ligero acento gallego-. A ver si te crees que dentro de cincuenta años vas a estar mejor que yo... -en ese momento, el esqueleto calló y observó con detenimiento a Rubén-. Aunque quizás sí estés mejor que yo... llevas más de dos semanas enterrado y estás como el primer día... ¡ni un gusanito! ¡Ni siquiera hueles mal! Qué curioso... es la primera vez que me encuentro con algo así...
-¡Dios mío! -exclamó Rubén casi llorando-. ¿Quién eres? ¡¿Qué eres?!
-Tu vecino de la fosa de al lado -respondió el esqueleto con una amplia sonrisa-. Bienvenido a tu primera noche consciente en el cementerio.
Continuará
Si es que hay gallegos por todas partes, y eso que no hay mar por medio...
ResponderEliminarYo no digo nada, que conozco algún gallego susceptible... XD
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