lunes, 18 de marzo de 2013

Estoy de Vuelta 78


En otro lugar, a las afueras de la capital, el Espectro gritó con furia al abandonar el abrigo de las cloacas y exponer su tenebroso cuerpo al sol. Isabel estaba allí, podía notarlo. Ya nada importaba, ni el dolor ni el sufrimiento. 

En cuanto…

La confusión del Espectro casi rivalizaba con el dolor causado por la luz que golpeaba su cuerpo. Allí no había persona alguna. Tan sólo un callejón desierto en un viejo polígono industrial.

-La chica… ¿está aquí? –se preguntó el Espectro mientras se arrastraba lastimosamente hasta la sombra que proyectaba una de las naves industriales.

-Obviamente, no –respondió una voz femenina-. No está aquí.

El Espectro tuvo que asomar su cabeza y volver a sufrir los luminosos aguijonazos para descubrir quién había hablado. Se trataba de una silueta dorada que, cruelmente para el Espectro, estaba flotando justo delante del sol. Sólo mirarla le hacía sentir como si ardiera.

-Me llamo Felisa. No lamento decirte que te he engañado alterando la energía de mi propio ser. Desde hace un buen rato, en vez de a Isabel, has estado siguiéndome a mí. Tan sólo quería dejar las cosas en empate.

Y Felisa desapareció, dejando al Espectro con la única compañía de su propio grito de frustración.

Continuará

2 comentarios:

  1. Ayss las mujeres, como juegan con cualquier pobre diablo solo por gusto...

    ResponderEliminar
  2. No, no... el pobre diablo es Canael, te has equivocado de personaje...

    ResponderEliminar