domingo, 23 de septiembre de 2012

Estoy de Vuelta 6

Dos días después, Rubén despertó. Al principio se sentía confundido, y no sabía si tenía los ojos abiertos o tan sólo lo creía. La oscuridad era suprema.

Cuando la confusión pareció remitir, se dio cuenta de que estaba acostado. Intentó incorporarse, pero su cabeza chocó con algo duro. Rubén tanteó en la oscuridad. Estaba dentro de una especie de cajón forrado poco mayor que él.

Y cuando comprendió donde estaba, Rubén conoció la auténtica sensación del terror.

Comenzó a pensar, intentó tranquilizarse. ¿Cómo era posible que le hubieran enterrado vivo? Entonces recordó que había enfermedades que te hacían parecer un cadáver. ¿Cómo se llamaba? ¿Catalepsia? Debían haberle dado por muerto y no se habrían dado cuenta que aún respiraba…

¿Que aún respiraba?

En ese momento se dio cuenta de algo que le dejó todavía más turbado. No estaba respirando. Estaba consciente, sí. Pero no respiraba. Conscientemente cogió aire y luego lo expulsó. Después decidió no respirar. Y no pasaba nada. No se ahogaba, no se congestionaba, no se le volvía la cara roja o violeta.

Aterrado, llevó su mano hasta su pecho. No había latido. Al hacerlo, escuchó un tintineo metálico. Alguien había atado a su antebrazo derecho una cadena de intrincados eslabones que Rubén reconoció al instante.

-Sebas...

La cadena pareció enredarse con algo, y Rubén palpó en la oscuridad. Encontró un collar con varias plumas unidas a un pequeño medallón de metal.
Rubén, al igual que había hecho con la cadena de Sebas, lo reconoció sin problemas. Era un pequeño atrapasueños indio de los que colgaban encima de la cama de Isabel.

-Isabel...

Su novia y su mejor amigo le habían regalado dos de sus más queridas pertenencias para que le acompañaran en su último viaje... y ese pensamiento le hizo recordar donde estaba. Gimió de horror.

Se atusó el cabello, un gesto que repetía cansinamente cuando estaba nervioso. Y palpó lo que parecía una enorme cicatriz que nacía casi en su frente, recorría el margen derecho de su cuero cabelludo y terminaba prácticamente en su nuca. Descalabrado.

-Dios mío -susurró-. Si ésto no funciona, es que me he muerto.
Rubén decidió imaginar a Isabel en la ducha, desnuda. Puso especial empeño en intentar concebir sus pechos y su bajo vientre, pero daba igual. No se le empinaba.

-¡Dios mío! -comenzó a chillar histérico-. ¡Estoy muerto! ¡Estoy muerto! ¡Estoy muerto! ¡Estoy muerto! -seguía gritando Rubén cuando las primeras lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas- ¡Muerto! ¡Muerto!

-Naturalmente que estás muerto -respondió una voz amortiguada que parecía venir del exterior, similar al crujido de las hojas secas-. Así que, ¿por qué no te callas, cruzas los brazos sobre el pecho y dejas dormir a los demás?
-¿Qu... qué? -tartamudeó Rubén.
-Lo has oído -siguió la voz-. Son las tres de la tarde, es todavía de día. Si quieres armar follón, espera por lo menos a que llegue la noche.
-¿La... la noche?
-Duérmete.

La voz pareció desvanecerse y Rubén quedó en silencio en la oscuridad.

Continuará

5 comentarios:

  1. Interesante... los hechos acaecidos y por acaecer me recuerdan mucho a esta tira cómica (que por supuesto recomiendo y creo que te gustará): http://bloj.net/aitor/wp

    Ale, ya dejo de spamear

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  2. Pues te lo agradezco, porque no lo conocía.
    Voy a echarle un vistazo...

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  3. Me costará, pero me pondré al día con "Estoy de Vuelta" porque engancha. ¡Felicidades! :D

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  4. Tampoco pierdas demasiado tiempo en la novela... lo que molan son los comentarios que deja Mr. Blogger... xD

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  5. Y las contestaciones; sin las contestaciones los comentarios no valdrían para nada

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