martes, 30 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 22


La verdad es que Rubén no tenía que haberse preocupado por Sebas. Su mejor amigo estaba vivo.

Unas tres horas y media antes, Sebas había encendido su maltrecho ordenador y se había conectado a Internet.

Había tardado medio día en pasar a limpio su trabajo de literatura sobre Don Quijote (trabajo, todo sea dicho, que debería haber sido entregado hace un mes), el cual constaba de una portada, un índice, dos páginas convertidas en cinco tras aumentar el tamaño de la letra lo máximo posible y una contraportada.

Sebas lo contempló orgulloso.

-Oh, tío... ¡por fin voy a aprobar literatura!

Después respiró hondo, animado por su éxito, y comenzó a teclear. Estaba decidido a declararse a Carmen, esa muchacha de la que él llevaba prendado tanto tiempo... le había robado el corazón haría cosa de cuatro horas y Sebas no había pasado nunca tanto rato pensando en una muchacha. ¡Debía haberse enamorado! Además, la conocía desde hacía dos días y, aunque en esos dos días ella sólo le había dicho “¡piérdete, estúpido!”, Sebas había sabido leer en aquellos ojos claros el oculto deseo. Y hacía cuatro horas, ella había vuelto a hablarle. Le dijo, “¿es que no vas a dejar de seguirme, desgraciado?” y fue en ese mágico momento cuando él comprendió que esa muchacha le había robado el corazón.

O, en otras palabras, para que todo el mundo pueda comprenderlo, diremos que fue en ese mágico momento cuando Sebas se volvió imbécil (sí, aún más, pobre...).

Cuando por fin Sebas terminó de redactar el mensaje, que empezaba con la frase: “Chorva pk insiztez n deja morir d anbre a tu conejito?” y terminaba con la frase “no t paece q deveria zer yo el k deviera alimmentarlo?” (en una carta que constaba en su totalidad de dos frases), Sebas entró en su correo eléctronico y envió el trabajo de literatura a su profesora de literatura y su romántica carta a su querida Carmen.

O eso creía él.

-¡Me he declarao, tío! -comentó para sí mismo. Estaba orgulloso de su valentía, y decidió celebrarlo abriendo un par de páginas pornográficas y masturbándose.

Sin embargo, no había llegado aún al clímax cuando un terrible presentimiento cruzó por su mente...
-Oh, tío...
Era la primera vez que Sebas interrumpía una masturbación. No había cometido tal sacrilegio ni aquella vez, castigado en la sala de estudios, cuando le pilló el director del instituto. Ni tampoco cuando su madre abrió la puerta de su habitación y le encontró violando a las muñecas de su hermana (su madre... ¿por qué estaría tan empeñada en que se independizara?).

En esta ocasión, sin embargo, se olvidó de todo mientras el sudor que perlaba su frente y su espalda se volvía frío.

Abrió su correo (siempre sin mensajes por leer... ¿por qué nunca nadie le escribiría?) y confirmó sus peores temores. Había enviado el trabajo de literatura a Carmen y su romántica carta a su exigente profesora.

-Oh, no... -susurró un destrozado Sebas-. ¿Qué pensará Carmen de mí cuando descubra que me he enrrollado con una profesora?

Y tras apagar su ordenador, el alicaído Sebas decidió afrontar las consecuencias de sus actos:
Abrió una botella de cerveza negra y comenzó a beber.


Continuará...

jueves, 25 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 21


Resulta que a Poeta le gustaba una muchacha...
-Que, todo hay que decirlo, no le hacía ningún caso -añadió Fito.
-...y se dispuso a cortejarla -siguió hablando Cosme-. Esto sucedió en un caluroso verano. La muchacha había decidido irse a la piscina municipal con unas amigas...
-Y Poeta no tenía dinero ni para pagar la entrada -señaló Fito.
-Lo que sí tenía era un frisbee volador -comentó Cosme entre risas.
-Y ni siquiera era suyo, se lo robó a un chaval que pasaba por allí -añadió Fito.
-Pintó en él “Te quiero” -prosiguió Cosme- con un rotulador prestado por el taquillero de la piscina...
-Que debía estar de Poeta hasta la coronilla -apuntilló Fito.
-... y se encaramó al seto que rodeaba la piscina -continuó narrando Cosme-. Cuando vio a la chica, se lo lanzó...
-¡En medio de la frente! -exclamó Fito.
-La chica cayó hacia atrás de un modo harto gracioso a la piscina -siguió Cosme-. La cosa no habría pasado de una estúpida metedura de pata, pero Poeta es mucho Poeta...
-Así que decidió socorrerla -dijo Fito-. Bajó del seto a trompicones y corrió hasta la piscina. Se lanzó de cabeza... e hizo diana con la cabeza de la muchacha, que en ese momento salía del agua... ¡mejor dicho, se levantaba, porque allí no cubría ni un metro! ¡Ja, ja! ¡Menuda cagada!
-Medio atontado, con una brecha en la cabeza y un ligero traumatismo craneoencefálico -continuó hablando Cosme-, Poeta salió de la piscina y se dispuso a huir, mientras le perseguían varios bañistas. Trepó de nuevo al seto, pero como estaba totalmente hecho polvo, mareado y la sangre le fastidiaba la visión, al intentar bajar perdió pie y...
-Descalabrado -terminó Fito entre risas-. ¡Justo como había dejado a su amada!

Ambos comenzaron a carcajearse ante la absoluta perplejidad de los otros tres. Por su parte, Poeta se indignó y les lanzó unos crueles versos:
-“¡Sois unos asquerosos chivatos!
¿Por qué no me la meneais un rato?
-Supongo que te referirás a la caja torácica -rió Cosme-, porque si no...
-Y aunque Poeta tuviera algo que menear -comentó pensativo Fito- de ti, Cosme, lo máximo que iba a conseguir es que se la chuparas.
-¡Eres un cerdo! -le gritó Cosme.
-Ya, pero al menos tengo brazos y piernas.
-Lo que tenemos son problemas -dijo entonces Rubén.

Continuará

miércoles, 24 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 20


La primera acción de Felisa tras informarse sobre los detalles personales de cada uno de sus protegidos y aprender un poco de la “burocracia celestial”, fue volar desde el cielo hasta el piso de Sebas, invisible, intangible, silenciosa... la verdad es que disfrutaba de su nuevo “cuerpo”.

Una vez al lado de Sebas (quien se encontraba medio borracho en ese momento), el espíritu susurró en su oído:
-¿A que te apetece visitar la tumba de tu amigo Rubén?

-¿Por qué te hiciste pasar por su niña? -le preguntó Rubén a Sheila, una vez habían vuelto a ponerse en camino.
-Me dio tanta pena... ella lo único que quería era no morir sola. Me recordaba a mi abuela -Sheila hizo una pausa-. Y... bueno, es muy triste morir a solas...

-¿Tú...? -preguntó Rubén con timidez.
Sheila asintió con la cabeza con un deje amargo.
-Bueno -Rubén forzó una sonrisa-, pues ya no estás sola.
-Sí -Sheila también sonrió-. Es cierto.

Tras una pausa, Sheila preguntó:
-¿Y tú? ¿Moriste a solas?
Rubén carraspeó antes de responder:
-No... yo iba con mi mejor amigo cuando nos atropelló un camión...
-Oh. ¿Y tu amigo sobrevivió?
-La verdad, no lo sé -Rubén bajó la cabeza y se mordió el labio inferior-. Creo que sí, porque alguien me ató al antebrazo esta cadena suya, y espero que fuera él mismo, pero...
-Estará bien, seguro -le dijo Sheila con confianza.
-Ojalá, Sheila... ojalá.

-Bueno, al menos vosotros sabéis cómo moristéis -gruñó Cosme-. Yo ni siquiera sé como acabé en una mesa de autopsia...
-Conociéndote, seguro que fue porque alguien te dijo que meter los dedos en un enchufe traía suerte -rió Fito.
-¿Ah, sí? ¿Acaso he de recordarte que tú moriste ahogado en la bañera de tu casa porque querías saber cuánto tiempo podías aguantar sin respirar?
-Jamás volveré a contarte nada -prometió Fito indignado.
-¿Y tú, Poeta? -preguntó Sheila-. ¿Cómo llegó tu fin?
-“Un fin digno del más fiel amante:
me suicidé porque mi amor murió
y se fue con los pies por delante
antes de que lo hiciera yo”.
-¿Te suicidaste por amor? -se admiró Sheila.
-Vamos, Poeta, no nos vengas con esas, que sabemos tu historia -le recordó Cosme...

Continuará

lunes, 22 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 19


Por su parte, el dorado y juvenil espíritu de Felisa llegó hasta la presencia del arcángel Doradiel.

-Saludos, Felisa -dijo el arcángel-. San Pedro me ha comentado que, antes de entrar al Cielo, querías hablar con quien te había enviado a las... “criaturas” que te acompañaron en el momento de tu muerte. Lamento de veras que hayan empañado tus últimos instantes en la tierra, pero necesitábamos...
-¡Oh, no! ¡Nada de eso! -exclamó Felisa con voz juvenil-. Es todo lo contrario, me trataron muy bien. San Pedro me habló de ellos... sí, quizás sean algo toscos, pero son encantadores...
-¿Entonces?
-Me gustaría hacer algo por ellos... -respondió Felisa con timidez.
-Creo que no entiendo.
-San Pedro me dijo que teníais que comprobar que fueran buenos de corazón, y hablando, hablando, terminé descubriendo que ellos no tenían ángel de la guarda y pensé que yo podría...
-¡Ah, no! ¡Ni hablar! -interrumpió en ese momento el querubín, como aparecido de la nada-. ¡Sólo los vivos tienen derecho a tener ángel de la guarda!
-Pero no están muertos, pequeño -le indicó Doradiel.
-¡Pero tampoco vivos! -insistió el querubín.
-Yo me siento tan en deuda con ellos... -pidió Felisa.

Doradiel meditó durante unos momentos.

-Felisa no es un ángel de la guarda, ¿no es así?
-No, claro -negó el querubín.
-Entonces no violamos ninguna regla si no mandamos a un ángel de la guarda a custodiar a unos seres que no están vivos, ¿me explico?
-Pero... -empezó el querubín.
-Así que Felisa será su... “protectora” durante el tiempo que ella estime oportuno...
-Pero... -continuó el querubín.
-He hablado -terminó Doradiel.
-¡Cojonudo! ¡Alabemos a Dios! -gritó Felisa ante el asombro de los otros dos- Esto... quiero decir... ¡qué bien! ¿No? ¿Amén?

Continuará

sábado, 20 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 18


Justo en el momento en el que Poeta terminaba su canción, los seis se quedaron atónitos. El cuerpo de la anciana comenzó a brillar y la silueta de una jovencita de color dorado-anaranjado surgía de él.

-¡Mirad! -exclamó Sheila-. Es tan bella...
La silueta con rostro de jovencita les miró por un momento con cara de absoluta incomprensión. Luego sonrió y se difuminó hasta desaparecer por completo.
-Qué hermoso... -dijo Sheila.

-¡Fito! -bramó Cosme rompiendo ese breve momento de paz-. ¡Estoy bañado en paté por tu culpa!
-¿Por mi culpa? -se hizo el ofendido Fito-. Yo te oí maullar y dije, pues si éste hace de gatito...
-¡Te aseguro que me las vas a pagar! -le gritó la calavera.
-¿Ah, sí? ¿Qué vas a hacer? ¿Patearme?
-¡Pero serás mamón!
-¿Es que ni ante algo tan asombroso vais a mantener la compostura? -les riñó Sheila.
-¿Asombroso? -preguntó Fito fingiendo estar sorprendido-. ¡Ah, disculpa! Teniendo en cuenta que soy un zombi y me está preguntando un fantasma, como que perdí la capacidad de asombro hace mucho...
-Creo que hemos hecho algo importante -les dijo Canael-. Estoy seguro de que algo ha cambiado en este momento...
-Entre otras cosas, que está unos minutos más cercano el amanecer -se quejó Cosme-. Vayámonos de aquí.
-No es tarde -le tranquilizó Sheila-. Está oscuro, pero seguro que no son ni las diez de la noche...

-Quizás dentro de la cabaña encuentres algo que ponerte -le dijo Fito a Canael-. Si nos encontramos con alguien, no querrás aparecer delante suya en pelota picada…

Fito dejó de hablar por un momento. Canael contestó con una media sonrisa en su rostro y voz irónica:
-Supongo que te acabas de dar cuenta de que si alguien se encuentra a un demonio con alas de murciélago, cuernos y garras acompañado de cinco muertos vivientes, lo que menos le importará es que dicho demonio lleve o no pantalones, ¿no es así?
-Qué asco das hijo, qué perfectito eres... -rezongó Fito mientras se daba media vuelta.
-Además, puedo hacerme invisible… -comenzó a explicar Canael.
-¡Ña-ña-ña! –terminó Fito.

Continuará...

miércoles, 17 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 17


Ante el silencio de los demás, Poeta comenzó a entonar una canción acompañado de su lira.

Nuevamente miro atrás.
Y recuerdo cada momento de mi vida,
recuerdo mis errores y desdichas...
Y así, mirando atrás, me pregunto
si tú también te estarás preguntando hoy por mí.

Nuevamente miro atrás.
Y lloro por tantas oportunidades perdidas...
y lloro también por ese último segundo
pasado tras el cual jamás volví a verte.
Y yo ni siquiera lo sabía.

Mi mirada viaja más lejos,
hasta el día en el cual te conocí...
Para ello he de pasar por cada momento
que viví junto a ti.
Cada lugar que visitamos,
cada paisaje que contemplamos,
cada segundo que compartimos,
cada amigo que nos hizo sonreír...

Y siento la pérdida en mi alma,
un pedazo de mi pecho arrancado
al entender que nada va a volver,
que nunca más estarás a mi lado,
que la soledad es tu único legado...

Nuevamente miro atrás.
Y aunque las lágrimas arañan mi rostro
entiendo que no importa
si ahora me encuentro tan solo...
Pues una eternidad de tormento
sólo es posible si existió un momento
en el que estabas a mi lado...
Pues una eternidad de soledad
no es más que un precio pequeño a pagar
a cambio de que me hayas acompañado
un trecho de mi camino,
gracias a ello haciendo
que cada uno de esos recuerdos
sean de mi vida los más bellos.

Continuará...

sábado, 13 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 16

-¿Estáis cansados? -preguntó Canael cuando vislumbraron bastante más cercanas las luces de la ciudad-. Si queréis paramos y así podréis descansar.
-¿En paz? -preguntó con sorna Fito.
-Estoy hasta el tuétano de vuestros chistes malos -protestó Cosme.
-Los muertos no necesitamos descansar, Canael -le respondió Sheila-. Pero gracias por preocuparte.
-De nada -dijo el demonio-. Aunque parezca un contrasentido, es agradable volver a sentir preocupación... volver a sentir algo.
-Te entiendo -asintió Sheila con una sonrisa.

De repente, Canael se quedó quieto.

-¿Qué te ocurre, Canael? -preguntó Cosme.
-Huelo a muerte -contestó el demonio.
-Estupendo -rezongó la calavera-. Éste se ha olvidado de quienes le acompañan...
-¿Sabéis lo desagradables que son los gases de un muerto? -saltó Fito-. ¿Quién ha sido el guarro?
-Yo imposible -contestó Cosme.
-No me refiero a eso -negó con la cabeza el demonio-. Alguien va a morir.
-Pero si esta vez Poeta estaba callado... -masculló Fito.

Canael les ingnoró y desplegó sus alas. Alzó un vuelo lento y majestuoso, desviándose de la carretera. Los otros le siguieron a pie, hasta que le encontraron frente a una desvencijada chabola.

-Ahí dentro -señaló Canael a la chabola-. Alguien se muere ahí dentro.
-Sea lo que sea, no creo que le haga mucho bien el ver entrar una pandilla de muertos vivientes en su casa -recapacitó Cosme en voz alta-. Rubén, tú eres el que tiene una apariencia más normal...
-Voy a echar un vistazo -asintió el muchacho con rapidez.

Rubén entró en la chabola, pero salió a los pocos segundos.

-Podéis entrar sin miedo -les dijo a los otros-. Es una anciana, y está desvariando. Dudo mucho que reconozca lo que sois.
-¿Qué hará una anciana aquí? –se extrañó Cosme.
-Morirse, obviamente –respondió Fito-. Seguro que ha sido pobre durante toda su vida y esta chabola es lo mejor que ha tenido en muchos años…

Los seis entraron dentro de la chabola, donde cabían a duras penas. Dentro, había poco más que un viejo catre y una sucia anciana tendida en él, arropada con una apolillada manta, desvariando en murmullos.

-¿Niña? -repetía una y otra vez- ¿estás ahí, mi niña? ¿Estás ahí?
-No llegará a la mañana -observó Fito con un deje de tristeza.

Sheila se adelantó intangible hasta el lecho.
-Estoy aquí -dijo con ternura a la anciana-. Estoy aquí, tranquila.
-Niña... mi niña... ¿eres tú?
-Sí, soy yo...
-¡Dios bendito! -exclamó la anciana con alegría-. ¡Gracias a Dios bendito!
-¿La conoce? -preguntó en un susurro Fito.
-¡No seas burro! -le contestó en voz baja Cosme-. Sheila sólo está haciendo un acto de misericordia...
-¡Deja que te bese! -pidió la anciana-. ¡Deja que te bese!

Sheila miró con ojos suplicantes a Rubén, pues sabía que el roce de un fantasma es de un frío ultraterreno para los vivos. Éste, un poco azorado, asintió con la cabeza y acercó su mejilla a la boca de la anciana.

-Aquí estoy -dijo con una sonrisa Sheila-, ya puedes besarme...
-¡Ay, mi niña! -gritó la anciana mientras abrazaba y se comía a besos a Rubén-. ¡Ay, mi niña! ¡Qué contenta que estoy de verte! ¿Has traído al gatito?
-Claro que he traido al gatito... -respondió Sheila mientras miraba a los demás anhelante.
-Miau, miau... -comenzó a decir Cosme de mala gana.
-¡Si está el gatito! -se alegró la anciana-. Pero, ¿por qué no restriega su cabecita en mi pecho, como siempre hace?
-¡Claro, señora! -exclamó Fito-. ¡Aquí tiene al gatito!

Y Fito agarró a Cosme y comenzó a restregarlo por el pecho de la anciana mientras los demás le miraban aterrados.
-¡Ay, mi gatito! -reía la anciana mientras palpaba el cráneo de Cosme-. Estás un poco pelón, ¿no?
-Na, es que ha abusado de las conservas -respondió Fito ante las caras de circunstancias de los demás, al tiempo que seguía frotando una calavera totalmente roja contra el pecho de una anciana.
-¡Pero come, gatito, come! -decía la anciana mientras sacaba de debajo de la manta una lata medio llena de paté-. ¡Come, que te vuelva a crecer el pelo!

Y la anciana comenzó a meter trozos de paté por la cuenca ocular derecha de Cosme.
-Siga dándole señora, siga -la animaba Fito con evidente regocijo-. ¡Que el gatito dice que está muy bueno!
-Pues come gatito, come...

Cuando por fin se acabó la lata de paté y Rubén agarró al colorado Cosme para empezar a limpiarle, la anciana dijo con un suspiro:
-Tengo tanto frío...
Canael se acercó y levantó sus brazos. Una brisa de aire caliente envolvió el lecho.

-Descansa en paz, anciana -dijo.

Continuará