Por su parte, el dorado y juvenil espíritu de Felisa
llegó hasta la presencia del arcángel Doradiel.
-Saludos, Felisa -dijo el arcángel-. San Pedro me ha
comentado que, antes de entrar al Cielo, querías hablar con quien te
había enviado a las... “criaturas” que te acompañaron en el
momento de tu muerte. Lamento de veras que hayan empañado tus
últimos instantes en la tierra, pero necesitábamos...
-¡Oh, no! ¡Nada de eso! -exclamó Felisa con voz
juvenil-. Es todo lo contrario, me trataron muy bien. San Pedro me
habló de ellos... sí, quizás sean algo toscos, pero son
encantadores...
-¿Entonces?
-Me gustaría hacer algo por ellos... -respondió Felisa
con timidez.
-Creo que no entiendo.
-San Pedro me dijo que teníais que comprobar que fueran
buenos de corazón, y hablando, hablando, terminé descubriendo que
ellos no tenían ángel de la guarda y pensé que yo podría...
-¡Ah, no! ¡Ni hablar! -interrumpió en ese momento el
querubín, como aparecido de la nada-. ¡Sólo los vivos tienen
derecho a tener ángel de la guarda!
-Pero no están muertos, pequeño -le indicó Doradiel.
-¡Pero tampoco vivos! -insistió el querubín.
-Yo me siento tan en deuda con ellos... -pidió Felisa.
Doradiel meditó durante unos momentos.
-Felisa no es un ángel de la guarda, ¿no es así?
-No, claro -negó el querubín.
-Entonces no violamos ninguna regla si no mandamos a un
ángel de la guarda a custodiar a unos seres que no están vivos, ¿me
explico?
-Pero... -empezó el querubín.
-Así que Felisa será su... “protectora” durante el
tiempo que ella estime oportuno...
-Pero... -continuó el querubín.
-He hablado -terminó Doradiel.
-¡Cojonudo! ¡Alabemos a Dios! -gritó Felisa ante el
asombro de los otros dos- Esto... quiero decir... ¡qué bien! ¿No?
¿Amén?
Continuará
¡intrusismo laboral! tantos años estudiando para ser querubín, tantos años opositando luego para ser angelito de la guarda...
ResponderEliminarMira, desde ese prisma yo no lo había pensado… xD
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