jueves, 2 de mayo de 2013

Estoy de Vuelta 85


-Nos ponemos en marcha. Vuelvo a sentir la energía del Espectro, y estoy seguro que él vuelve a seguir el aura de Isabel. Nos vamos –el demonio bajó la mirada antes de continuar hablando-. Amigos, ese monstruo, si consigue asesinar a Isabel o a cualquier otra persona con un alma pura y absorbe su esencia, se transformará en un ser capaz de traer demasiado dolor al mundo. Juro que detendré a esa criatura. Y si para conseguirlo debo pagar el precio más alto, sea cual sea, que así ocurra. No habrá una segunda oportunidad. La vez que nos encontremos será la definitiva.

-Y nosotros estamos contigo, Canael –asintió Cosme-. Hasta el fin.

Todos asintieron en silencio. Fito arrancó.

Desde direcciones opuestas, dos persecuciones se reanudaron. El Espectro, en pos de Isabel. Rubén, Cosme, Sheila, Fito, Canael y Poeta, en pos del Espectro.

Isabel, en ese momento, entró en el enorme edificio neoclásico que albergaba el museo de ciencias naturales de la capital. Después de comer en casa de su tía, le había pedido a su padre que la dejara sola un par de horas antes de volver a casa.

-No podía dejar de entrar aquí, Rubén –murmuró mientras trataba de no llorar-. ¿Recuerdas cuando te propuse que viniéramos juntos algún día? Ni siquiera sé si te gustaría pasar conmigo una velada en un museo o te parecería aburrido… nunca lo sabré. Pero tenía mucha ilusión por hacer tantas cosas contigo… ojalá pudiéramos haber venido juntos. ¿Estás ahora conmigo, Rubén? ¿Lo estás? ¿Lo estás?

-¡En el museo de ciencias naturales! –gritó Rubén.
-¡Joder! –chilló Fito quien, debido al susto, casi tuvo que pegar un volantazo-. ¡Ni siquiera tengo sistema nervioso! ¡Y me lo estais alterando!
-¿Qué es lo que has dicho, Rubén? –preguntó Canael.
-¡Isabel está en el museo de ciencias naturales!
-¿Cómo? ¿Cómo lo sabes? –preguntó Sheila.
-No… no lo sé –respondió Rubén-. Pero está allí. Estoy seguro de ello.
-Si tienes razón, ahora podemos tomar ventaja –dijo el demonio-. Aceleremos.

Continuará

martes, 23 de abril de 2013

Estoy de Vuelta 84


Isabel estaba tumbada en la cama. No sabía aún si comería en casa de su tía o volvería a la suya. No sabía nada, ni le importaba. Tan sólo emborronaba papel y más papel. De vez en cuando, una lágrima surcaba su mejilla, hasta caer y fundirse con la tinta…

Él era mi vida. Ahora que no está, quiero creer que él sigue vivo en otro lugar, en otro país, en otro universo fuera de mi alcance. Me siento como si él siguiera vivo en algún sitio y fuera yo quien realmente ha muerto.

No quiero entender que nunca volveré a ver sus ojos. Que jamás volverá a acariciarme con sus manos. Que nunca me desnudaré frente a él para entregarme a alguien por primera vez. Que nuestra historia ha quedado inacabada.

Amigas. Exámenes. Familia. Futuro. Rubén. Rubén… todo estaba vinculado a él. Todo estaba enlazado y era él el centro, mi piedra angular. Ahora Rubén no está, y todo se derrumba. Yo me derrumbo. Todo se convierte en una mentira, en la peor mentira cuando él no está.

Muerdo mis nudillos hasta que sangran. No puedo entender que tras tantos días llorando aún me queden lágrimas, pero incluso cuando consigo dormir unos minutos, mis ojos se desbordan.

Las noches son sólo una masa de oscuridad. El pensamiento se vuelve cruel.

Sueño con él, está a mi lado. Está atado a mí. No es cierto. Sí lo es. Quiero que sea cierto, pero lo sé en el fondo. Rubén ya no está.

Estoy vacía. Nunca había entendido antes el sentido de esa frase. De tener las manos vacías a tenerlo todo en un instante… y luego te lo arrebatan todo y estoy más vacía que al principio y...

Vacía. Agotada. Rubén…

Continuará

sábado, 13 de abril de 2013

Estoy de Vuelta 83


La madre de Rubén apoyó la cabeza en el hombro de su marido mientras veían sin prestar atención un capítulo repetido de una serie americana. Hoy casi no habían hablado siquiera. No habían hecho nada importante. La ausencia era aún demasiado fuerte.

De repente, un avance de las noticias interrumpió el episodio. El locutor comenzó a explicar algo sobre un tiroteo en un centro comercial, sobre ataques de pánico, histeria colectiva, disfraces de Halloween…

-¡Rubén! –gritaron ambos.

Las imágenes en blanco y negro de una cámara de seguridad podían ser borrosas, pero para ellos dos no había equivocación alguna.
Se trataba de su hijo. De Rubén.

Estaba vivo.

Lij sintió temor. Su plan no había funcionado. Todo se había ido al garete. El Espectro no había conseguido el alma pura de Isabel. Ella no había burlado al demonio mayor, todo por culpa de esa entrometida guardiana de pacotilla dorada.
Y el demonio mayor seguro que ya era consciente de que alguien había intentado interferir en sus planes.

-Naturalmente que soy consciente –gruñó una horrible voz detrás suya.
Lij no quiso darse la vuelta. Sabía perfectamente quién hablaba, y también sabía que esta vez no podría escapar. La terrible presencia continuó hablando.

-En cierto modo te estoy agradecido por mostrarme lo volátil que es la lealtad de mi pequeña mascota. Pero tú, con tu osadía y tu falta de inteligencia, has estado a punto de evitar mi venganza contra el demonio arrepentido llamado Canael. Todo por garantizarte un tiempo de diversión, ¿no es así? Para mí será un placer el castigarte con algo peor que el propio infierno.

Lij quiso balbucear una excusa, una disculpa, algo… pero no le dio tiempo.

Lij gritó cuando su ser fue arrancado del infierno y encerrado en una pequeña, opaca y oscura esfera. Lij gimió cuando su mente fue alterada para que jamás perdiera la consciencia, para que jamás perdiera la razón, para que jamás pudiera imaginar algo más allá de donde pasaría el resto de su eterna existencia, para que jamás su subconsciente pudiera hacerse cargo de su lobotomizada mente. Para que jamás pudiera imaginar algo que no fuera su prisión, pensar en algo que no fuera su prisión, abstraerse o distraerse de algo que no fuera su prisión…

Para que, por los siglos de los siglos, jamás pudiera dejar de aburrirse.

El grito de Lij recorrió todos los rincones del infinito infierno.

Continuará

jueves, 4 de abril de 2013

Estoy de Vuelta 82


-¡Cúrate, amigo Canael! –se despidió Fito con una carcajada, en un tono tan alto que hasta Sheila lo escuchó-. ¡Recuerda que quien se enamora se vuelve imbécil!

El rostro de Canael se volvió a juego con sus ojos.

Poeta, mientras tanto, aprovechó para entonar unos versos pese a las protestas de Cosme:

        Prometí dar mi vida por una muchacha
y ella me tomó la palabra.
Una simple carta se convirtió en un hacha
con la cual, primero, me robó el corazón.

Y luego lo arrancó de mi pecho.

Incluso Dios se ríe y me señala con el dedo.
Acabo de ser condenado
tras cometer un único pecado:
el de haber querido amar.

Ahora mismo vivo una parodia de vida.
Debería importarme, pero no... me da igual.
Mi corazón está ya tan enfermo
que ni siquiera siente el dolor de esta nueva herida.
Hay cicatrices más profundas que aún supuran...
y ahora resulta que incluso estoy agradecido
al daño que en su día me causaron.

El sufrimiento se ha convertido en indiferencia,
y mi sangre se coagula en una costra helada.
Carecen de significado paciencia e impaciencia
ante el haber adquirido la completa certeza
de que mi pecho puede sangrar, pero ya no amar.

Si Dios ha decidido añadir injuria al tormento,
que se cumpla su voluntad.
Si ahora las canciones no son más que un lamento,
no importa.
Hace mucho tiempo que las dejé de escuchar.

La soledad y la muerte tienen cuerpo de mujer.
Parece que es hora de que las vuelva a cortejar
y olvide a las caricias y a los besos
que una vez
-ahora me parece mentira-,
que una vez llegué a desear.


Continuará

viernes, 29 de marzo de 2013

Estoy de Vuelta 81


Fito, mientras tanto, se fijó detenidamente en Canael… el cual, a su vez, apartado de los demás, observaba a Sheila.

El esqueleto sonrió con maldad y se acercó al demonio.

-La miras mucho, Canael –comentó Fito con un tono banal-. Y de no ser porque tus ojos son tonalidad rojo infierno y no tienen iris ni pupilas, diría que la miras de una manera un tanto especial.

Canael no respondió de primeras. Tan sólo desvió su mirada a Fito con rostro imperturbable.

-Es mi amiga –respondió lentamente el demonio.
-Y la mía –asintió el esqueleto-. Y es preciosa, dulcísima e inteligente… no está mal, teniendo en cuenta que es un fantasma.
-¿Adónde quieres llegar, amigo Fito?
-Absolutamente a ninguna parte, amigo Canael. Pero es tu amiga, y yo soy de la opinión de que chico hetero y chica hetero sólo pueden desarrollar una amistad si existe la más mínima probabilidad de “algo más”. Sólo digo eso. Imagino que también eso puede aplicarse a demonio hetero y fantasma hetero. Porque eres hetero, ¿no?
-Fito. Escúchame bien. Soy un demonio. Un maldito por toda la eternidad demonio. ¿Crees que puedo siquiera pensar, imaginarme amando a alguien?
-¡Oh, no! ¡Por supuesto que no! –negó rápidamente Fito-. Eres un demonio malo que ha pasado siglos pagando la penitencia, precisamente por haberte enamorado anteriormente de alguien. Es lógico que quieras aumentar la tragedia sobre ti. Queda muy mono. La verdad, tienes todo el derecho del mundo a querer ser aún más desgraciado de lo que eres. Pero… bueno, tan sólo digo que si tú no te lanzas, lo hará Sebas o uno como él. Y eso sí que me jodería, ¿sabes? Yo, al menos, preferiría saber que nuestra pequeña Sheila está cuidada por un demonio que la quiere antes que con un gilipollas que sólo la desea.
-Basta, Fito. No sabes de lo que hablas. Estás imaginándolo todo.
-Sí, tienes razón, Canael –suspiró Fito, dándose media vuelta-. Y por cierto, te recuerdo que sueles andar desnudo por ahí. Quizás ayudaría a que yo dejara de imaginar cosas el que tú dejaras de empalmarte cuando miras así a Sheila. Es sólo un consejo…

Y, por primera vez en la historia, un demonio se sintió completamente azorado.

Continuará

viernes, 22 de marzo de 2013

Estoy de Vuelta 80


Fito condujo por una carretera secundaria hasta llegar a un camino de tierra. Allí, entre dos campos de cultivo en barbecho, detuvo el vehículo y lo aparcó tras unos árboles, oculto de miradas curiosas.

Los amigos salieron del coche. Nadie dijo lo más mínimo durante un rato.

-¿Y bien? –preguntó Cosme- ¿Ya está?

Rubén frunció el ceño. No terminaba de encajar…

Nadie se había percatado pero, sorprendentemente, Fito había logrado robar un tubo de pegamento instantáneo en su huida. Y Rubén parecía tener el mejor pulso de todos…

El joven observó la recompuesta calavera. Las grietas rellenas de pegamento eran ostensiblemente visibles y algunas piezas no encajaban bien con otras, dejando pequeños huecos por todas partes.

-Bueno, eh… -respondió Rubén, sin atreverse a decir que había realizado una chapuza.
-¿Puedes auparme para que me vea en el espejo retrovisor? –pidió la recompuesta calavera.

Rubén tragó saliva, cogió a Cosme y le puso enfrente del espejo.
Un premolar se cayó al suelo en ese momento.

-“¡Oh, Cosme, amigo de mi corazón,
deja que te cante una loa
para sacarte de tu depresión!
-¡Vete a tomar por culo, Poeta! –gruñó Cosme-. ¿Estás viendo como estoy?
-“Naturalmente que lo estoy viendo.
Y eres feo, he de reconocer.
Pero te recuerdo y te advierto:
¡tampoco antes eras de buen ver!
-¿Sabes dónde puedes meterte tus versos, puñetero trovador? ¿No? ¡Dónde te he mandado a tomar hace un momento!

Continuará

jueves, 21 de marzo de 2013

Estoy de Vuelta 79


La huida fue dolorosa para todos ellos. La mente de Canael ardía al intentar comprender qué había ocurrido realmente con el Espectro. La furia que crecía en su interior emanaba como si fuera energía del interior de su ser, causando confusión y aturdimiento en las desgraciadas personas con las que se cruzaba. Afortunadamente para muchas de ellas, al recobrar la lucidez, creerían haber sufrido un ligero mareo… y nada más.

Detrás, siguiendo su vuelo rasante, corrían Fito y Poeta. Sus disfraces ya no ocultaban sus esqueléticos rasgos. Fito apretaba contra su pecho, con cuidado casi maternal, cada uno de los pedazos que habían compuesto el cráneo de Cosme.

Rubén forzaba al máximo los músculos de sus piernas para mantenerse a su altura. Sentía pavor por la posibilidad de que el Espectro hubiera alcanzado ya a Isabel. A su lado, flotaba Sheila. En su fantasmal cabecita se repetía una y otra vez el enfrentamiento contra el Pater y Jingjing, la herida de Canael, su temeraria reacción…

Entraron a tropel en el coche. Comenzaban a oirse sirenas. Fito arrancó. Nadie dijo nada durante varios minutos.

-¿Dónde vamos? –preguntó por fin Fito.
-Eres tú el que va conduciendo –respondieron los pedazos de Cosme.
-Sí, estoy conduciendo, pero no tengo ni idea de donde tenemos que ir. ¿Canael? –el demonio no respondió-. Joder…
-“Si quereis, puedo intentar algo cantar.
De esa manera, vuestras almas alegrar y…
-Pulsa un único tendón de tu lira y tus dientes acabarán enquistados en tu occipital, ¿comprendes? –amenazó Fito.

De nuevo se hizo el silencio.

-Nos han engañado –susurró Canael.
-No me jodas –replicó Fito.
-No ha sido el Espectro. No han sido los cazadores –los ojos del demonio ardieron en una luz rojiza.
-Ya no entiendo nada –dijo Sheila quedamente.

En ese momento, una luz dorada brilló dentro del vehículo.

-He ganado algo de tiempo para vosotros –se escuchó la voz de Felisa-. Isabel está a salvo. Teneis algo más de tiempo. Aprovechad para tranquilizad vuestras mentes. Aceptad mi consejo antes de continuar: recomponeos un poco…
-¡Y sigue el cachondeo! –interrumpió la voz de Cosme mientras sus pedazos vibraban de frustración.

Rubén suspiró aliviado. Tenía ganas de echarse a llorar.

Continuará...