lunes, 4 de febrero de 2013

Estoy de Vuelta 68


Con un maligno gruñido, el Espectro hizo omiso del dolor y la opresión en su ser, sensaciones que perfectamente sabía eran producidas por la lejanía de la noche. Avanzaba lo más rápido que podía, dejando tras de sí una estela oscura y evitando los leves rayos de luz que se filtraban desde la superficie a través de las rejas y las tapas de alcantarilla.

Podía sentirlo. 

Para sus blasfemos sentidos, un alma tan pura era como una hoguera lejana en la noche más oscura. Podía seguirla. Esforzándose, queriendo olvidar la sensación diurna de debilidad, gruñendo de dolor cada vez que un moribundo reflejo de sol le tocaba, el Espectro avanzaba. Lenta y pesadamente, hundiendo su sombría forma en aquel agua pútrida y escudriñando cada sombra, cada húmedo rincón, cada goteo intermitente… el Espectro avanzaba cada vez más rápido.

Continuará

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