-Se
está moviendo -informó Canael-. Va hacia la capital. Está en el
alcantarillado, puedo sentirlo, unido como estoy a Richie, sé donde
está… es muy rápido, más que nosotros, pero sé donde está y la
dirección que ha tomado.
-Entonces
será fácil interceptarle –se alegró Cosme.
-Por
favor, acelera -pidió Rubén.
-Estoy
pisando a fondo, chaval -contestó Fito-. Sé perfectamente que
tenemos que encontrar a tu chica o a ese monstruo lo antes posible.
De todos modos, ¿crees que El Espectro podrá llegar a la capital
por el alcantarillado?
-Sí
–respondió Canael-. Hay comunicaciones subterráneas. Imagino que
su intención será llegar hasta algún túnel del metro.
-Rubén,
¿no tienes idea de donde vive su tía? –le preguntó Sheila.
-Creo
que su casa queda entre el museo de antropología y el de ciencias
naturales. Lo sé, porque una vez Isabel me pidió que fuéramos
juntos a ambos museos, ya que quedaban cerca precisamente de la casa
de su tía…
-Puf…
no es precisar mucho –protestó Cosme.
-Menos
es nada -dijo Canael; y tras un silencio, se dirigió a Poeta- Por
favor, Poeta. Canta un poco.
-A
este muchacho la presión le afecta -susurró Fito a Cosme, mientras
Poeta preparaba su lira con un gesto que tenía más de aprensión
que de satisfacción porque su arte fuera requerida.
El
cielo, poco a poco, comenzaba a cubrirse de nubes plomizas.
Querida
niña,
aprovecho un ratito libre
para escribirte
desde esta gris oficina.
Acá no llegan los rayos de sol
y el poquito de calor
que necesito para seguir adelante
lo saco de tu recuerdo, mi niña.
Alzo la mirada mas no hay estrellas,
sólo multitud de tubos de neón
encerrados por grises barrotes de aluminio,
los cuales intentan cambiar mi percepción del
infierno.
Si para mí el hades
es tener tus ojos lejos,
aquí resulta ser un número de menos
en un documento inútil de papel.
Si de mí dependiera,
arrojaría cada una de las carpetas
que cada mañana tengo que abrir
al seco y profundo océano
que en mi alma crea tu ausencia.
Mas cada vez que pienso en tu mirada...
el ordenador se ríe en mi cara
y me llama idiota.
Por si no bastara el no verte,
además he de enfrentarme
a la aplicación informática,
a la rutina diaria,
al quemazón del no tenerte.
Querida niña,
la verdad es que intento ser fuerte.
Si antes creía el cielo
un despistado escote en el metro,
ahora no existe más cielo que tu cuerpo,
tu sonrisa es mi templo,
y no tengo otra canción
que tu voz.
Quisiera poder descansar mi cabeza
sobre tu precioso pecho,
y así dormir hasta el día
que no tuviera que rogar
para verte de nuevo.
Querida niña, te echo de menos.
Continuará
No sé por qué me da que si el espectro intenta ir en metro llegará tarde... huelgas, boicots al servicio...
ResponderEliminarEl problema no es ese. El problema es que pueda pagar el billete.
ResponderEliminarComparado con eso, el Espectro es un gatito.
Tienes razón
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