martes, 13 de noviembre de 2012

Estoy de Vuelta 27


El viejo vehículo de Sebas se detuvo ante un semáforo en rojo.

-¿Por qué paras? -preguntó Cosme-. Es de noche, no hay nadie en la calle. Puedes saltártelo.
-¡Por favor, Cosme! -se indignó Fito-. ¡No sabía que eras un temerario al volante! ¿Es que quieres que nos pare la policía?
-¿La policía? -Cosme fingió sorprenderse-. La policía debe estar durmiendo a estas horas...
-¿Por dónde vamos a la casa de tu chavala, Rubén? -preguntó Fito-. El saber que vive en el otro extremo de la ciudad no ayuda mucho.
-La verdad es que estoy un poco desorientado -reconoció el joven-. La ciudad siempre me ha parecido igual de noche...
-No te preocupes -le sonrió Sheila-. Si es necesario daremos un par de vueltas.

El semáforo se puso en verde y Fito pisó el acelerador.
Nada más hacerlo, se escuchó una sirena tras ellos.

-¡La policía! -exclamó Fito.
-Pero si no nos hemos saltado el semáforo -comentó Cosme-. ¿Qué les pasa a éstos?
-A ver si podemos desembarazarnos de ellos sin que se percaten de qué somos... -suspiró Fito mientras frenaba.

El vehículo de la policía se detuvo a su lado. Fito bajó un poquito la ventanilla, sólo lo suficiente para que el policía que se acercaba le oyera preguntar:
-¿Qué sucede, agente?
-Llevas puestas las luces largas -respondió el agente en tono cordial-. Pero el problema es que este es un vehículo viejo... y no veo las pegatinas de la revisión técnica obligatoria por ninguna parte...
-Verá, agente -empezó Fito-, el problema es...
-¡Eh! ¿Whola? ¡Eh! ¡Socorro! -gritó en ese momento una voz desde el maletero-. ¿En qué tripa estoy?

El policía miró atónito el maletero mientras los seis extraños amigos quedaban paralizados.

-¿Llevas a alguien en el maletero? -preguntó el policía sin terminárselo de creer.
-¡Oh, no! -respondió Fito rápidamente-. ¡Es nuestro perro! Es que es muy inteligente... Una larga historia, ¿sabe?
-Baje ahora mismo del vehículo -ordenó el agente con un tono frío.

En ese mismo momento, una furgoneta se detuvo a unos metros. El conductor, un tipo gordinflón y sonriente se asomó por la ventanilla.
-¡Disculpen! -les dijo- ¿Saben por dónde queda la calle del Cristo de la Buena Muerte?

Ante el asombro de todos los presentes, Poeta abrió su puerta y, asomándose, respondió al repentinamente horrorizado gordito:
-“¿Cachondeo encima?
Obvio es, que si nos mira,
sin esfuerzo usted deduzca
que no conocemos lo que usted busca.
Mas si lo encuentra por un casual,
se lo pido yo: haga el favor de avisar.
-¿Qué demonios eres? -preguntó aterrorizado el policía.
-¡Oh, no! -respondió Fito bajando la ventanilla-. Al demonio lo llevamos atrás, ¿sabe? ¡Los demás sólo somos anoréxicos buscando una clínica especializada en trastornos alimenticios!
-¡Dios mío! -gritó el agente mientras el gordito se desmayaba dentro de su vehículo, cayendo su cabeza sobre el claxon.

Fito pisó a fondo el acelerador, acompañado de un sonoro “¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII…!”

Continuará

5 comentarios:

  1. Creo que el gordito entrará en una época de adelgazamiento acelerado acompañado por crisis de identidad. Quizá sea un remedio para la obesidad que valga la pena estudiar...

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  2. Pero es más efectivo que los remedios de la tele... lo que pierdes no lo vuelves a ganar (de hecho, pierdes tanto que te quedas en los huesos.. literalmente)

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  3. Más sitios donde agarrar... (aunque sin pasarse, claro)

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