En ese preciso instante, en el museo de ciencias naturales, en una tranquila sección del edificio dedicada a la biología, un entrañable matrimonio de ancianitos observaba una pareja de ardillas disecadas.
-Mira, cariño, mira… parece como si estuvieran vivas y todo…
De repente, un guardia de seguridad apareció corriendo y gritando entre grandes aspavientos, armando un considerable alboroto:
-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Los fósiles se mueven!
-¡Fósil lo será la zorra de tu madre, cabrón! –gritó el marido ancianito mientras le dedicaba un corte de mangas al guardia de seguridad. Luego se volvió a su mujer- ¡Qué grosero y maleducado! ¿Qué me estabas diciendo, cariño?
-Amor mío –respondió la esposa ancianita, con un nudo en la garganta-, te decía que estas ardillas disecadas parece que estuvieran vivas y todo…
Y “las dos ardillas disecadas que parecían estar vivas y todo” saltaron encima del rostro de los entrañables ancianitos y les comieron la nariz.
Nota del autor: El autor pasa completamente de describir todas las macabras situaciones que se vivieron en el museo de ciencias naturales a raíz de la maldición de Canael. Si realmente quieren saber la que organizó el esqueleto de brontosaurio, pueden remitirse al capítulo 8º de la novela titulada Guerra de Pavos donde el protagonista conoce a su futura suegra.
Postdata: El museo antropológico se encontraba también dentro del radio de acción de la maldición del demonio arrepentido Canael.
-Efectivamente. Están en el museo –informó Harry anonadado.
Los Cazadores e Investigadores de lo Paranormal y lo Oculto Taumatúrgicamente Eficientes acababan de aparcar su furgoneta al lado del museo de ciencias naturales. La gente huía aterrorizada del recinto, algunos de ellos con ardillas disecadas prendidas de sus ropas o perseguidos por algún esqueleto de lince ibérico.
La cola del esqueleto de un brontosaurio se asomó al exterior desde una ventana, rompiendo el cristal.
-¡Moveos! –gritó Jingjing, saliendo de la furgoneta, desenvainando sus katanas y corriendo hacia la entrada-. ¡Es la oportunidad de nuestras vidas!
Harry, algo reluctante, echó a correr detrás de ella. El pater le siguió santiguándose a la carrera. Manolo y Sebas se miraron asombrados.
-¡Qué pasada! –gritó Sebas.
Y ambos echaron a correr también.
Los cazadores entraron en el caos. Un pez sierra disecado se agitaba convulsamente en la pared a la que estaba fijado. La calavera de un tiranosaurio botaba persiguiendo un fósil de ammonites que rodaba girando sobre sí mismo. Un vigilante de seguridad intentaba desembarazarse de un lobo marsupial que le tenía agarrado de los pantalones. Un guía del museo escapaba aterrado de una cohorte de buitres disecados que querían picotearle la lengua.
-¡Avanzad! –gritó Jingjing.
E hizo girar sus katanas.
Rubén, aterrado, había logrado arrastrar a Isabel hasta un rincón de la sala, fuera del alcance del Espectro, aprovechando que la atención de su enemigo estaba centrada en Canael. Pero no sabía qué más podría hacer.
Tras un intenso forcejeo, el Espectro lanzó por los aires al demonio, el cual se estrelló dolorosamente contra una vitrina de minerales. El oscuro ser siseó, comprobando que las garras de Canael habían arañado su impía carne. Mas sólo eran heridas leves.
-“¡Debemos hacer algo!
¡O ese cabrón oscuro
nos estampará contra un muro
y hará de nuestro amigo caldo!”
-¡Hasta Poeta está bajo tensión! –protestó Fito interponiéndose entre el Espectro y el caído Canael-. ¡Sus rimas son aún peor de lo acostumbrado!
-¡Fito! –gritó Cosme-. Si eso ha podido con Sheila y Canael, ¡tú no tienes ninguna oportunidad!
-Es cierto –susurró la tenebrosa voz del Espectro-. Nada tengo contra ti. Apártate. Sólo quiero a tu amigo el demonio.
-¡Por encima de mi cadáver! –contestó Fito.
-¡Eres un cadáver! –le recordó Cosme.
-¡Entonces, poco puedo perder! –replicó el esqueleto.
Continuará
miércoles, 13 de noviembre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
Estoy de Vuelta 88
Sin embargo, un deslumbrante fulgor dorado hizo detenerse a la masa de oscuridad. Pero Felisa sólo fue capaz de detener momentáneamente al monstruo ahora conocido como Espectro.
Isabel quiso gritar, desterrar de su mente esas alucinaciones. Pero no pudo.
Alguien gritaba su nombre.
Se volvió sólo para ver a Rubén entrando a la carrera, acompañado de lo que parecía un ejército del submundo.
-Mi sueño… -murmuró Isabel.
Y cayó inconsciente al suelo.
-¡Isabel! –gritó Rubén llorando.
El joven llegó a su lado, se arrodilló y abrazó su cuerpo inmóvil.
-Isabel…
Ni siquiera se percató de Canael, lanzándose con furia irracional contra su enemigo.
-Isabel…
El demonio aulló de dolor cuando la oscuridad intentó envolverle.
-Tú o ella –murmuró con regocijo el Espectro-. Realmente, ¿qué más da?
Canael rugió de ira y su cuerpo pareció crecer, intentando escapar de la asfixia en esa oscura perdición. No podía. No era capaz de hacerlo.
Sheila llegó a su lado y abrazó al demonio, intentando separarle de la oscuridad. El tacto helado de Sheila llegó hasta el pecho del demonio. La oscuridad del Espectro no pudo romper la fría coraza que ahora protegía el corazón de Canael.
-¡No quiero perderte! –gritó Sheila, clavando sus ojos en Canael-. Te… ¡te quiero!
Frustrado, impaciente por acabar de una vez con su hambre, los tentáculos oscuros del Espectro se clavaron en el insustancial cuerpo de Sheila. Sus fantasmagóricos ojos, por primera vez, mostraron el dolor. Y Sheila se derrumbó en el suelo, aterida de frío, al borde de la no existencia. Los oscuros tentáculos del Espectro volvieron a alzarse.
-¡No! –los brazos de Canael se alzaron sangrantes, rompiendo la presa del
Espectro-. ¡No le harás daño! ¡No le harás daño a nadie más! ¡Maldito seas! ¡MALDITO SEAS!
-¡Arcángel Doradiel! ¡Arcángel Doradiel! –chilló el querubín.
El Arcángel Doradiel le miró con los ojos inyectados en sangre. Una botella de tequila vacía llegó rodando, como una etílica blasfemia, hasta el querubín.
-¿Arcángel Doradiel? –preguntó el querubín.
-Dime qué coño pasa ahora –respondió en arcángel, con voz quejumbrosa.
-Eh… esto… está… ¿está usted realmente borracho, Arcángel Doradiel?
-Sí.
-Pero…
-¿Qué?
-El demonio arrepentido Canael y el Espectro se están enfrentando en este mismo momento, señor.
-Pues apuesta quinientos pavos por el Espectro.
-¿Cómo?
-Así, da igual quien gane. Nosotros también ganamos.
-Arcángel Doradiel… el demonio arrepentido Canael ha maldecido al Espectro, señor.
-¿Y qué? A mí también me gustaría maldecir a ese hijo de puta, a la puta que lo parió, a sus putos hijos, a su puto perro y a todos sus putos ancestros. ¿Qué pasa con eso?
-Na… nada, señor. Nada, si es usted quien maldice, claro… pero… pero recuerde lo que ocurre cuando un demonio maldice con fuerza…
-Que los muertos se alzan y abandonan sus tumbas. Vamos, como si necesitáramos aún más muertos correteando por ahí –respondió Doradiel con un bufido-. ¿Y qué pasa? ¿Hay algún cementerio cerca?
-No, señor.
-Entonces, ¿qué problema hay?
-Que están luchando en el museo de ciencias naturales.
-No me jodas…
Isabel quiso gritar, desterrar de su mente esas alucinaciones. Pero no pudo.
Alguien gritaba su nombre.
Se volvió sólo para ver a Rubén entrando a la carrera, acompañado de lo que parecía un ejército del submundo.
-Mi sueño… -murmuró Isabel.
Y cayó inconsciente al suelo.
-¡Isabel! –gritó Rubén llorando.
El joven llegó a su lado, se arrodilló y abrazó su cuerpo inmóvil.
-Isabel…
Ni siquiera se percató de Canael, lanzándose con furia irracional contra su enemigo.
-Isabel…
El demonio aulló de dolor cuando la oscuridad intentó envolverle.
-Tú o ella –murmuró con regocijo el Espectro-. Realmente, ¿qué más da?
Canael rugió de ira y su cuerpo pareció crecer, intentando escapar de la asfixia en esa oscura perdición. No podía. No era capaz de hacerlo.
Sheila llegó a su lado y abrazó al demonio, intentando separarle de la oscuridad. El tacto helado de Sheila llegó hasta el pecho del demonio. La oscuridad del Espectro no pudo romper la fría coraza que ahora protegía el corazón de Canael.
-¡No quiero perderte! –gritó Sheila, clavando sus ojos en Canael-. Te… ¡te quiero!
Frustrado, impaciente por acabar de una vez con su hambre, los tentáculos oscuros del Espectro se clavaron en el insustancial cuerpo de Sheila. Sus fantasmagóricos ojos, por primera vez, mostraron el dolor. Y Sheila se derrumbó en el suelo, aterida de frío, al borde de la no existencia. Los oscuros tentáculos del Espectro volvieron a alzarse.
-¡No! –los brazos de Canael se alzaron sangrantes, rompiendo la presa del
Espectro-. ¡No le harás daño! ¡No le harás daño a nadie más! ¡Maldito seas! ¡MALDITO SEAS!
-¡Arcángel Doradiel! ¡Arcángel Doradiel! –chilló el querubín.
El Arcángel Doradiel le miró con los ojos inyectados en sangre. Una botella de tequila vacía llegó rodando, como una etílica blasfemia, hasta el querubín.
-¿Arcángel Doradiel? –preguntó el querubín.
-Dime qué coño pasa ahora –respondió en arcángel, con voz quejumbrosa.
-Eh… esto… está… ¿está usted realmente borracho, Arcángel Doradiel?
-Sí.
-Pero…
-¿Qué?
-El demonio arrepentido Canael y el Espectro se están enfrentando en este mismo momento, señor.
-Pues apuesta quinientos pavos por el Espectro.
-¿Cómo?
-Así, da igual quien gane. Nosotros también ganamos.
-Arcángel Doradiel… el demonio arrepentido Canael ha maldecido al Espectro, señor.
-¿Y qué? A mí también me gustaría maldecir a ese hijo de puta, a la puta que lo parió, a sus putos hijos, a su puto perro y a todos sus putos ancestros. ¿Qué pasa con eso?
-Na… nada, señor. Nada, si es usted quien maldice, claro… pero… pero recuerde lo que ocurre cuando un demonio maldice con fuerza…
-Que los muertos se alzan y abandonan sus tumbas. Vamos, como si necesitáramos aún más muertos correteando por ahí –respondió Doradiel con un bufido-. ¿Y qué pasa? ¿Hay algún cementerio cerca?
-No, señor.
-Entonces, ¿qué problema hay?
-Que están luchando en el museo de ciencias naturales.
-No me jodas…
Continuará
miércoles, 3 de julio de 2013
Estoy de Vuelta 87
-No sabía que podías teletransportar objetos –musitó
asombrado Rubén.
-No puedo –respondió Canael-. Pero un demonio
arrepentido puede compensar siempre sus pecados menores. Devolví lo
que había robado. Nada más.
El viaje al museo de ciencias naturales pareció tardar
horas, a pesar de que llegaron allí mucho antes de lo que sería
recomendable en cuanto a seguridad vial se refiere. Se detuvieron
frente al jardín que rodeaba el museo y abandonaron el coche a la
carrera. Las gabardinas robadas que Fito y Poeta aún vestían
ondeaban al viento, dejando ver el óseo espectáculo interior.
-¡Deberíamos disimular un poco! –gritó Cosme desde
los brazos de Rubén.
-¡No hay tiempo! –rugió Canael, atravesando al vuelo
la entrada principal del museo, ignorando el desconcierto y el horror
tanto de los guardias de seguridad como de los, a esa hora, escasos
visitantes y turistas.
Isabel se detuvo para poder observar una cuidada
exposición de minerales. El esqueleto de un brontosaurio descansaba
encima de su cabeza. Dos ardillas disecadas la miraban como con
curiosidad desde el otro extremo de la sala.
Cada brillo de amatista, de ágata, de olivino, de
calcedonia, de pirita o de glaucofana no hacían más que recordarle
el brillo de la sonrisa, de los ojos, del cabello de Rubén…
Isabel suspiró. Creyó que era a causa de sus propias
lágrimas, pero dio la impresión de que los minerales se oscurecían
poco a poco… fue demasiado tarde para huir cuando se percató de
que algo horrible se materializaba delante de ella.
Una masa de oscuridad viva y hambrienta.
-Por fin –sintió Isabel que algo aullaba en su
cabeza-. Por fin.
Continuará
miércoles, 26 de junio de 2013
Estoy de Vuelta (tras demasiado tiempo) 86
Estaba vivo. Rubén estaba vivo. Estaban seguros. Habían intentado
explicárselo a la policía, a sus familiares… pero nadie creyó a
los padres de Rubén. Todo el mundo fue amable, sin embargo. Les
dijeron palabras de consuelo, les intentaron convencer de que
realmente no habían visto a su hijo por televisión, gracias a una
cámara de seguridad de un centro comercial en el que algo había
pasado y nadie sabía qué. Que era absurdo. Que era imposible.
Se
les acababan las opciones. Decidieron llamar al que había sido el
mejor amigo de su hijo, al que había sido atropellado junto con
Rubén…
El
teléfono de Sebas comenzó a sonar con un pitido estridente.
-“Rubén
Fijo llamando” –informó Canael.
-¡Son
mis padres! –se alarmó Rubén-. ¡Oh, Dios! Pero… pero… ¿para
qué llaman a Sebas?
-¿Quieres
que lo coja? –preguntó Fito-. ¡Puedo decirles que no se
preocupen, que resucitaste como Jesucristo y que los muertos
vivientes que te acompañan son muy responsables!
El
pitido estridente no parecía tener intención de parar.
-¿Qué
hago? –gritó Rubén.
-El
teléfono es de Sebas, ¿verdad? –dijo Canael-. Es mejor que se
ocupe el propio Sebas. Nosotros no podemos perder tiempo. Tenemos que
llegar al museo de ciencias naturales lo antes posible…
Y
el teléfono móvil se desvaneció.
-¡Maldita
sea! –gritó un apaleado Harry mientras le daba un puñetazo a la
furgoneta-. ¡Les teníamos! ¡Les teníamos!
Manolo
y Sebas observaban con curiosidad al inglés, a Jingjing y al Pater.
Los tres estaban frustrados, doloridos y vencidos. Y a Harry además
parecían haberle dado una paliza. Todos ellos seguían en el
aparcamiento del centro comercial. La policía les creyó cuando
dijeron que paseaban por ahí y de repente se desmayaron. Tomaron sus
nombres y les dejaron ir. Total, otros testigos habían mencionado
esqueletos andantes, demonios, tiroteos y abrigos que levitaban, así
que…
De
repente, pareció como si se abriera un pequeño agujero en el aire,
al lado de Sebas. Como un pequeño agujero que conectara con otro
espacio u otro tiempo. Harry cayó hacia atrás mientras el Pater
imploraba al demonio que retrocediera.
Sin
previo aviso, un estridente pitido sonó, y el teléfono móvil de
Sebas apareció por el agujero, acompañado de las siguientes
palabras de Canael:
“…no podemos perder tiempo. Tenemos que llegar al
museo de ciencias naturales lo antes…”
-¡Es mi móvil! –se alegró Sebas mientras cogía su
teléfono y atendía la llamada.
-¿Qué era eso? –preguntó anonadada Jingjing.
-¿Sí? –preguntó Sebas-. ¡Ah, hola! ¿Sí? ¡Sí,
claro! ¡Claro que está vivo! ¡Estuve con él anoche!
-¿Tú no has escuchado algo del museo de ciencias
naturales? –Harry frunció el ceño.
-¿Con quién hablas? –preguntó Jingjing a Sebas.
-¡Con los padres de mi amigo Rubén! –respondió el
joven- ¡El que va con los muertos! ¡Sí, sí! ¡Algo he oído yo
también del museo de ciencias naturales! ¿Qué? ¡No, no! ¡Hablaba
contigo! ¿Cómo?
-Jingjing, estoy a punto de volverme loco –susurró el
inglés.
-Yo también –respondió la oriental-. Vamos a ese
museo. Ya.
Continuará
jueves, 2 de mayo de 2013
Estoy de Vuelta 85
-Nos
ponemos en marcha. Vuelvo a sentir la energía del Espectro, y estoy
seguro que él vuelve a seguir el aura de Isabel. Nos vamos –el
demonio bajó la mirada antes de continuar hablando-. Amigos, ese
monstruo, si consigue asesinar a Isabel o a cualquier otra persona
con un alma pura y absorbe su esencia, se transformará en un ser
capaz de traer demasiado dolor al mundo. Juro que detendré a esa
criatura. Y si para conseguirlo debo pagar el precio más alto, sea
cual sea, que así ocurra. No habrá una segunda oportunidad. La vez
que nos encontremos será la definitiva.
-Y
nosotros estamos contigo, Canael –asintió Cosme-. Hasta el fin.
Todos
asintieron en silencio. Fito arrancó.
Desde
direcciones opuestas, dos persecuciones se reanudaron. El Espectro,
en pos de Isabel. Rubén, Cosme, Sheila, Fito, Canael y Poeta, en pos
del Espectro.
Isabel,
en ese momento, entró en el enorme edificio neoclásico que
albergaba el museo de ciencias naturales de la capital. Después de
comer en casa de su tía, le había pedido a su padre que la dejara
sola un par de horas antes de volver a casa.
-No
podía dejar de entrar aquí, Rubén –murmuró mientras trataba de
no llorar-. ¿Recuerdas cuando te propuse que viniéramos juntos
algún día? Ni siquiera sé si te gustaría pasar conmigo una velada
en un museo o te parecería aburrido… nunca lo sabré. Pero tenía
mucha ilusión por hacer tantas cosas contigo… ojalá pudiéramos
haber venido juntos. ¿Estás ahora conmigo, Rubén? ¿Lo estás? ¿Lo
estás?
-¡En
el museo de ciencias naturales! –gritó Rubén.
-¡Joder!
–chilló Fito quien, debido al susto, casi tuvo que pegar un
volantazo-. ¡Ni siquiera tengo sistema nervioso! ¡Y me lo estais
alterando!
-¿Qué
es lo que has dicho, Rubén? –preguntó Canael.
-¡Isabel
está en el museo de ciencias naturales!
-¿Cómo?
¿Cómo lo sabes? –preguntó Sheila.
-No…
no lo sé –respondió Rubén-. Pero está allí. Estoy seguro de
ello.
-Si
tienes razón, ahora podemos tomar ventaja –dijo el demonio-.
Aceleremos.
Continuará
martes, 23 de abril de 2013
Estoy de Vuelta 84
Isabel estaba tumbada en la cama. No sabía aún si
comería en casa de su tía o volvería a la suya. No sabía nada, ni
le importaba. Tan sólo emborronaba papel y más papel. De vez en
cuando, una lágrima surcaba su mejilla, hasta caer y fundirse con la
tinta…
Él era mi vida. Ahora
que no está, quiero creer que él sigue vivo en otro lugar, en otro
país, en otro universo fuera de mi alcance. Me siento como si él
siguiera vivo en algún sitio y fuera yo quien realmente ha muerto.
No quiero entender que nunca volveré a ver sus
ojos. Que jamás volverá a acariciarme con sus manos. Que nunca me
desnudaré frente a él para entregarme a alguien por primera vez.
Que nuestra historia ha quedado inacabada.
Amigas. Exámenes. Familia. Futuro. Rubén. Rubén…
todo estaba vinculado a él. Todo estaba enlazado y era él el
centro, mi piedra angular. Ahora Rubén no está, y todo se derrumba.
Yo me derrumbo. Todo se convierte en una mentira, en la peor mentira
cuando él no está.
Muerdo mis nudillos hasta que sangran. No puedo
entender que tras tantos días llorando aún me queden lágrimas,
pero incluso cuando consigo dormir unos minutos, mis ojos se
desbordan.
Las noches son sólo una masa de oscuridad. El
pensamiento se vuelve cruel.
Sueño con él, está a mi lado. Está atado a mí.
No es cierto. Sí lo es. Quiero que sea cierto, pero lo sé en el
fondo. Rubén ya no está.
Estoy vacía. Nunca había entendido antes el
sentido de esa frase. De tener las manos vacías a tenerlo todo en un
instante… y luego te lo arrebatan todo y estoy más vacía que al
principio y...
Vacía. Agotada. Rubén…
Continuará
sábado, 13 de abril de 2013
Estoy de Vuelta 83
La
madre de Rubén apoyó la cabeza en el hombro de su marido mientras
veían sin prestar atención un capítulo repetido de una serie
americana. Hoy casi no habían hablado siquiera. No habían hecho
nada importante. La ausencia era aún demasiado fuerte.
De repente, un avance de las noticias interrumpió el
episodio. El locutor comenzó a explicar algo sobre un tiroteo en un
centro comercial, sobre ataques de pánico, histeria colectiva,
disfraces de Halloween…
-¡Rubén! –gritaron ambos.
Las imágenes en blanco y negro de una cámara de
seguridad podían ser borrosas, pero para ellos dos no había
equivocación alguna.
Se trataba de su hijo. De Rubén.
Estaba vivo.
Lij
sintió temor. Su plan no había funcionado. Todo se había ido al
garete. El Espectro no había conseguido el alma pura de Isabel. Ella
no había burlado al demonio mayor, todo por culpa de esa entrometida
guardiana de pacotilla dorada.
Y
el demonio mayor seguro que ya era consciente de que alguien había
intentado interferir en sus planes.
-Naturalmente
que soy consciente –gruñó una horrible voz detrás suya.
Lij
no quiso darse la vuelta. Sabía perfectamente quién hablaba, y
también sabía que esta vez no podría escapar. La terrible
presencia continuó hablando.
-En
cierto modo te estoy agradecido por mostrarme lo volátil que es la
lealtad de mi pequeña mascota. Pero tú, con tu osadía y tu falta
de inteligencia, has estado a punto de evitar mi venganza contra el
demonio arrepentido llamado Canael. Todo por garantizarte un tiempo
de diversión, ¿no es así? Para mí será un placer el castigarte
con algo peor que el propio infierno.
Lij
quiso balbucear una excusa, una disculpa, algo… pero no le dio
tiempo.
Lij
gritó cuando su ser fue arrancado del infierno y encerrado en una
pequeña, opaca y oscura esfera. Lij gimió cuando su mente fue
alterada para que jamás perdiera la consciencia, para que jamás
perdiera la razón, para que jamás pudiera imaginar algo más allá
de donde pasaría el resto de su eterna existencia, para que jamás
su subconsciente pudiera hacerse cargo de su lobotomizada mente. Para
que jamás pudiera imaginar algo que no fuera su prisión, pensar en
algo que no fuera su prisión, abstraerse o distraerse de algo que no
fuera su prisión…
Para
que, por los siglos de los siglos, jamás pudiera dejar de aburrirse.
El
grito de Lij recorrió todos los rincones del infinito infierno.
Continuará
jueves, 4 de abril de 2013
Estoy de Vuelta 82
-¡Cúrate,
amigo Canael! –se despidió Fito con una carcajada, en un tono tan
alto que hasta Sheila lo escuchó-. ¡Recuerda que quien se enamora
se vuelve imbécil!
El
rostro de Canael se volvió a juego con sus ojos.
Poeta,
mientras tanto, aprovechó para entonar unos versos pese a las
protestas de Cosme:
Prometí
dar mi vida por una muchacha
y ella me tomó la palabra.
Una simple carta se convirtió en un hacha
con la cual, primero, me robó el corazón.
Y luego lo arrancó de mi pecho.
Incluso Dios se ríe y me señala con el dedo.
Acabo de ser condenado
tras cometer un único pecado:
el de haber querido amar.
Ahora mismo vivo una parodia de vida.
Debería importarme, pero no... me da igual.
Mi corazón está ya tan enfermo
que ni siquiera siente el dolor de esta nueva
herida.
Hay cicatrices más profundas que aún supuran...
y ahora resulta que incluso estoy agradecido
al daño que en su día me causaron.
El sufrimiento se ha convertido en indiferencia,
y mi sangre se coagula en una costra helada.
Carecen de significado paciencia e impaciencia
ante el haber adquirido la completa certeza
de que mi pecho puede sangrar, pero ya no amar.
Si Dios ha decidido añadir injuria al tormento,
que se cumpla su voluntad.
Si ahora las canciones no son más que un lamento,
no importa.
Hace mucho tiempo que las dejé de escuchar.
La soledad y la muerte tienen cuerpo de mujer.
Parece que es hora de que las vuelva a cortejar
y olvide a las caricias y a los besos
que una vez
-ahora me parece mentira-,
que una vez llegué a desear.
Continuará
viernes, 29 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 81
Fito, mientras tanto, se fijó detenidamente en Canael…
el cual, a su vez, apartado de los demás, observaba a Sheila.
El esqueleto sonrió con maldad y se acercó al demonio.
-La miras mucho, Canael –comentó Fito con un tono
banal-. Y de no ser porque tus ojos son tonalidad rojo infierno y no
tienen iris ni pupilas, diría que la miras de una manera un tanto
especial.
Canael
no respondió de primeras. Tan sólo desvió su mirada a Fito con
rostro imperturbable.
-Es
mi amiga –respondió lentamente el demonio.
-Y
la mía –asintió el esqueleto-. Y es preciosa, dulcísima e
inteligente… no está mal, teniendo en cuenta que es un fantasma.
-¿Adónde
quieres llegar, amigo Fito?
-Absolutamente
a ninguna parte, amigo Canael. Pero es tu amiga, y yo soy de la
opinión de que chico hetero y chica hetero sólo pueden desarrollar
una amistad si existe la más mínima probabilidad de “algo más”.
Sólo digo eso. Imagino que también eso puede aplicarse a demonio
hetero y fantasma hetero. Porque eres hetero, ¿no?
-Fito.
Escúchame bien. Soy un demonio. Un maldito por toda la eternidad
demonio. ¿Crees que puedo siquiera pensar, imaginarme amando a
alguien?
-¡Oh,
no! ¡Por supuesto que no! –negó rápidamente Fito-. Eres un
demonio malo que ha pasado siglos pagando la penitencia, precisamente
por haberte enamorado anteriormente de alguien. Es lógico que
quieras aumentar la tragedia sobre ti. Queda muy mono. La verdad,
tienes todo el derecho del mundo a querer ser aún más desgraciado
de lo que eres. Pero… bueno, tan sólo digo que si tú no te
lanzas, lo hará Sebas o uno como él. Y eso sí que me jodería,
¿sabes? Yo, al menos, preferiría saber que nuestra pequeña Sheila
está cuidada por un demonio que la quiere antes que con un
gilipollas que sólo la desea.
-Basta,
Fito. No sabes de lo que hablas. Estás imaginándolo todo.
-Sí,
tienes razón, Canael –suspiró Fito, dándose media vuelta-. Y por
cierto, te recuerdo que sueles andar desnudo por ahí. Quizás
ayudaría a que yo dejara de imaginar cosas el que tú dejaras de
empalmarte cuando miras así a Sheila. Es sólo un consejo…
Y,
por primera vez en la historia, un demonio se sintió completamente
azorado.
Continuará
viernes, 22 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 80
Fito condujo por una carretera secundaria hasta llegar a
un camino de tierra. Allí, entre dos campos de cultivo en barbecho,
detuvo el vehículo y lo aparcó tras unos árboles, oculto de
miradas curiosas.
Los amigos salieron del coche. Nadie dijo lo más mínimo
durante un rato.
-¿Y bien? –preguntó Cosme- ¿Ya está?
Rubén frunció el ceño. No terminaba de encajar…
Nadie se había percatado pero, sorprendentemente, Fito
había logrado robar un tubo de pegamento instantáneo en su huida. Y
Rubén parecía tener el mejor pulso de todos…
El joven observó la recompuesta calavera. Las grietas
rellenas de pegamento eran ostensiblemente visibles y algunas piezas
no encajaban bien con otras, dejando pequeños huecos por todas
partes.
-Bueno, eh… -respondió Rubén, sin atreverse a decir
que había realizado una chapuza.
-¿Puedes auparme para que me vea en el espejo
retrovisor? –pidió la recompuesta calavera.
Rubén tragó saliva, cogió a Cosme y le puso enfrente
del espejo.
Un premolar se cayó al suelo en ese momento.
-“¡Oh, Cosme, amigo de mi corazón,
deja que te cante una loa
para sacarte de tu depresión!”
-¡Vete a tomar por culo, Poeta! –gruñó Cosme-.
¿Estás viendo como estoy?
-“Naturalmente que lo estoy viendo.
Y eres feo, he de reconocer.
Pero te recuerdo y te advierto:
¡tampoco antes eras de buen ver!”
-¿Sabes dónde puedes meterte tus versos, puñetero
trovador? ¿No? ¡Dónde te he mandado a tomar hace un momento!
Continuará
jueves, 21 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 79
La huida fue dolorosa para todos ellos. La mente de
Canael ardía al intentar comprender qué había ocurrido realmente
con el Espectro. La furia que crecía en su interior emanaba como si
fuera energía del interior de su ser, causando confusión y
aturdimiento en las desgraciadas personas con las que se cruzaba.
Afortunadamente para muchas de ellas, al recobrar la lucidez,
creerían haber sufrido un ligero mareo… y nada más.
Detrás, siguiendo su vuelo rasante, corrían Fito y
Poeta. Sus disfraces ya no ocultaban sus esqueléticos rasgos. Fito
apretaba contra su pecho, con cuidado casi maternal, cada uno de los
pedazos que habían compuesto el cráneo de Cosme.
Rubén forzaba al máximo los músculos de sus piernas
para mantenerse a su altura. Sentía pavor por la posibilidad de que
el Espectro hubiera alcanzado ya a Isabel. A su lado, flotaba Sheila.
En su fantasmal cabecita se repetía una y otra vez el enfrentamiento
contra el Pater y Jingjing, la herida de Canael, su temeraria
reacción…
Entraron a tropel en el coche. Comenzaban a oirse
sirenas. Fito arrancó. Nadie dijo nada durante varios minutos.
-¿Dónde vamos? –preguntó por fin Fito.
-Eres tú el que va conduciendo –respondieron los
pedazos de Cosme.
-Sí, estoy conduciendo, pero no tengo ni idea de donde
tenemos que ir. ¿Canael? –el demonio no respondió-. Joder…
-“Si quereis, puedo intentar algo cantar.
De esa manera, vuestras almas alegrar y…”
-Pulsa un único tendón de tu lira y tus dientes
acabarán enquistados en tu occipital, ¿comprendes? –amenazó
Fito.
De nuevo se hizo el silencio.
-Nos han engañado –susurró Canael.
-No me jodas –replicó Fito.
-No ha sido el Espectro. No han sido los cazadores –los
ojos del demonio ardieron en una luz rojiza.
-Ya no entiendo nada –dijo Sheila quedamente.
En ese momento, una luz dorada brilló dentro del
vehículo.
-He ganado algo de tiempo para vosotros –se escuchó
la voz de Felisa-. Isabel está a salvo. Teneis algo más de tiempo.
Aprovechad para tranquilizad vuestras mentes. Aceptad mi consejo
antes de continuar: recomponeos un poco…
-¡Y sigue el cachondeo! –interrumpió la voz de Cosme
mientras sus pedazos vibraban de frustración.
Rubén suspiró aliviado. Tenía ganas de echarse a
llorar.
Continuará...
lunes, 18 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 78
En
otro lugar, a las afueras de la capital, el Espectro gritó con furia
al abandonar el abrigo de las cloacas y exponer su tenebroso cuerpo
al sol. Isabel estaba allí, podía notarlo. Ya nada importaba, ni el
dolor ni el sufrimiento.
En cuanto…
La
confusión del Espectro casi rivalizaba con el dolor causado por la
luz que golpeaba su cuerpo. Allí no había persona alguna. Tan sólo
un callejón desierto en un viejo polígono industrial.
-La
chica… ¿está aquí? –se preguntó el Espectro mientras se
arrastraba lastimosamente hasta la sombra que proyectaba una de las
naves industriales.
-Obviamente,
no –respondió una voz femenina-. No está aquí.
El
Espectro tuvo que asomar su cabeza y volver a sufrir los luminosos
aguijonazos para descubrir quién había hablado. Se trataba de una
silueta dorada que, cruelmente para el Espectro, estaba flotando
justo delante del sol. Sólo mirarla le hacía sentir como si
ardiera.
-Me
llamo Felisa. No lamento decirte que te he engañado alterando la
energía de mi propio ser. Desde hace un buen rato, en vez de a
Isabel, has estado siguiéndome a mí. Tan sólo quería dejar las
cosas en empate.
Y
Felisa desapareció, dejando al Espectro con la única compañía de
su propio grito de frustración.
Continuará
martes, 12 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 77
Harry
no vio el primer golpe. Un puño de hueso impactó con fuerza en la
mandíbula del inglés. El segundo puñetazo se estrelló contra su
estómago, dejándole sin aliento. Harry comenzó a caer, pero no
llegó al suelo.
Una esquelética patada le lanzó hacia atrás.
-¡Has
matado a mi mejor amigo, cabrón! –gritó Fito mientras seguía
pateando a Harry, que intentaba resguardarse de los golpes a duras
penas.
Poeta
sujetó a Fito, quien estaba loco de dolor y pena. Harry quedó
tendido en el suelo escupiendo sangre.
-Has
matado a mi mejor amigo. Él quería morir, pero no así. Así no…
-y Fito cayó llorando de rodillas.
-Fito,
tío, cálmate –se escuchó la voz quejumbrosa de Cosme.
-¿Cómo
quieres que me calme? –gritó Fito al aire- ¡Te han matado, joder!
En
ese momento, Fito se quedó paralizado.
-¿Cosme?
-Sí,
sigo vivo… bueno, muerto… ¡bueno, como cojones estuviera hace
unos minutos, tú me entiendes!
Fito
miró los trozos de hueso que habían formado el cráneo de su amigo.
-Fito,
por favor, recógeme, espabila y trae algo de pegamento… -pidió
Cosme con voz cansada.
El
Pater empezó a rezar en latín mientras Sheila se acercaba llorando
a él. Sin embargo, Canael se puso delante de su compañera.
-¡No
está! –gritó el demonio.
-¿Qué?
–Sheila no comprendía.
-¡La
esencia del Espectro! ¡Ha desaparecido! ¡No está aquí!
-Pero
entonces…
-¡Olvídate
del cura! ¡Nos han tendido una trampa! ¡Tenemos que reunirnos con
los demás!
Y
demonio y fantasma se hicieron invisibles, dejando allí a un
aterrorizado sacerdote y a una líder aterida por el frío.
Continuará
miércoles, 6 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 76
Sin
embargo, una imperiosa orden les hizo dar un respingo:
-¡Alto,
monstruos! –gritó el Pater.
-¡Son
los plastas de anoche! –avisó Cosme-. ¡Corred!
Al
momento obedecieron Rubén, Fito y Poeta, que comenzaron a huir en
dirección contraria. Sheila y Canael se hicieron visibles y no se
movieron.
-¡Harry!
–gritó Jingjing- ¡Esos tres huyen! ¿Crees que podrás con ellos?
-¡Sin
problemas, jefa! –exclamó el inglés mientras desenfundaba su
pistola. Acto seguido, disparó al aire.
En
este punto, toda la Estación Sur era el maremagnum de gente huyendo
y chillando predicho por Cosme.
Jingjing,
mientras tanto, avanzó con sus dos katanas desenvainadas hacia
Canael y Sheila. El demonio, en un acto reflejo, se puso delante de
su amiga fantasma.
-Estas
katanas fueron consagradas hace siglos para acabar con cualquier
demonio al que se enfrentasen –dijo la joven oriental sin dejar de
avanzar.
-Y
yo soy vulnerable a ellas –protestó en voz baja Canael, quien
intentó hacerse invisible… y no pudo.
-¡Te
estoy exorcizando, demonio! –chilló el Pater-. ¡No escaparás!
-Y
el clero usando sus poderes sin antes discernir el contexto, como
siempre –se desesperó el demonio mientras retrocedía.
Jingjing
saltó hacia delante y sus katanas silbaron. Canael gruñó de dolor
cuando su pecho fue alcanzado por las hojas. Dos tajos se abrieron en
su piel y sangró un líquido ardiente y anaranjado.
-¡Canael!
–gritó Sheila, que sintió petrificarse al ver a Canael herido.
Sheila
no supo como lo hizo, sólo corrió asustada y furiosa hacia
Jingjing… y entró dentro de ella.
Jingjing
gritó y sus dos katanas cayeron al suelo.
-¡El
frío! –gritó la joven- ¡El frío!
Y
cayó desmayada al suelo mientras Sheila volvía a materializarse.
-¡Es
un ánima del purgatorio! –se alarmó el Pater.
-No
sé lo que soy –dijo Sheila con heladas lágrimas cayendo de sus
ojos-. ¡Pero le habeis hecho daño a mi amigo!
En
ese momento, en otra sección del centro comercial, Harry apuntaba
con su pistola a Fito, Rubén y Poeta. El caos había favorecido al
inglés, con la aterrorizada marea humana desorientando a los tres
amigos.
-Las
balas de esta pistola están hechas de plata y son de punta hueca,
bendecidas por el Pater –amenazó-. Si algo puede deteneros, es
esto…
Si
Harry estaba dispuesto o no a disparar contra ellos, no llegaron a
saberlo, puesto que lo siguiente que hizo el inglés fue chillar de
dolor. Harry miró hacia abajo y contuvo una náusea provocada por el
horror. Cosme había atacado y su mandíbula superior (su única
mandíbula, de hecho) estaba enterrada profundamente en su
pantorrilla.
Harry gritó y comenzó a patalear histérico, pero por
mucho que bailaba no lograba desembarazarse de la calavera cada vez
más bañada en sangre.
-¡Muere,
maldito! –gritó Harry.
Y
le descerrajó a quemarropa un tiro a Cosme, que estalló en una
decena de pedazos y astillas de hueso.
-¡Cosme!
–chilló Rubén.
-¡Ramón!
–gritó a su vez Fito.
Continuará
domingo, 3 de marzo de 2013
Estoy de Vuelta 75
La
furgoneta de los Cazadores Independientes de lo Paranormal y lo
Oculto Taumatúrgicamente Eficientes se detuvo en una de las puertas
de acceso a la Estación Sur.
-Iremos
el Pater, Harry y yo –ordenó Jingjing antes de mirar a Manolo y a
Sebas-. Vosotros dos quedaos aquí y vigilaros mutuamente.
-Es
impresionante –murmuraba Sheila, invisible, al oído de sus
compañeros-. Cuanta gente, y tiendas y luces… casi… casi me
agobia un poco…
Fito
y Poeta lo observaban todo desde el interior de sus disfraces, con
los sombreros calados hasta casi la oquedad nasal y las gabardinas
abrochadas y subidas hasta prácticamente el mismo punto.
-Por
el amor de Dios –rezongaba Fito-. Llamamos así más la atención
que si fuéramos en huesos.
-Al
menos así llamamos la atención –se escuchó tenuemente la voz de
Cosme desde el bolsillo inferior derecho de la gabardina de Poeta-.
De la otra manera esto sería un maremagnum de gente huyendo y
chillando.
-¡Oh,
mirad! –exclamó Fito.
Todos
se giraron. Fito señalaba una tienda de electrodomésticos en cuyo
escaparate estaban expuestos numerosos televisores. En las pantallas
aparecía el resumen del partido entre el Real y el Atlético.
-Oh,
para combatir el tedio, en el cementerio, organizábamos de vez en
cuando una competición futbolera –le explicó Fito a Rubén-.
“Balónhueso”, lo llamábamos. Poeta y yo jugábamos como
delanteros en el equipo “Tibias Peligrosas”. Me encantaba el
momento de salir a las fosas con nuestros harapos grises haciendo de
uniformes y el resto de los muertos aplaudiéndonos… ¡incluso
ganamos el campeonato un par de veces! Era un evento emocionante.
Imagino que sería la competición deportiva de muertos vivientes más
importante del mundo, ¿verdad? Yo, al menos, no he escuchado hablar
de otra. Ah, ese sonido hueco al chutar el balón…
-¿Teníais
balón? –preguntó Rubén, a pesar de casi no escuchaba a su amigo
y giraba la cabeza hacia todas las direcciones intentando ver al
Espectro o a Isabel.
-¡Claro,
era Cosme! –respondió Fito, completamente en la inopia-. Es que
las calaveras con mandíbula inferior no rodaban bien, así que…
-¿Has
terminado ya? –gruñó la voz del invisible Canael.
-¿Pasa
algo, Canael? –preguntó con miedo Rubén.
-Siento
la presencia del Espectro aquí –respondió el demonio.
Continuará
domingo, 24 de febrero de 2013
Estoy de Vuelta 74
Pasaron
quince largos minutos, en los cuales nadie dijo palabra alguna.
De
repente, la puerta del coche se abrió y unos apresurados Poeta y
Cosme entraron (quizás fuese más correcto decir “irrumpieron”)
dentro del vehículo. Poeta llevaba unos fardos en sus brazos.
-¿Dónde
os habíais metido? –preguntó Fito con voz en grito.
-Canael
y Sheila pueden hacerse invisibles. Rubén parece normal. ¡Ponte
esto, Fito!
Poeta
dejó caer los fardos, que no eran sino dos largas gabardinas, dos
pantalones, dos sombreros y dos pares de zapatos.
-Uno
es para ti, Fito. El otro para Poeta. A mí me escondeis donde
podais.
-¿Nadie
os ha visto? –preguntó Sheila.
-Bueno,
espero que valga la pena –protestó Cosme-. No me gustaría que el
ataque al corazón que ha sufrido el segurata haya sido para nada…
-¿Cómo
habéis conseguido esto? –se extrañó Canael.
-¡Robándolo!
¿Cómo si no? –respondió Cosme.
-Desde
que descubriste tus raíces, ya no eres el mismo –musitó Fito con
tristeza.
-¡Cabrón
racista! –chilló Cosme.
-¡Calmaos
todos! –ordenó Canael-. Pero, ¿cómo has podido robarlo así sin
más?
-“No
estoy seguro si quiero decirlo.
Ha sido humillante,
ha sido espeluznante,
ha sido de todo menos divertido.”
-Pero,
¿cómo lo habéis hecho? –insistió Canael asombrado.
-¡Preguntando
por los lavabos de caballeros! –gritó Cosme-. ¡Vestíos y que no
se vuelva a mentar el tema!
-Si
no fuera porque no tengo cerebro, ahora mismo me dolería mucho la
cabeza… -rezongó Fito.
Nota
del autor: La baja calidad de la anterior escena se debe a que el
autor tampoco tiene pajolera idea de cómo Cosme y Poeta pudieron
conseguir dicha ropa. Más aún, teniendo en cuenta lo difícil que
es hoy en día encontrar sombreros en una tienda.
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