martes, 30 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 22


La verdad es que Rubén no tenía que haberse preocupado por Sebas. Su mejor amigo estaba vivo.

Unas tres horas y media antes, Sebas había encendido su maltrecho ordenador y se había conectado a Internet.

Había tardado medio día en pasar a limpio su trabajo de literatura sobre Don Quijote (trabajo, todo sea dicho, que debería haber sido entregado hace un mes), el cual constaba de una portada, un índice, dos páginas convertidas en cinco tras aumentar el tamaño de la letra lo máximo posible y una contraportada.

Sebas lo contempló orgulloso.

-Oh, tío... ¡por fin voy a aprobar literatura!

Después respiró hondo, animado por su éxito, y comenzó a teclear. Estaba decidido a declararse a Carmen, esa muchacha de la que él llevaba prendado tanto tiempo... le había robado el corazón haría cosa de cuatro horas y Sebas no había pasado nunca tanto rato pensando en una muchacha. ¡Debía haberse enamorado! Además, la conocía desde hacía dos días y, aunque en esos dos días ella sólo le había dicho “¡piérdete, estúpido!”, Sebas había sabido leer en aquellos ojos claros el oculto deseo. Y hacía cuatro horas, ella había vuelto a hablarle. Le dijo, “¿es que no vas a dejar de seguirme, desgraciado?” y fue en ese mágico momento cuando él comprendió que esa muchacha le había robado el corazón.

O, en otras palabras, para que todo el mundo pueda comprenderlo, diremos que fue en ese mágico momento cuando Sebas se volvió imbécil (sí, aún más, pobre...).

Cuando por fin Sebas terminó de redactar el mensaje, que empezaba con la frase: “Chorva pk insiztez n deja morir d anbre a tu conejito?” y terminaba con la frase “no t paece q deveria zer yo el k deviera alimmentarlo?” (en una carta que constaba en su totalidad de dos frases), Sebas entró en su correo eléctronico y envió el trabajo de literatura a su profesora de literatura y su romántica carta a su querida Carmen.

O eso creía él.

-¡Me he declarao, tío! -comentó para sí mismo. Estaba orgulloso de su valentía, y decidió celebrarlo abriendo un par de páginas pornográficas y masturbándose.

Sin embargo, no había llegado aún al clímax cuando un terrible presentimiento cruzó por su mente...
-Oh, tío...
Era la primera vez que Sebas interrumpía una masturbación. No había cometido tal sacrilegio ni aquella vez, castigado en la sala de estudios, cuando le pilló el director del instituto. Ni tampoco cuando su madre abrió la puerta de su habitación y le encontró violando a las muñecas de su hermana (su madre... ¿por qué estaría tan empeñada en que se independizara?).

En esta ocasión, sin embargo, se olvidó de todo mientras el sudor que perlaba su frente y su espalda se volvía frío.

Abrió su correo (siempre sin mensajes por leer... ¿por qué nunca nadie le escribiría?) y confirmó sus peores temores. Había enviado el trabajo de literatura a Carmen y su romántica carta a su exigente profesora.

-Oh, no... -susurró un destrozado Sebas-. ¿Qué pensará Carmen de mí cuando descubra que me he enrrollado con una profesora?

Y tras apagar su ordenador, el alicaído Sebas decidió afrontar las consecuencias de sus actos:
Abrió una botella de cerveza negra y comenzó a beber.


Continuará...

jueves, 25 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 21


Resulta que a Poeta le gustaba una muchacha...
-Que, todo hay que decirlo, no le hacía ningún caso -añadió Fito.
-...y se dispuso a cortejarla -siguió hablando Cosme-. Esto sucedió en un caluroso verano. La muchacha había decidido irse a la piscina municipal con unas amigas...
-Y Poeta no tenía dinero ni para pagar la entrada -señaló Fito.
-Lo que sí tenía era un frisbee volador -comentó Cosme entre risas.
-Y ni siquiera era suyo, se lo robó a un chaval que pasaba por allí -añadió Fito.
-Pintó en él “Te quiero” -prosiguió Cosme- con un rotulador prestado por el taquillero de la piscina...
-Que debía estar de Poeta hasta la coronilla -apuntilló Fito.
-... y se encaramó al seto que rodeaba la piscina -continuó narrando Cosme-. Cuando vio a la chica, se lo lanzó...
-¡En medio de la frente! -exclamó Fito.
-La chica cayó hacia atrás de un modo harto gracioso a la piscina -siguió Cosme-. La cosa no habría pasado de una estúpida metedura de pata, pero Poeta es mucho Poeta...
-Así que decidió socorrerla -dijo Fito-. Bajó del seto a trompicones y corrió hasta la piscina. Se lanzó de cabeza... e hizo diana con la cabeza de la muchacha, que en ese momento salía del agua... ¡mejor dicho, se levantaba, porque allí no cubría ni un metro! ¡Ja, ja! ¡Menuda cagada!
-Medio atontado, con una brecha en la cabeza y un ligero traumatismo craneoencefálico -continuó hablando Cosme-, Poeta salió de la piscina y se dispuso a huir, mientras le perseguían varios bañistas. Trepó de nuevo al seto, pero como estaba totalmente hecho polvo, mareado y la sangre le fastidiaba la visión, al intentar bajar perdió pie y...
-Descalabrado -terminó Fito entre risas-. ¡Justo como había dejado a su amada!

Ambos comenzaron a carcajearse ante la absoluta perplejidad de los otros tres. Por su parte, Poeta se indignó y les lanzó unos crueles versos:
-“¡Sois unos asquerosos chivatos!
¿Por qué no me la meneais un rato?
-Supongo que te referirás a la caja torácica -rió Cosme-, porque si no...
-Y aunque Poeta tuviera algo que menear -comentó pensativo Fito- de ti, Cosme, lo máximo que iba a conseguir es que se la chuparas.
-¡Eres un cerdo! -le gritó Cosme.
-Ya, pero al menos tengo brazos y piernas.
-Lo que tenemos son problemas -dijo entonces Rubén.

Continuará

miércoles, 24 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 20


La primera acción de Felisa tras informarse sobre los detalles personales de cada uno de sus protegidos y aprender un poco de la “burocracia celestial”, fue volar desde el cielo hasta el piso de Sebas, invisible, intangible, silenciosa... la verdad es que disfrutaba de su nuevo “cuerpo”.

Una vez al lado de Sebas (quien se encontraba medio borracho en ese momento), el espíritu susurró en su oído:
-¿A que te apetece visitar la tumba de tu amigo Rubén?

-¿Por qué te hiciste pasar por su niña? -le preguntó Rubén a Sheila, una vez habían vuelto a ponerse en camino.
-Me dio tanta pena... ella lo único que quería era no morir sola. Me recordaba a mi abuela -Sheila hizo una pausa-. Y... bueno, es muy triste morir a solas...

-¿Tú...? -preguntó Rubén con timidez.
Sheila asintió con la cabeza con un deje amargo.
-Bueno -Rubén forzó una sonrisa-, pues ya no estás sola.
-Sí -Sheila también sonrió-. Es cierto.

Tras una pausa, Sheila preguntó:
-¿Y tú? ¿Moriste a solas?
Rubén carraspeó antes de responder:
-No... yo iba con mi mejor amigo cuando nos atropelló un camión...
-Oh. ¿Y tu amigo sobrevivió?
-La verdad, no lo sé -Rubén bajó la cabeza y se mordió el labio inferior-. Creo que sí, porque alguien me ató al antebrazo esta cadena suya, y espero que fuera él mismo, pero...
-Estará bien, seguro -le dijo Sheila con confianza.
-Ojalá, Sheila... ojalá.

-Bueno, al menos vosotros sabéis cómo moristéis -gruñó Cosme-. Yo ni siquiera sé como acabé en una mesa de autopsia...
-Conociéndote, seguro que fue porque alguien te dijo que meter los dedos en un enchufe traía suerte -rió Fito.
-¿Ah, sí? ¿Acaso he de recordarte que tú moriste ahogado en la bañera de tu casa porque querías saber cuánto tiempo podías aguantar sin respirar?
-Jamás volveré a contarte nada -prometió Fito indignado.
-¿Y tú, Poeta? -preguntó Sheila-. ¿Cómo llegó tu fin?
-“Un fin digno del más fiel amante:
me suicidé porque mi amor murió
y se fue con los pies por delante
antes de que lo hiciera yo”.
-¿Te suicidaste por amor? -se admiró Sheila.
-Vamos, Poeta, no nos vengas con esas, que sabemos tu historia -le recordó Cosme...

Continuará

lunes, 22 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 19


Por su parte, el dorado y juvenil espíritu de Felisa llegó hasta la presencia del arcángel Doradiel.

-Saludos, Felisa -dijo el arcángel-. San Pedro me ha comentado que, antes de entrar al Cielo, querías hablar con quien te había enviado a las... “criaturas” que te acompañaron en el momento de tu muerte. Lamento de veras que hayan empañado tus últimos instantes en la tierra, pero necesitábamos...
-¡Oh, no! ¡Nada de eso! -exclamó Felisa con voz juvenil-. Es todo lo contrario, me trataron muy bien. San Pedro me habló de ellos... sí, quizás sean algo toscos, pero son encantadores...
-¿Entonces?
-Me gustaría hacer algo por ellos... -respondió Felisa con timidez.
-Creo que no entiendo.
-San Pedro me dijo que teníais que comprobar que fueran buenos de corazón, y hablando, hablando, terminé descubriendo que ellos no tenían ángel de la guarda y pensé que yo podría...
-¡Ah, no! ¡Ni hablar! -interrumpió en ese momento el querubín, como aparecido de la nada-. ¡Sólo los vivos tienen derecho a tener ángel de la guarda!
-Pero no están muertos, pequeño -le indicó Doradiel.
-¡Pero tampoco vivos! -insistió el querubín.
-Yo me siento tan en deuda con ellos... -pidió Felisa.

Doradiel meditó durante unos momentos.

-Felisa no es un ángel de la guarda, ¿no es así?
-No, claro -negó el querubín.
-Entonces no violamos ninguna regla si no mandamos a un ángel de la guarda a custodiar a unos seres que no están vivos, ¿me explico?
-Pero... -empezó el querubín.
-Así que Felisa será su... “protectora” durante el tiempo que ella estime oportuno...
-Pero... -continuó el querubín.
-He hablado -terminó Doradiel.
-¡Cojonudo! ¡Alabemos a Dios! -gritó Felisa ante el asombro de los otros dos- Esto... quiero decir... ¡qué bien! ¿No? ¿Amén?

Continuará

sábado, 20 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 18


Justo en el momento en el que Poeta terminaba su canción, los seis se quedaron atónitos. El cuerpo de la anciana comenzó a brillar y la silueta de una jovencita de color dorado-anaranjado surgía de él.

-¡Mirad! -exclamó Sheila-. Es tan bella...
La silueta con rostro de jovencita les miró por un momento con cara de absoluta incomprensión. Luego sonrió y se difuminó hasta desaparecer por completo.
-Qué hermoso... -dijo Sheila.

-¡Fito! -bramó Cosme rompiendo ese breve momento de paz-. ¡Estoy bañado en paté por tu culpa!
-¿Por mi culpa? -se hizo el ofendido Fito-. Yo te oí maullar y dije, pues si éste hace de gatito...
-¡Te aseguro que me las vas a pagar! -le gritó la calavera.
-¿Ah, sí? ¿Qué vas a hacer? ¿Patearme?
-¡Pero serás mamón!
-¿Es que ni ante algo tan asombroso vais a mantener la compostura? -les riñó Sheila.
-¿Asombroso? -preguntó Fito fingiendo estar sorprendido-. ¡Ah, disculpa! Teniendo en cuenta que soy un zombi y me está preguntando un fantasma, como que perdí la capacidad de asombro hace mucho...
-Creo que hemos hecho algo importante -les dijo Canael-. Estoy seguro de que algo ha cambiado en este momento...
-Entre otras cosas, que está unos minutos más cercano el amanecer -se quejó Cosme-. Vayámonos de aquí.
-No es tarde -le tranquilizó Sheila-. Está oscuro, pero seguro que no son ni las diez de la noche...

-Quizás dentro de la cabaña encuentres algo que ponerte -le dijo Fito a Canael-. Si nos encontramos con alguien, no querrás aparecer delante suya en pelota picada…

Fito dejó de hablar por un momento. Canael contestó con una media sonrisa en su rostro y voz irónica:
-Supongo que te acabas de dar cuenta de que si alguien se encuentra a un demonio con alas de murciélago, cuernos y garras acompañado de cinco muertos vivientes, lo que menos le importará es que dicho demonio lleve o no pantalones, ¿no es así?
-Qué asco das hijo, qué perfectito eres... -rezongó Fito mientras se daba media vuelta.
-Además, puedo hacerme invisible… -comenzó a explicar Canael.
-¡Ña-ña-ña! –terminó Fito.

Continuará...

miércoles, 17 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 17


Ante el silencio de los demás, Poeta comenzó a entonar una canción acompañado de su lira.

Nuevamente miro atrás.
Y recuerdo cada momento de mi vida,
recuerdo mis errores y desdichas...
Y así, mirando atrás, me pregunto
si tú también te estarás preguntando hoy por mí.

Nuevamente miro atrás.
Y lloro por tantas oportunidades perdidas...
y lloro también por ese último segundo
pasado tras el cual jamás volví a verte.
Y yo ni siquiera lo sabía.

Mi mirada viaja más lejos,
hasta el día en el cual te conocí...
Para ello he de pasar por cada momento
que viví junto a ti.
Cada lugar que visitamos,
cada paisaje que contemplamos,
cada segundo que compartimos,
cada amigo que nos hizo sonreír...

Y siento la pérdida en mi alma,
un pedazo de mi pecho arrancado
al entender que nada va a volver,
que nunca más estarás a mi lado,
que la soledad es tu único legado...

Nuevamente miro atrás.
Y aunque las lágrimas arañan mi rostro
entiendo que no importa
si ahora me encuentro tan solo...
Pues una eternidad de tormento
sólo es posible si existió un momento
en el que estabas a mi lado...
Pues una eternidad de soledad
no es más que un precio pequeño a pagar
a cambio de que me hayas acompañado
un trecho de mi camino,
gracias a ello haciendo
que cada uno de esos recuerdos
sean de mi vida los más bellos.

Continuará...

sábado, 13 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 16

-¿Estáis cansados? -preguntó Canael cuando vislumbraron bastante más cercanas las luces de la ciudad-. Si queréis paramos y así podréis descansar.
-¿En paz? -preguntó con sorna Fito.
-Estoy hasta el tuétano de vuestros chistes malos -protestó Cosme.
-Los muertos no necesitamos descansar, Canael -le respondió Sheila-. Pero gracias por preocuparte.
-De nada -dijo el demonio-. Aunque parezca un contrasentido, es agradable volver a sentir preocupación... volver a sentir algo.
-Te entiendo -asintió Sheila con una sonrisa.

De repente, Canael se quedó quieto.

-¿Qué te ocurre, Canael? -preguntó Cosme.
-Huelo a muerte -contestó el demonio.
-Estupendo -rezongó la calavera-. Éste se ha olvidado de quienes le acompañan...
-¿Sabéis lo desagradables que son los gases de un muerto? -saltó Fito-. ¿Quién ha sido el guarro?
-Yo imposible -contestó Cosme.
-No me refiero a eso -negó con la cabeza el demonio-. Alguien va a morir.
-Pero si esta vez Poeta estaba callado... -masculló Fito.

Canael les ingnoró y desplegó sus alas. Alzó un vuelo lento y majestuoso, desviándose de la carretera. Los otros le siguieron a pie, hasta que le encontraron frente a una desvencijada chabola.

-Ahí dentro -señaló Canael a la chabola-. Alguien se muere ahí dentro.
-Sea lo que sea, no creo que le haga mucho bien el ver entrar una pandilla de muertos vivientes en su casa -recapacitó Cosme en voz alta-. Rubén, tú eres el que tiene una apariencia más normal...
-Voy a echar un vistazo -asintió el muchacho con rapidez.

Rubén entró en la chabola, pero salió a los pocos segundos.

-Podéis entrar sin miedo -les dijo a los otros-. Es una anciana, y está desvariando. Dudo mucho que reconozca lo que sois.
-¿Qué hará una anciana aquí? –se extrañó Cosme.
-Morirse, obviamente –respondió Fito-. Seguro que ha sido pobre durante toda su vida y esta chabola es lo mejor que ha tenido en muchos años…

Los seis entraron dentro de la chabola, donde cabían a duras penas. Dentro, había poco más que un viejo catre y una sucia anciana tendida en él, arropada con una apolillada manta, desvariando en murmullos.

-¿Niña? -repetía una y otra vez- ¿estás ahí, mi niña? ¿Estás ahí?
-No llegará a la mañana -observó Fito con un deje de tristeza.

Sheila se adelantó intangible hasta el lecho.
-Estoy aquí -dijo con ternura a la anciana-. Estoy aquí, tranquila.
-Niña... mi niña... ¿eres tú?
-Sí, soy yo...
-¡Dios bendito! -exclamó la anciana con alegría-. ¡Gracias a Dios bendito!
-¿La conoce? -preguntó en un susurro Fito.
-¡No seas burro! -le contestó en voz baja Cosme-. Sheila sólo está haciendo un acto de misericordia...
-¡Deja que te bese! -pidió la anciana-. ¡Deja que te bese!

Sheila miró con ojos suplicantes a Rubén, pues sabía que el roce de un fantasma es de un frío ultraterreno para los vivos. Éste, un poco azorado, asintió con la cabeza y acercó su mejilla a la boca de la anciana.

-Aquí estoy -dijo con una sonrisa Sheila-, ya puedes besarme...
-¡Ay, mi niña! -gritó la anciana mientras abrazaba y se comía a besos a Rubén-. ¡Ay, mi niña! ¡Qué contenta que estoy de verte! ¿Has traído al gatito?
-Claro que he traido al gatito... -respondió Sheila mientras miraba a los demás anhelante.
-Miau, miau... -comenzó a decir Cosme de mala gana.
-¡Si está el gatito! -se alegró la anciana-. Pero, ¿por qué no restriega su cabecita en mi pecho, como siempre hace?
-¡Claro, señora! -exclamó Fito-. ¡Aquí tiene al gatito!

Y Fito agarró a Cosme y comenzó a restregarlo por el pecho de la anciana mientras los demás le miraban aterrados.
-¡Ay, mi gatito! -reía la anciana mientras palpaba el cráneo de Cosme-. Estás un poco pelón, ¿no?
-Na, es que ha abusado de las conservas -respondió Fito ante las caras de circunstancias de los demás, al tiempo que seguía frotando una calavera totalmente roja contra el pecho de una anciana.
-¡Pero come, gatito, come! -decía la anciana mientras sacaba de debajo de la manta una lata medio llena de paté-. ¡Come, que te vuelva a crecer el pelo!

Y la anciana comenzó a meter trozos de paté por la cuenca ocular derecha de Cosme.
-Siga dándole señora, siga -la animaba Fito con evidente regocijo-. ¡Que el gatito dice que está muy bueno!
-Pues come gatito, come...

Cuando por fin se acabó la lata de paté y Rubén agarró al colorado Cosme para empezar a limpiarle, la anciana dijo con un suspiro:
-Tengo tanto frío...
Canael se acercó y levantó sus brazos. Una brisa de aire caliente envolvió el lecho.

-Descansa en paz, anciana -dijo.

Continuará

viernes, 12 de octubre de 2012

Extraño interludio

Cuando decidí la creación de este blog, tenía claro que únicamente sería para publicar las novelas que yo escribo, que no habría lugar ni para comentarios personales, análisis de la realidad, descripciones de mis sentimientos o cualquier cosa que no fuera la novela por partes que en este momento se estuviera publicando.

En cierto modo, hoy traiciono este espíritu debido a un desafío pendiente con Mr. Blogger, y debido al afecto que ciertamente le tengo:

http://pruebameblogger.blogspot.com.es/2012/10/relato-pendiente-teniendo-que-usar_10.html

http://pruebameblogger.blogspot.com.es/2012/10/busquedas-y-nosecuantas-bueno-y-xlx-pa.html

Así que aquí va la continuación del relato iniciado por Mr. Blogger y que ojalá continúe Misferioso… mañana colgaré la siguiente parte de la novela Estoy de Vuelta

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El expositor que contenía las monedas, billetes y material filatélico y numismático de diversas épocas y lugares cayó al suelo en una tormenta de cristales rotos y trozos de madera y plástico.

Un billete de una peseta quedó flotando en el aire antes de que una vorágine de fuego lo hiciera desaparecer en cenizas.

-¿No hay veces que te duele causar toda esta destrucción? -escuchó la jocosa voz de su compañero.
-Nos pagan por esto, Piojoso -respondió ella con su dulce voz-. A veces hay que olvidar lo que sientes y recordar lo que mereces.
-¡Y merecemos el dinero que nos pagan por esto! -rió Piojoso mientras hacía arder un montón de libros con su efectivo lanzallamas-. Jerusalén día D occidente arte de robar frases gays camisetas música eróticas supervivientes psicosociología…

Ella se giró para intentar comprender a qué se refería Piojoso con ese listado de palabras sin orden ni sentido. Rió al comprobar que simplemente estaba leyendo frases sueltas en los libros antes de arrojarlos a la cada vez más extensa pira.

Piojoso y Luciérnaga eran dos de los más efectivos miembros de La Jauría. Se les denominaba terroristas, pero realmente estaban contratados por el poder dirigente. Su misión era terminar con los pocos focos de sabiduría que existían en este mundo condenado. Los idiotas y los incultos eran mucho más fáciles de gobernar que los inteligentes y los eruditos. Por ello, los dirigentes se rasgaban las vestiduras cuando La Jauría hacía arder un museo, una biblioteca, una base de datos… o ejecutaba a un nostálgico del pasado. En la realidad, estaban contratados por el poder ejecutivo para terminar con lo poco que quedaba del antiguo régimen.

-Lo malo de este trabajo es que tenemos que actuar siempre de noche -refunfuñó Luciérnaga.
-No dormir es de bonitas, ¿lo sabías?
Luciérnaga rió. Los piropos y los intentos de seducirla por parte de Piojoso eran patéticos, pero a ella le hacían reír. Y soltó una carcajada cuando Piojoso destrozó el esqueleto de un iguanodon, agarró la calavera y la usó como un títere diciendo:
-¿Y si te digo que te amo en dinosaurio?
-Déjate de tonterías y acabemos cuanto antes -replicó Luciérnaga-. Nos queda mucho trabajo.

Luciérnaga se agachó para recoger unos tratados médicos para echarles un vistazo antes de que ardieran.
-Anorexia cuadros
Leía muy lentamente y le daba dolor de cabeza. Arrojó con desdén los tratados médicos a la hoguera.
-¡No te acerques tanto al fuego, preciosa! -le avisó Piojoso.
Luciérnaga se puso melancólica por un momento.
-A veces es mejor alejarse de todo… -susurrró.
En ocasiones se sentía culpable por toda la destrucción que causaba. Pero era su modo de vida, el único que conocía. Y para no venirse abajo, se decía a menudo que cuando la vida duele hay que ser fuerte.

Piojoso, que a pesar de ser un ser amoral y cínico adoraba a su amiga Luciérnaga, y sabía cuando sus acciones estaban a punto de sobrepasarla, gritó:
-¿No te parece romántico el contraste entre la noche y el fuego? ¿Por qué no me enseñas tus preciosas tetas y nos olvidamos por un momento de toda esta mierda?
Luciérnaga soltó una carcajada.
-¡Más quisieras, imbécil!
Piojoso sonrió. Había conseguido otra vez que Luciérnaga se evadiera del crimen que estaba cometiendo. Ella, que lo sabía, se lo reconoció diciendo:
-Te odio, pero a la vez eres mi amigo.
-¿Cómo es posible eso, preciosa?
-Lo tuyo son las preguntas y respuestas estúpidas -rió ella.
-Sabes que me importas, preciosa -reconoció Piojoso mientras desgarraba un antiquísimo tapiz que mostraba una historia de amor condenada entre un unicornio y una doncella-. Y por ti soy capaz de pensar estrategias para alegrarte y todo…
-Si tu plan a no funciona, de que te preocupas, si el abecedario tiene veinticuatro letras más, ¿no es así? -preguntó ella con una sonrisa.
-¡Eso es! -asintió Piojoso- La felicidad sólo es real cuando es compartida… ¡y yo quiero compartir toda esta destrucción sólo contigo!
-En cuanto acabemos, necesito una tortiburguer y un vaso de agua sintética…
-¡Que sean dos! -añadió Piojoso-. ¡Me alegro que vuelvas a ser tú misma!

-No por reír significa que soy feliz -murmuró Luciérnaga.
Ella sabía que algo no iba bien en su vida. Antes de profundizar en sus pensamientos, nuevamente la voz de Piojoso la interrumpió:
-¡Ey! ¡Este esqueleto de dinosaurio es gigantesco! ¡Destrózalo de un sólo golpe! ¡Sé que puedes hacerlo!

Luciérnaga sonrió. El pulgar de su mano derecha apretó el gatillo de su lanzallamas portátil. En su otra mano, empuñó un fusil de asalto.
-¿Qué te apuestas?

A la mañana siguiente, el inspector no pudo evitar llorar al ver la destrucción. Era uno de los pocos guardianes honrados que quedaban en el cuerpo. Y sabía que cada ataque de La Jauría significaba una pérdida irreparable.
Se agachó para tomar en sus manos unos papeles carbonizados.
-Anafagarazziimagenes para facebook nunca puedes perdes algo ke no ghas tenido

Incluso los pocos papeles que habían quedado más o menos enteros, habían perdido la legibilidad por las cenizas y el calor.

El inspector cerró los puños y cayó de rodillas al suelo.

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¡Hecho! ¡Aviso a Misferioso! xD








jueves, 11 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 15


El Cielo. El Paraíso. El Edén. Da igual como quieras llamarlo. Existe. Pero, a pesar de su fama, no es perfecto del todo.

Hay veces que los ángeles y los arcángeles no terminan de comprender los designios superiores.

-¡Arcángel Doradiel! ¡Arcángel Doradiel! -gritaba el querubín mientras volaba lo más rápido que sus pequeñas alas le permitían.
-¿Qué ocurre, pequeño? -preguntó el arcángel mientras se incorporaba.
-El demonio en proceso de arrepentimiento llamado Canael que guardaba el cementerio maldito número trescientos quince ha abandonado su puesto en compañía de dos zombis, un fantasma, un cadáver incorrupto y una calavera parlante.

Doradiel observó con detenimiento al querubín.
-Es algo sorprendente -musitó-. Un ángel en estado de embriaguez. Verdaderamente sorprendente.
-No estoy borracho, arcángel Doradiel -contestó conteniéndose el querubín, completamente rojo-. Puede comprobarlo usted mismo.

El arcángel desplegó sus enormes alas mientras se volvía para echar un vistazo a una pequeña ciudad del pequeño planeta Tierra. E incluso las plumas de las alas se le pusieron de punta.
-Lo veo y no lo creo... ¡el pequeño tenía razón! Pero, ¿cómo ha podido Dios permitir tal aberración?
-¿Qué hacemos, arcángel Doradiel? -preguntó el querubín-. Podríamos pedirle a algún ángel exterminador que se ocupe de ellos…
-No, no… Eso sólo funciona contra los malvados y contra algunos papas. Lo cual no sabemos si… Pequeño, lo primero, comprobaremos la pureza de sus corazones -respondió Doradiel-. ¿Te acuerdas de la anciana Felisa, que tantas buenas obras nos ha dedicado?
-¿Esa buena mujer que sólo tenía miedo a morir sola?
-La misma -asintió el arcángel-. Ahora padece demencia senil y estaba previsto que muriera esta misma noche. Sácala del sucio asilo en el que se encuentra y procura que la encuentren.
-Sí, arcángel Doradiel.
-Una cosa más -pidió el arcángel, mientras observaba con detenimiento a los seis fugados.
-¿Sí, arcángel Doradiel?
-Procura que la anciana Felisa tenga a mano una lata de paté.
-¿Cómo dice, arcángel Doradiel?
-Haz lo que te digo.

Y el querubín se alejó volando, dejando a un arcángel visiblemente pensativo y preocupado.

Nota del autor: El autor deniega toda responsabilidad ultraterrena. Sí es cierto, sin embargo, que escenas tan esperpénticas como la anterior se producen debido a que el cielo se está llenando de burócratas. El misterio esta ahí, empero. ¿El Cielo se está llenando de burócratas porque la mayoría de burócratas que se mueren van al Cielo? Si el fin último de la burocracia es el de joder la existencia a los desgraciados no burócratas que por los avatares del destino han de enfrentarse a ella... ¿significa ésto que la burocracia ya no es pecado? ¿No entendería Moisés mal los mandamientos? Porque si los pensamientos impuros son pecado pero la burocracia no, es que el mundo está mal hecho. Mal hecho a propósito, naturalmente, porque si Dios es perfecto no puede hacer nada mal a no ser que lo haga a propósito. Arcángeles sospechosamente burócratas, diez mandamientos que necesitan de intermediarios entre el Cielo y la tierra, hacer las cosas mal a propósito... ¿no será que Dios es un burócrata? La respuesta sería no, porque es perfecto, pero... ¿y si resulta que es un perfecto burócrata?

Mejor dejo estas chorradas, porque parezco ya un enamorado, y seguimos con la historia…

Bueno, con un continuará...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 14

-Rubén, por favor, déjame en el suelo -pidió Cosme.

El joven así lo hizo, y la calavera se marchó rodando en dirección al ruido. No había pasado ni un minuto cuando Cosme volvió.

-Son tres o cuatro prostitutas -explicó la calavera-. Están apostadas esperando que pase algún coche.
-¿Qué hacemos? -preguntó Rubén-. ¿Esperamos a que se vayan?
-Perderíamos toda la noche -dijo Canael.
-¡Sois unas nenazas! -exclamó Fito con furia-. Mucho iros del cementerio, mucho iros del cementerio... ¡y ahora, por cuatro fulanas, os quedáis temblando! ¡Dejádmelas a mí!

Y Fito se fue por la cuesta antes de que nadie pudiera reaccionar.

-¡Vuelve! -le siseó Cosme alarmado-. ¿Es que te has vuelto loco?

Canael y Rubén se disponían a ir tras él cuando comenzaron a escucharse gritos aterrados de mujer.

Los cinco corrieron cuesta abajo, donde encontraron a Fito esperándoles.

-Ya está -les dijo con aire de suficiencia-. Ya se han marchado.
-¡Idiota! -le regañó Cosme-. ¿Es que quieres que todo el mundo se entere de que esta noche los muertos caminan o qué?
-Creía que era algo que te parecía divertido -replicó Fito-. De todos modos, ¿quién iba a creerlas? Pensarán que están borrachas o algo así.
-¿Y el susto que has dado a esas pobres mujeres? -continuó Cosme.
-¡Por favor, Cosme! ¡No soy tan insensible! -se defendió Fito-. No me abalancé sobre ellas dando alaridos ni nada de eso... tan sólo les pregunté que a cuánto la mamada...
-¡Por el amor de Dios! -se asqueó Cosme-. Como no te chupen la rabadilla, no se me ocurre qué otro servicio ibas a pagarles.
-De todos modos -el tono de voz de Fito se volvió melancólico-. Hace tantos años que no siento las caricias de una mano de mujer, el roce de un cuerpo femenino contra el mío...
-Con el trauma que has debido causarles -le dijo Cosme-, probablemente los mismos años que ellas estarán sin acercarse a un hombre.
-Por Dios os lo pido, sigamos adelante... antes de que venga alguien más -aconsejó Canael.

Continuará

lunes, 8 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 13

-A todo ésto, ¿cómo te llamas? -le preguntó Fito al demonio mientras caminaban hacia la verja.
-Canael -respondió el demonio.
-Diría que encantado de conocerte -masculló Fito-, pero no estamos en mi situación preferida.
-Te entiendo perfectamente.

Con una mezcla de alivio y opresión, uno por uno, fueron atravesando la frontera entre el cementerio y el mundo de los vivos.

Primero Rubén, con Cosme en su mano, como si fuera un horrendo estandarte.
Después Sheila y Poeta, visiblemente atemorizados.
Y por último Canael y Fito, mirando a todas partes con intranquilidad.

Una vez fuera del cementerio, la opresión se tornó esperanza y desahogo.

-¡Estamos fuera! -exclamó Sheila con su dulce voz-. ¡Por fin estamos fuera!
Canael aspiró con fuerza el aire, hinchando su musculoso pecho. Cosme, por su parte, lo único que lamentaba era no tener cuerpo y no poder ponerse a bailar y a saltar. Poeta comenzó a entonar una oda de alabanza.
Sin embargo, Rubén estaba impasible, pensando en la cara de sus padres y de Isabel cuando le vieran aparecer. Quizás hubiera hecho mejor quedándose en el cementerio... ¿o no?

-¡Ay, Dios mío! -lloriqueaba Fito-. ¡Hemos salido del cementerio! ¡Nos vamos a condenar! ¡Nos van a echar a los leones!
-¡Me toca los cojones! -le gritó Cosme.
-¡Oh, qué expresividad en esa rima! -comentó Poeta maravillado.
-¡Te lo dije antes, si quieres quedarte, quédate! -siguió Cosme-. Pero si vienes, ¡no vuelvas a hacer un sólo comentario agorero! ¿Entendido?

Fito no contestó y les siguió arrastrando los pies.

El cementerio estaba en la cima de un extenso descampado cubierto de senderos de tierra y plantas espinosas, salpicado ocasionalmente por algún muro medio derruido. La luna brillaba ahora con fuerza y las estrellas se veían perfectamente en el cielo.

-Hemos de atravesar el descampado hasta llegar a la carretera -explicó Cosme- y de ahí, ir hasta la ciudad.
-No tardaremos mucho -asintió Sheila.

Así, el extraño sexteto atravesó cautelosamente el descampado. Por fin, Canael echó abajo parte de una alambrada metálica que les obstaculizaba el camino y bajaron hasta la carretera, completamente desierta.

-¡Oh, esto es maravilloso! -comentó Sheila-. En estos minutos, casi me parece que haya pasado toda una vida desde que estábamos en el cementerio.
-Te entiendo -asintió Cosme-. A mí también me cuesta creer que hace nada estuviéramos enterrados.
-¡Mira las estrellas! -rió Sheila-. ¡Qué preciosas! Hasta ahora, no me había dado cuenta de lo bonitas que se ven. Es muy tonto, pero me siento viva…

Los seis siguieron la carretera durante un trecho, hasta llegar a una cuesta bordeada por unos cuantos tristes árboles, tras la cual se oían voces.

-Hay gente por allí -comentó Rubén.

Continuará

domingo, 7 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 12

Y el demonio se hizo a un lado.

-Me dais envidia -prosiguió-. Ojalá yo también pudiera abandonar este lugar con vosotros.
-¿Por qué no lo haces? -le preguntó Cosme.
-Pero, mi salvación...
-Tú mismo has dicho que tu salvación podría estar en entredicho -le recordó Cosme-. Y, de todas maneras, esa señal podría estar dedicada también a ti.

El demonio se atusó la barbilla, meditando.
-Os acompañaré. De todos modos, si nadie ha decidido abandonar este lugar durante siglos... ¿por qué iba a tener que irse durante los días que yo no esté? Está decidido, iré con vosotros.

-¡Oh, mierda! -protestó Fito-. ¡La locura es contagiosa! Pensar que Poeta sea más lúcido que vosotros y haya decidido quedarse...
-"Si no te importa, yo decidiré por mí,
y creo que no cabe duda, es el destino
que abandone por siempre este lugar infeliz
y embarcarme en un nuevo camino
que capaz de emprender nunca me creí."
-Estás de coña -le dijo Fito mientras le agarraba por los brazos-. ¡Dime que estás de coña!
-Fito, nadie te obliga a acompañarnos -habló Cosme-. Pero no nos digas a los demás qué hemos de hacer.

-Yo también voy -se escuchó una melodiosa voz tras ellos.

Todos dieron media vuelta. Quien había hablado era una translúcida y vaporosa silueta en la cual se percibían los bellos rasgos de una muchacha.

-¡Un fantasma! -exclamó anonadado Fito.
-Me temo que sí -dijo la silueta-. Mi cuerpo se descompuso casi por completo hace tiempo, pero mi alma siguió atrapada aquí... yo también anhelo salir, llevo aquí mucho más tiempo que cualquiera de vosotros y no aguanto más.
-Yo no me opongo a su compañía -dijo Cosme-. ¿Cómo te llamas?
-Sheila.
-Pues bienvenida al grupo, Sheila -saludó la calavera-. Seremos cinco.

Y así, Rubén, la calavera Cosme, Poeta, el demonio caído y la fantasmal Sheila se pusieron en camino...

-¡Vale! ¡Está bien! -estalló Fito-. Iré con vosotros, seremos seis... ¡pero que sepais que ésto va a acabar muy mal!

Continuará

sábado, 6 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 11

-La oferta es tentadora, Fito -soltó de pronto Cosme.
-Pero, ¿qué coño estás diciendo? -replicó Fito-. ¿Qué propones que hagamos? ¿Acompañarle? ¿Tú sabes la que podemos organizar? ¡Oh, sí! ¡Ya veo los titulares! ¡Una horda de muertos vivientes asola la ciudad! ¡Será maravilloso, saltaremos a la fama y presentaremos los noticiarios!
-No sé si será maravilloso -contestó Cosme-, pero suena divertido. Y eso es bastante más de lo que vamos a encontrar aquí.
-Estáis locos. Lo único que conseguiréis es matar de un infarto a alguien.
-Estupendo, que se una al club -dijo Cosme con indiferencia-. De todos modos, ¿por qué discutimos? Tú te quieres quedar, te quedas. Yo me quiero ir, así que me voy. Y si Rubén me acepta, me iré además por un motivo.
-¡Claro, le serás muy útil! -explotó Fito-. ¡Por si no fuera suficiente el ir a ver a la novia dos semanas después de palmarla, se llevará de carabina a una calavera parlante clavada en un palo!
-¡Oh, bien! -le replicó Cosme- ¡Es mucho mejor tu plan de quedarnos en el cementerio hasta el fin de los tiempos mientras oímos por enésima vez tu colección de chistes verdes!
-¿Qué tienen de malo mis chistes verdes? -se indignó Fito- ¡Y además, no son verdes! ¡Son necrofílicos!
-Yo le acepto si quiere acompañarme -intervino Rubén con un hilo de voz-. Pero acompañado o no, yo me voy de aquí.

Rubén agarró el palo en el cual estaba clavado Cosme y dio media vuelta hacia la oxidada verja. Fito y Poeta se miraron y les siguieron pasados unos segundos.

-Es una locura, ¿sabéis? -protestó Fito-. Lo único que haréis será provocar follones y meteros en líos.
-Al menos haremos algo -le rebatió Cosme-. Será un agradable cambio en la rutina de los últimos treinta años.

No había terminado de hablar Cosme cuando unas rojizas llamaradas rodearon la verja.

-¿Dónde creéis que vais, insensatos? -tronó una desagradable y gutural voz-. ¿Quién pretende abandonar este lugar maldito?
-¡Os lo dije! -gritó Fito-. ¡Os lo dije! ¡Es un castigo divino por abandonar el cementerio!
-¿Quién eres? -preguntó Cosme sin miedo-. ¡Muéstrate!
-Soy el guardián del cementerio -respondió la voz-. Un demonio que se arrepintió de sus pecados y que, en penitencia, debe guardar el camposanto hasta el fin de los tiempos...
-¿Guardar el cementerio? -gritó Cosme al aire-. ¿Guardar el cementerio de qué?

Las llamaradas se extinguieron tan rápido como habían surgido. La voz habló con un tono mucho más melancólico que atemorizador.

-Hace cientos y cientos de años, este lugar era un túmulo íbero. Aquí enterraban a sus muertos, y convocaron un guardián para garantizar su seguridad en su eterno descanso. Sin embargo, se arrojó una maldición sobre el lugar y pocos, muy pocos, son los que logran descansar en paz aquí. El guardián original desapareció... y ahora estoy yo.
-Puedes matarme si quieres -dijo Rubén-. Pero yo voy a salir.
-Mejor dicho -añadió Cosme-, puedes rematarnos. Yo voy a salir con él.

Una columna de humo surgió frente a ellos y comenzó a formar rápidamente una figura humana. Era un atractivo hombre joven de piel broncínea. Estaba desnudo, y dos largas alas de murciélago surgían de su espalda. Sus ojos brillaban completamente rojos y un par de pequeños cuernos nacían en su frente. Cuando habló, enseñó amenazadoramente sus colmillos.
-Estúpidos, vuestro lugar está aquí. ¿Qué pensáis hacer? ¿Uniros a los vivos? Eso va contra todas las leyes de la naturaleza.
-¡Y el vivir eternamente también! -gritó Cosme-. Si puedes liberarme de esta existencia, te lo ruego, líbrame. Y si no puedes, haz el favor de meterte las alas en el culo y apartarte para dejarnos pasar.

El demonio miró asombrado a Cosme. Parecía confundido.

-¿Por qué queréis salir? En todos los siglos que he guardado este lugar, nadie se ha acercado a la verja siquiera... ¿por qué vosotros? ¿Por qué ahora?
-Tengo que ver a mis padres y a mi novia -contestó Rubén en un susurro.
-Si te das cuenta, verás que ni siquiera huele mal -explicó Cosme-. Y lleva dos semanas enterrado. Si no es una señal, ¿qué es?

El demonio asintió pensativo.

-Es cierto, parece una señal. Os dejaré pasar, aunque ello me cueste mi tan deseada salvación...

Continuará...

martes, 2 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 10

Fito parecía que iba a contestar algo, pero unas notas desafinadas de lira acompañada de una siseante voz se lo impidieron.
-"¿Qué es lo que escucho?
¿un debate sobre felicidad?
Ojalá no sea pedir mucho
poder en él participar..."

Rubén se giró para ver al recién llegado. Era un flacucho cadáver de huesos color pardo, vestido con carcomidos harapos. Una larga, sucia y enmarañada cabellera gris recogida en una cola de caballo decoraba su calavera, mientras que de su óseo mentón nacía una chiviesca perilla color ceniza. En sus manos portaba una arqueada y tosca lira de gran tamaño, construida burdamente a partir de dos fémures, una costilla y una tibia, unidas por los lazos de varios tendones.

Cosme y Fito pusieron a la vez un gesto de resignación.

-Rurrubén -dijo Fito-, te presento a Poeta. Poeta, este es Rurrubén.
-Con Rubén basta -corrigió el joven, mirando anonadado a Poeta-. Encantado de conocerle...

Poeta contestó poniendo la más exagerada pose de embelesamiento de la que es capaz un esqueleto, miró al cielo y pulsó los tendones de su macabra lira:
-"Te lo aseguro, es mío el placer.
Aunque tras dos semanas enterrado
y en tu incómodo ataúd encerrado...
¡creí que estarías de peor ver!"

-Después de varios años aquí, Poeta está todavía medio traumatizado -susurró Fito a Rubén-. Sólo habla en verso y si al menos lo que dijera tuviera sentido...
-¿Tú que opinas, Poeta? -le preguntó Cosme-. No está descompuesto, se mantiene igual que el primer día que lo enterraron... ¿crees que puede significar algo?
-"Yo no sé nada cierto, lo lamento,
mas cada tarde al cementerio viene
una joven a llorar su tormento.
Frente a la tumba de Rubén se detiene,
se arrodilla y comienza a sollozar.
No hay duda de que grande es su dolor,
por lo cual se me ocurre preguntar:
¿algún milagro habrá obrado el amor?"

-¡Isabel! -exclamó Rubén con lágrimas en los ojos-. ¡Ni siquiera había pensado en como debe sentirse! Debe de estar sufriendo muchísimo... ¿Y mis padres? ¡Oh, no! -se derrumbó en el suelo y susurró-: ¿Qué voy a hacer ahora?
-La verdad es que los que llevamos aquí más tiempo, intentamos no pensar en nuestros seres queridos -le dijo con suavidad Fito-. Si mi mujer aún viviera, tendría más de cien años. Esté donde esté, me gustaría creer que se encuentra en un lugar mejor que este horrible cementerio.
-He de ir a verles -dijo Rubén con determinación-. A mis padres... ¡a Isabel! Tienen que estar pasándolo fatal... voy a ir a verles.
-Espera un momento, chaval -Fito le agarró por el hombro-. Ninguno de nosotros ha salido nunca del cementerio. Ni siquiera hemos estado bajo la luz del sol. Podría destruirnos... como a los vampiros de las películas.
-¿Y qué me ofreces a cambio? -gritó Rubén mientras empezaba a llorar-. ¿Que pase toda la eternidad en este cementerio? ¿Que cuente las hojas de todos los cipreses para divertirme? Prefiero morir... si es que no estoy muerto ya... prefiero arriesgarme e ir donde mis padres, donde Isabel... antes que quedarme aquí.

Continuará

lunes, 1 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 9

El esqueletal Fito escarbó durante unos segundos en el suelo de un jardincillo, cerca de las raíces de un ciprés. Realizó un hoyo considerable, aunque estrecho, y metió su delgaducho y óseo brazo en él. Cuando lo sacó, sujetaba en su esquelética mano una calavera carcomida y de apariencia antiquísima a la cual le faltaba la mandíbula inferior.

-Te presento a Cosme -dijo Fito-. Sólo quedó su cabeza cuando un par de médicos terminaron de hacer prácticas con su cadáver. Ni siquiera tiene propiedad particular y rueda de aquí a allá por el cementerio.

Rubén observó con un escalofrío como dos diminutas ascuas de color rojo se encendían en el fondo de las cuencas oculares de la calavera.
Fito clavó una rama fuerte en el suelo y sobre ella colocó a Cosme.

-¿Te has dado cuenta, Cosme? -preguntó Fito-. Dos semanas y dos días enterrado y sigue como el primer día. ¿No es extraordinario?

El brillo de las vacías cuencas de Cosme se intensificó a la vez que se escuchaba una voz grave que parecía provenir de todas partes:
-Es una señal, Fito. Una señal de que quizás por fin podamos descansar en paz.
-Lo mismo dijiste la otra noche cuando esa pareja vino acá para hacer el amor -negó irónico Fito-. Y lo más extraordinario que pasó fue que levitaron las tapas de las tumbas de aquellos muertos a los que aún no se les han descompuesto los genitales.
-A mí no se me levanta... -intervino Rubén con un hilo de voz.
-Será por el estrés -contestó Fito sin darle la mayor importancia-. Seguro que ya has pensado en eso para comprobar si estás vivo... todos lo hacemos. Del cogito ergo sum cartesiano hemos degenerado en el empalmito ergo sum freudiano.

-Por favor, Fito, escúchame -pidió la calavera llamada Cosme con un leve tono de desesperación-, si hubiera una mínima posibilidad de terminar con esta forma de semivida, ¿por qué no intentarlo? Durante lustros, lo único que hemos hecho ha sido pudrirnos en nuestros nichos de día y vagabundear por el cementerio de noche... ¡por el amor de Dios! Para entretenerme memoricé la ubicación de cada tumba, después cada epitafio y ahora estoy contando las putas hojas de cinco cipreses. Escúchame, Fito... aunque no valga para nada, prefiero crearme falsas esperanzas antes que pasar otra noche en este infierno.

Continuará