martes, 2 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 10

Fito parecía que iba a contestar algo, pero unas notas desafinadas de lira acompañada de una siseante voz se lo impidieron.
-"¿Qué es lo que escucho?
¿un debate sobre felicidad?
Ojalá no sea pedir mucho
poder en él participar..."

Rubén se giró para ver al recién llegado. Era un flacucho cadáver de huesos color pardo, vestido con carcomidos harapos. Una larga, sucia y enmarañada cabellera gris recogida en una cola de caballo decoraba su calavera, mientras que de su óseo mentón nacía una chiviesca perilla color ceniza. En sus manos portaba una arqueada y tosca lira de gran tamaño, construida burdamente a partir de dos fémures, una costilla y una tibia, unidas por los lazos de varios tendones.

Cosme y Fito pusieron a la vez un gesto de resignación.

-Rurrubén -dijo Fito-, te presento a Poeta. Poeta, este es Rurrubén.
-Con Rubén basta -corrigió el joven, mirando anonadado a Poeta-. Encantado de conocerle...

Poeta contestó poniendo la más exagerada pose de embelesamiento de la que es capaz un esqueleto, miró al cielo y pulsó los tendones de su macabra lira:
-"Te lo aseguro, es mío el placer.
Aunque tras dos semanas enterrado
y en tu incómodo ataúd encerrado...
¡creí que estarías de peor ver!"

-Después de varios años aquí, Poeta está todavía medio traumatizado -susurró Fito a Rubén-. Sólo habla en verso y si al menos lo que dijera tuviera sentido...
-¿Tú que opinas, Poeta? -le preguntó Cosme-. No está descompuesto, se mantiene igual que el primer día que lo enterraron... ¿crees que puede significar algo?
-"Yo no sé nada cierto, lo lamento,
mas cada tarde al cementerio viene
una joven a llorar su tormento.
Frente a la tumba de Rubén se detiene,
se arrodilla y comienza a sollozar.
No hay duda de que grande es su dolor,
por lo cual se me ocurre preguntar:
¿algún milagro habrá obrado el amor?"

-¡Isabel! -exclamó Rubén con lágrimas en los ojos-. ¡Ni siquiera había pensado en como debe sentirse! Debe de estar sufriendo muchísimo... ¿Y mis padres? ¡Oh, no! -se derrumbó en el suelo y susurró-: ¿Qué voy a hacer ahora?
-La verdad es que los que llevamos aquí más tiempo, intentamos no pensar en nuestros seres queridos -le dijo con suavidad Fito-. Si mi mujer aún viviera, tendría más de cien años. Esté donde esté, me gustaría creer que se encuentra en un lugar mejor que este horrible cementerio.
-He de ir a verles -dijo Rubén con determinación-. A mis padres... ¡a Isabel! Tienen que estar pasándolo fatal... voy a ir a verles.
-Espera un momento, chaval -Fito le agarró por el hombro-. Ninguno de nosotros ha salido nunca del cementerio. Ni siquiera hemos estado bajo la luz del sol. Podría destruirnos... como a los vampiros de las películas.
-¿Y qué me ofreces a cambio? -gritó Rubén mientras empezaba a llorar-. ¿Que pase toda la eternidad en este cementerio? ¿Que cuente las hojas de todos los cipreses para divertirme? Prefiero morir... si es que no estoy muerto ya... prefiero arriesgarme e ir donde mis padres, donde Isabel... antes que quedarme aquí.

Continuará

5 comentarios:

  1. La muerte por insolación no es tan espectacular como una con motosierras, pero también vale...

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  2. Recuérdame que algún día escribamos un libro juntos.

    Te prometo que habrá motosierras.

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  3. Y qué tal un relato compartido? de hecho ahora estoy medio retomando el blog...

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  4. Relaaaaaaatoooooo.... Relaaaaatooooo compartidoooooo.... ¡ñam, ñam, ñam!!!

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  5. Tienes un email ;)

    (no, no soy adivino xDXD)

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