Metros por debajo de la superficie, en el alcantarillado
de la ciudad, el Espectro descansaba recostado en una sucia pared. En
este mundo oscuro y húmedo se sentía a salvo de los lacerantes
rayos del sol. Sólo ver la claridad a través de las bocacalles ya
hacía que le doliera todo su oscuro cuerpo.
Por instinto, sabía que si lograba absorber un alma
realmente pura, podría liberarse de las debilidades que le acosaban
y de tener que obedecer los caprichos de su auténtico “amo”.
Pero, ¿quién en este mundo podría tener un alma de
tales características?
En ese momento, recordó. Recordó hacía tan sólo unos
días… cuando él estaba enterrado, descomponiéndose… era
difícil sentir, pero aún así él lo notó… una presencia que
transmitía tanta pureza que atravesaba la losa de su tumba y llegaba
hasta su pecho. El Espectro se internó lo más que pudo en sí
mismo, intentando volver hacia atrás. Al cabo de unos minutos,
sonrió.
-Isabel -fue lo único que dijo.
Continuará
Almas puras, vírgenes doncellas... como se nota que es una historia de ficción...
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