El cielo nocturno comenzaba a cubrirse de oscuras nubes
violáceas. El viejo coche de Sebas se alejaba cada vez más de la
ciudad y Rubén miraba por la sucia ventanilla los matorrales y los
campos de cultivo que dejaban rápidamente atrás. Rubén, entonces,
se dirigió a Fito:
-Gira a la derecha -le indicó Rubén.
-¿A la derecha? ¿Por qué?
-Porque a pocos kilómetros hay un gran centro comercial
-explicó Rubén-. Podemos ir al aparcamiento, estará desierto a
estas horas. Quiero echarle un vistazo a Sebas.
-Muy bien -dijo Fito mientras giraba a la derecha-. De
todos modos, yo sólo he escuchado dos disparos y no han dado en el
maletero. Estoy convencido de que tu amigo sigue durmiendo totalmente
trompa.
-Un centro comercial -repitió Cosme con nostalgia- Lo
que yo daría por un café con leche después de tanto tiempo...
-¿No estará el centro cerrado a estas horas? -preguntó
Fito.
-Las tiendas, sí -respondió Rubén-. Pero dentro hay
dos discotecas que no cierran en toda la noche. Podemos quedarnos en
el aparcamiento, seguro que no reparan en nosotros.
-El chico valdría de guía turístico -comentó Fito
con una sonrisa-. Si no estuviera muerto, claro.
Llegaron al centro comercial unos pocos minutos después.
La barrera estaba levantada, y el ritmo machacón de una lejana
música podía oirse a lo lejos. Entraron en el recinto y eligieron
para aparcar la esquina más alejada de la entrada, iluminada
tenuemente por la luz de las lejanas farolas y unas pocas estrellas.
Había muy pocos vehículos aparcados en esa zona. Los cinco salieron
del vehículo y abrieron rápidamente el maletero.
-¿Rubén? -les llegó la voz gangosa de un atontado
Sebas.
Continuará
Muertos no es precisamente lo que suele haber en los aparcamientos de los centros comerciales en coches aislados y en la zona más oscura por las noche...
ResponderEliminarEfectivamente. Suele haber cosas peores. Mucha incompetencia de los organismos públicos, por ejemplo :(
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