Rubén sintió un escalofrío. Aunque no era la primera
vez que lo sentía estando muerto se sorprendió, ya que en ese
momento se le ocurrió que quizás los muertos no deberían tener
escalofríos… y desechando una posible explicación científica, lo
achacó a un mal presentimiento.
El trayecto en coche era silencioso y lúgubre, y los
minutos se hicieron eternos. La carretera dio paso a las calles de la
ciudad, y guiados por Rubén, llegaron hasta la calle Calahorra.
A pesar de lo temprano de la hora, había ya un grupo
de unas diez personas comentando lo sucedido. Un coche policial
estaba aparcado en la acera, y un agente estaba hablando con un
vecino en el portal del edificio.
-¿Y ahora? -preguntó Fito-. ¿Qué hacemos?
-Supongo que recurrimos al truco de Sheila y Canael de
volverse invisibles y el resto les esperamos aquí -contestó Cosme.
-Siempre hacemos lo mismo –suspiró Fito-. Qué mierda
de historia. Si esto fuera un libro, qué mierda de imaginación del
escritor. Es ridículo. Es...
-Es nuestra historia -terminó Cosme-. Canael, Sheila,
os toca a vosotros. Si hay alguna pista...
-Estará en el piso -asintió Sheila.
Y demonio y fantasma se desvanecieron.
Continuará
Ya te cubriste las espaldas con lo de las glándulas, para que no pudiera decírtelo en los comentarios xD
ResponderEliminarContigo hay que tener cien ojos, sipe xDD
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