domingo, 20 de enero de 2013

Estoy de Vuelta 62


Rubén sintió un escalofrío. Aunque no era la primera vez que lo sentía estando muerto se sorprendió, ya que en ese momento se le ocurrió que quizás los muertos no deberían tener escalofríos… y desechando una posible explicación científica, lo achacó a un mal presentimiento.

El trayecto en coche era silencioso y lúgubre, y los minutos se hicieron eternos. La carretera dio paso a las calles de la ciudad, y guiados por Rubén, llegaron hasta la calle Calahorra.

A pesar de lo temprano de la hora, había ya un grupo de unas diez personas comentando lo sucedido. Un coche policial estaba aparcado en la acera, y un agente estaba hablando con un vecino en el portal del edificio.

-¿Y ahora? -preguntó Fito-. ¿Qué hacemos?
-Supongo que recurrimos al truco de Sheila y Canael de volverse invisibles y el resto les esperamos aquí -contestó Cosme.
-Siempre hacemos lo mismo –suspiró Fito-. Qué mierda de historia. Si esto fuera un libro, qué mierda de imaginación del escritor. Es ridículo. Es...
-Es nuestra historia -terminó Cosme-. Canael, Sheila, os toca a vosotros. Si hay alguna pista...
-Estará en el piso -asintió Sheila.

Y demonio y fantasma se desvanecieron.

Continuará

2 comentarios:

  1. Ya te cubriste las espaldas con lo de las glándulas, para que no pudiera decírtelo en los comentarios xD

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